“Nos agarraron sin piedad, como que fuéramos animales”, contó a Associated Press Óscar Johnson Rivas, un migrante que huyó montaña arriba cuando agentes mexicanos comenzaron las detenciones de personas de la caravana y pasó seis horas escondido. “Eso es una barbaridad porque somos humanos todos”, expuso
Agentes federales detuvieron ayer a cientos de migrantes en Chiapas que iban en caravana rumbo al norte, en el mayor operativo del que se tiene noticia desde que miles de centroamericanos optaron por migrar en caravana rumbo a Estados Unidos.
El Instituto Nacional de Migración indicó que había “rescatado” a 367 migrantes que habían intentado agredir a los agentes federales.
La entidad, que nunca habla de detenidos, dijo en un comunicado emitido casi a medianoche del lunes que había trasladado a los migrantes, entre ellos un “número significativo” de menores, a una estación migratoria.
“Se llevó a cabo un procedimiento de revisión migratoria a un grupo de personas, que ante esta labor del Instituto, iniciaron una agresión al personal del INM”, indica la nota. “Por esta razón, se solicitó el apoyo de la Policía Federal”.
Periodistas de Associated Press (AP) en el lugar no vieron agresión alguna por parte de los migrantes, aunque en un segundo operativo y la vista de que las autoridades estaban deteniendo a hombres, mujeres y niños, parte de la caravana sí se armó con palos y piedras que no utilizaron.
Durante las detenciones, cientos de otros migrantes huyeron internándose en la maleza junto a la autopista en el estado de Chiapas para eludir a las autoridades.
Muchos ya han descubierto que no encontrarán la misma hospitalidad que recibió a otras caravanas en las localidades por las que pasen, y ahora saben que caminar por la autopista rural tampoco es una senda segura.
Óscar Johnson Rivas huyó montaña arriba cuando los agentes se cernieron sobre la caravana y pasó seis horas escondido entre la densa vegetación antes de que él y otros volvieran con cautela a la autopista. Algunos migrantes, mujeres y niños incluidos, seguían escondidos sin comida.
“Lo que hicimos fue buscar el monte y alejarnos lo más posible para que no nos pudieran agarrar”, dijo Rivas, un soldado salvadoreño de 45 años que dijo haber tenido que huir de su país por amenazas de pandillas.
“Nos agarraron sin piedad, como que fuéramos animales”, dijo de las autoridades mexicanas. “Eso es una barbaridad porque somos humanos todos”.
Según constataron periodistas de AP, los agentes fueron a por los grupos aislados al final de la caravana de unas 3.000 personas que atravesaba Chiapas, el estado más sureño de México.
Cuando los migrantes estaban reunidos en zonas de sombra para protegerse del calor a las afueras de la ciudad de Pijijiapan, policía y agentes federales llegaron en camionetas y furgonetas y metieron a la fuerza a mujeres, hombres y niños en los vehículos.
Los migrantes fueron trasladados hasta la estación migratoria de la ciudad fronteriza de Tapachula, según el INM, donde previsiblemente se iniciaría el trámite para devolverlos a sus países de origen.Algunas mujeres y niños lloraban y chillaban durante las detenciones junto a la carretera. Ropa, zapatos, maletas y carros de bebé quedaron tirados en el lugar tras la operación.
Los agentes habían instado a los grupos de migrantes que se separaron del grueso de la caravana a descansar tras unas siete horas de marcha ajunto a la carretera, la mitad de eso bajo un sol abrasador. Cuando los migrantes se reagruparon para continuar, fueron detenidos.
Los agentes se posicionaron en la cabecera y el final del grupo. Algunas personas con ropas civiles parecieron colaborar en las detenciones.
Funcionarios de la Comisión Nacional de Derechos Humanos mexicana observaban desde lejos.
México dio la bienvenida a la primera caravana migrante el año pasado, pero el recibimiento se ha ido volviendo más frío después de que decenas de miles de personas colapsaran los cruces fronterizos con Estados Unidos, causando demoras en la frontera e indignando a los residentes en México.
Además, Estados Unidos ha aumentado la presión sobre México para que haga más por frenar la llegada de gente. El presidente, Donald Trump, arremetió contra su homólogo mexicano, Andrés Manuel López Obrador, y amenazó con cerrar toda la frontera. Después se apresuró a felicitar a México por las detenciones de migrantes de hace unas pocas semanas.
México ya permite a Estados Unidos devolver algunos solicitantes de asilo a México mientras se tramitan sus casos. Y miembros del gobierno dijeron en marzo que intentarían contener a los migrantes en el Istmo de Tehuantepec, en el sur. Es la zona más estrecha del territorio mexicano y la más fácil de controlar. Pijijiapan y Mapastepec no están lejos del punto más estrecho del istmo, que está en el vecino estado de Oaxaca.
En los últimos meses, las autoridades mexicanas han deportado a miles de migrantes, aunque también han emitido más de 15 mil visas humanitarias que permiten a los migrantes quedarse en el país y trabajar.
Un grupo de unas 10 organizaciones sociales importantes advirtió hace poco de que las detenciones de migrantes han ido en aumento y acusó a los agentes de inmigración, así como a las policías federal, estatal y local, de violar sus derechos humanos.
El aumento de las detenciones ha sobrepasado la capacidad en el centro de inmigración de Tapachula. El lugar ya está abarrotado, señaló la Comisión Nacional de Derechos Humanos.
En su último comunicado de la semana pasada, el Instituto de Migración indicó que 5.336 migrantes estaban en refugios o centros migratorios en Chiapas, y unos mil 500 de ellos estaban “a la espera de deportación”.
La Comisión de Derechos dio una cifra el domingo de 7 mil 500 migrantes detenidos en refugios o en el camino en Chiapas. Instó a las autoridades a hacer un censo fiable de los migrantes y atender a sus necesidades, en especial las de los niños.