En un mensaje enviado a su madre, Vania pidió ayuda para que la rescataran del domicilio donde su exnovio la retenía. Hoy la familia sepultó el cadáver de la joven, que fue asesinada por el hombre que se negó a terminar la relación.
El sábado por la noche, el celular de Manuela no dejó de sonar. Sin saber que se trataba de su hija, la mujer ignoró el timbre del teléfono hasta la madrugada, cuando llegó un último llamado.
Era Vania, su hija quien en una voz entrecortada le pedía que la ayudaran. La mala señal impedía a la mujer escuchar lo que le ocurría a su hija.
Pero al leer los mensajes, supo que su expareja la tenía encerrada dentro de un cuarto de la vecindad donde Luis Salvador, vivía ubicada en Álvaro Obregón.
Esa era la habitación que ella conocía desde niña y en donde el feminicida la golpeó y asfixió con un cordón que le ató al cuello.
La chica de 22 años y su asesino se conocían de siempre. Ambos eran niños cuando sus padres llegaron a la colonia 8 de Agosto a fincar las casas donde crecerían. Aunque eran vecinos, la joven y el atacante no mantenían una relación sino hasta hace un año.
Tras meses de noviazgo, ella aceptó vivir con el hombre que le ofrecía techo a cambio de que no se mudara con su madre en Chimalhuacán.
En su nuevo hogar, Vania vio que Luis no era sólo un comerciante que le ofrecía una relación, sino un adicto a la droga que la celaba y rechazaba a la hija que ella tuvo con otro hombre.
Después de una semana en su nueva casa, Vania fue golpeada porque salió a ver a su hija. La agresión fue la causa por la que ella terminó la relación y con la ayuda de su familia, la víctima fue a vivir con su madrina e hija en una casa ubicada a unos 50 metros de la vecindad de su agresor. Él, aferrado a continuar con la mujer, no dejaba la oportunidad de volverla a enganchar.
El sábado por la noche, el atacante esperó a que su víctima regresara de trabajar para invitarla a una fiesta.
Ese fue el anuncio que ella dejó en casa antes de salir hacia la vecindad de Luis Salvador. Los mensajes al celular de su madre y la llamada de auxilio, alertaron a la familia de Vania.
Ellos trataron de entrar en la vecindad para buscar a la joven pero los familiares del feminicida negaron que la víctima estuviera en el cuarto. Al ver a policías y la ambulancia del servicio forense, Manuela supo que su hija había sido asesinada. Aún así, los familiares del atacante lo encubrieron.
El Gráfico