El título de esta columna toma el nombre de una acción ciudadana que ha cobrado fuerza en redes sociales y medios de comunicación invitando a una marcha el próximo domingo 13 de noviembre en defensa del Instituto Nacional Electoral que en México garantiza la legalidad y la certeza de los procesos electorales para renovar a los poderes Ejecutivo y Legislativo federales, a los de las entidades y Ayuntamientos municipales.
Hasta ahora la convocatoria abarca aproximadamente 38 ciudades entre las que se encuentran Guadalajara, Monterrey, Saltillo, Aguascalientes, Ciudad de México, Chihuahua, San Luis Potosí, Ciudad Victoria, León, entre otras, llamadas todas a exigir el respeto a la independencia del INE.
Distintas voces han disertado ampliamente el por qué las reformas propuestas por el actual presidente sumadas a la posibilidad de reducir el presupuesto de ese organismo autónomo, pueden debilitar gravemente la capacidad alcanzada a partir de la reforma de 2014 para proveer de mayor confiabilidad cada elección, es decir para proteger la decisión que toma cada una de las personas mayores de 18 años que en México salen a emitir un sufragio universal, libre, secreto y directo.
Esta intención de retroceso es completamente intencional, hay dos elecciones próximamente, la del Estado de México y Coahuila, a lo que se añade la preparación de las presidenciales de 2024 sobre las que ya existen actos de promoción desde el partido en el poder.
Exactamente igual que en sus mejores tiempos, observamos desde toda la República las bardas, las salutaciones, las adhesiones de los locales y hasta el cinismo de los críticos: la excepción es que México pudiese decidir un cambio, Fox, Calderón, Peña, López y de aquí otros setenta años de exactamente lo mismo y peor, con la usura del Ejército y el terrorismo causado en espacios territoriales fuera del control del Estado.
Recordaba esto hace unos días a propósito de un ensayo inédito del Dr. Yáñez Romero denominado “Política de Seguridad Interior contra la Captura de las Instituciones en México” quien elabora un recorrido por las transformaciones político criminales de Latinoamérica, empleadas por las variadas versiones de dictadura militaren el siglo pasado.
Es profundamente preocupante la similitud observada en el México actual debido a la visión de unos hombres en obsolescencia que han dejado de comprender al mundo si es que alguna vez lo hicieron y que pretenden seguir creyéndolo su propio tiempo a costa del futuro.
Habiendo cumplido cuatro de seis años en el poder, les sabemos negados a respetar derechos humanos, la democracia que les puso en donde están, la obligación que tienen de garantizar a las mujeres una vida libre de violencia, los deberes internacionales de cara a minimizar el impacto del cambio climático, el derecho a la salud de millones de muertos de la pandemia y de miles de enfermos hoy en día que carecen de medicamentos.
Dispuestos a armar expedientes penales y fiscales a los enemigos y a los críticos, a poner incondicionales en otros contextos como la Suprema Corte o como el vergonzoso ejemplo que hace la dirigencia de la Comisión Nacional de Derechos Humanos.
Omisos ante un número inenarrable de muertos por la inseguridad y de personas que cada vez más, habitan en la convergencia compuesta por la calle, la miseria y la dependencia a las drogas, si una prioridad existe es proteger nuestra opción de cambiar a este gobierno y a cualquier otro misógino y abusivo, a demandar de los partidos, mujeres y hombres decentes que fijen su liderazgo en resolver las crisis de este siglo.
A más ver.
Claudia Espinosa Almaguer