Sí a tener ‘perrhijos’ y ‘gathijos’, hijos no: familias multiespecie defienden sus derechos

A Lilia y a Mike los unió su amor por la música, los viajes y los animales. Ella después de perder a dos “hijos” de pelo y garra que en su momento la hizo dudar de si era buena idea volver a tener algún animal doméstico de compañía –en su caso, perrhijo–, conoció a Mike. Y él venía con “el paquete completo”.

Lilia ya tenía a Nino, un gato de enormes bigotes, y Mike trajo a su perra Mía. Juntos formaron una familia viajera. 

“Siempre tratamos de buscar lugares no sólo para nosotros sino también para ellos. La conexión que tenemos es muy fuerte y todos nos amamos mucho”, dice la joven.

Lilia y Mike se consideran una familia moderna: son una pareja que no desea tener hijos humanos, pero sí peludos, como Mía y Nino. Debido a que este tipo de modalidad familiar es cada vez más común, ha surgido un término para designarlas: familia interespecie, donde suelen confluir personas –homo sapiens– con gatos –felis silvestris catus– y perros –canis–.

Algunos especialistas en el tema usan por igual los conceptos de familia interespecie o multiespecie. En México y en el mundo este tipo de estructuras familiares están creciendo y se vuelven cada vez más comunes debido a los cambios en los modelos de población.

Hay quienes ya especulan que las familias compuestas por miembros de varias especies podrían ser, en algunas sociedades, el modelo predominante en el futuro basándose en algunos datos que emergieron en el periodo pandémico.

En ese sentido los datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) son contundentes: los nacimientos en México pasaron de 2.4 millones en 2012 a 1.9 millones en 2021, un decremento de 21 por ciento. En tanto, los hogares con mascotas aumentaron 20 por ciento en el mismo periodo: actualmente 25 millones de hogares tienen al menos un animal de compañía.

Mascotas en México. (Especial)

Por otra parte, una encuesta realizada por el Pew Research Center señala que en Estados Unidos 56 por ciento de los entrevistados sin hijos declararon que no los concebían por una simple razón: “no quieren” tenerlos.

Todo lo anterior podría reforzar la tendencia a que humanos y animales cohabiten cada vez más en el mismo espacio. Y ello haría que los lazos se hagan mucho más fuertes que antes.

Lo cierto es que, en general, crece la identificación hacia los animales. La Encuesta sobre el bienestar autorreportado del Inegi, realizada en 2021, indica que 85.7 por ciento de la población entrevistada guarda empatía por la vida no humana y 73.4 por ciento declaró cohabitar con algún tipo de mascota, desde perros y gatos hasta otros animales como tortugas y roedores. Dichas cifras se traducen en un total de 80 millones de animales de compañía que viven en un total de 25 millones de hogares mexicanos.

Estados de la República con mascostas. (Especial)
Estados de la República con mascostas. (Especial)

La industria pet care

De ahí el crecimiento dramático en el mercado de las empresas y emprendimientos enfocados en las “mascotas”, toda una industria conocida también como pet care. Este cuidado de los animales domésticos de compañía incluye no solo productos y servicios, sino también lugares que buscan adaptarse a los nuevos integrantes de estas nuevas estructuras familiares.

Las plazas comerciales son un reflejo del fenómeno. De ser espacios donde no se permitía la entrada de animales ahora, en la Ciudad de México, hay al menos 10 malls donde se puede ingresar con animalhijos.

Algunas de estas, como Plaza Antara y Plaza Artz, han creado sitios exclusivamente pensados para hacer una experiencia interespecie.

“Nos interesa hacer espacios más amigables para nuestras mascotas, un lugar no solo donde tus peludos puedan acompañarte sino también disfrutarlo”, explica Rafael Roig, director de marketing de dichas plazas. Señala que durante 2022 recibieron unas mil 200 visitas perrunas, y se trabaja en un programa especial de inclusión y actividades para esa especie.

Además de los espacios externos de las plazas, los animalhijos comienzan a cobrar importancia para otros establecimientos comerciales. Muchos de ellos ya incluyen entre su mercancía no sólo ropa o accesorios para clientes humanos, sino que extienden su oferta.

Un estudio de la firma Euromonitor destacó que el negocio enfocado en los animales de compañía se incrementó 13 por ciento en los últimos tres años. Y América Latina es la región del mundo donde más se les considera parte de la familia, tan sólo después de Estados Unidos.

Para acabar de confirmar la tendencia, otro espacio antes exclusivamente humano ha tenido que adaptarse a las nuevas demandas: las aerolíneas. Si bien los animales suelen viajar en la panza de los aviones, en la sección de paquetería, hay cada vez más aerolíneas que crean condiciones para que los animalhijos puedan viajar con sus humanos en la cabina.

Humanización: ¿sí o no?

En un creciente número de zonas urbanas quedaron atrás los días en que los animales se quedaban afuera, en el patio o la azotea de la casa, cuando apenas bastaba con darles agua y comida. En la actualidad, son muchas las familias que buscan proporcionar la mejor calidad de vida posible a sus compañeros, pero ¿cuál es el límite entre el amor y tratar a los animales como humanos?

Daniel Tejeda, etólogo de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), señala que si bien es un acto de amor permitir que los animales sean parte medular de la familia, también existe el riesgo de dañarlos. Amarlos, sostiene el especialista, no se trata de otorgarles características humanas sino de proporcionar lo que su especie requiere para su correcto desarrollo.

“Es importante dejar de pensar que verlos como perros o gatos es malo; no es necesario verlos como humanos para tratarlos bien, ni debemos demeritar las características de su especie, al contrario, debemos conocer las que tenemos y darles todo lo que requieren”, recomienda Daniel Tejeda.

“Hay animales que sí pueden requerir uso de ropa, pero otros, como los gatos, no. Hay perros con enfermedades motrices para los que es conveniente el uso de carreolas, así que todo depende del caso particular”, explica el especialista.

Asimismo, no se debe satanizar el uso de artículos y productos enfocados en los animales de compañía. Si el animal lo requiere, adelante, pero no como parte de una moda o de un gusto personal.

“Hay animales que sí pueden requerir uso de ropa, pero otros, como los gatos, no. Hay perros con enfermedades motrices para los que es conveniente el uso de carreolas, así que todo depende del caso particular”, explica el especialista.

“En el estudio del comportamiento animal la antropomorfización, lo que popularmente se puede llamar humanización –que es otorgar a los animales características humanas–, es una de las principales causas de problemas en el comportamiento animal”, comenta el profesional en comportamiento animal. “Muchos tutores dan interpretaciones de comportamientos humanos a las actitudes de sus animales y, aunque sí compartimos características con ellos, somos especies diferentes”.

La mayoría de las veces los tutores humanos no buscan afectar a su animal, pero si se interpretan mal las señales, se le causará un daño involuntario.

¿Con quién se queda el perro?

Al volverlos parte de la familia, los animalhijos corren el riesgo de quedar en medio de algunos de problemas típicos de las familias tradicionales, como la pérdida de estabilidad y el cambio de residencia cuando las parejas humanas se separan.

Es decir, aumentan los casos cuando llega la temida pregunta: ¿y ahora, quién se queda con el perro?

Así fue como lo vivió Lucia, quien junto con su pareja adoptó un perro cachorro, sin saber todo lo que sucedería después. 

“Cuando nos separamos decidimos compartir a Milo. Pasaba unos días conmigo y otros con él, con mi ex. Nos mandábamos fotos, nos avisamos cómo estaba, pero cuando llegó una nueva novia a la vida de mi expareja, me prohibió verlo, porque ella se enojaba. Un día Milo se puso muy mal, me dijo que lo iban a ‘dormir’ pero que yo no podía estar presente porque la novia se había ganado el derecho de cuidarlo. O sea, Milo vivió conmigo cinco años antes que con él y en unos meses su novia me quitó el derecho sobre mi perro”.

Ante esta situación hay gente que busca en la ley opciones de protección ante una separación, a fin de evitar la pérdida de sus animalhijos. En México, la legislación tipifica a los animales como objetos que son propiedad de un dueño, por lo que ante una disputa legal, quien demuestre la propiedad del animal, será quien podría quedarse con su custodia; sin embargo, las cosas pueden complicarse porque hay propietarios que desean establecer régimen de visitas, igual que con hijos humanos.

Ante este esquema, la abogada Irene Faugier, especialista en derecho familiar, señala que no considera necesario modificar la ley para considerar estas nuevas situaciones, puesto que en la ley existe algo llamado “analogía”, que permite ubicar esta nueva situación social dentro de las leyes que ya existen.

“Por ejemplo, en un caso donde la pareja desea compartir a su animalhijo, el juez podría apelar a las leyes de protección animal o a los acuerdos nuevos que hablan sobre las familias interespecie”. No se deja de considerar que el animalito es parte de ambas familias y que él y los humanos podrían sufrir ante una separación, explica Faugier.

Por eso es importante pensar en ellos al momento de tomar estas decisiones, insiste la veterinaria Xareni Gómez. 

“Cómo se tomen estas separaciones y los cambios de hogar depende mucho de la especie y la personalidad de unos y otros. En el caso de los perros, al ser más sociables quizá no les afecte tanto, pero con los gatos sí se vuelve un poco inviable, pues ellos necesitan rutinas y si cambian constantemente de hogar se pueden estresar mucho”.

Por ahora esa no es la situación de Lilia y Mike. Ellos aman descubrir nuevos lugares y les gusta que sus animalhijos quieran explorar con ellos. 

“Al inicio nos llevábamos sólo a Mía pero nos dimos cuenta de que Nino se ponía triste cuando nos íbamos. Decidimos probar, lo llevamos una vez y le encantó. Somos la familia perfecta porque los cuatro amamos la naturaleza y los lugares solitarios, nos encanta vivir aventuras juntos”, cuenta Lilia, quien se reconoce, enorgullece y presume de ser mamá de un perrhijo y un gathijo.

Milenio

Compartir ésta nota:
Facebook
Twitter
LinkedIn
WhatsApp