Con el Canto a la Libertad, adaptación de la obra de Nabucco de Giuseppe Verdi y considerado el himno del movimiento navista, Pablo Alderete Cossío cerró la misa de despedida de los restos de la señora Conchita Calvillo de Nava.
El sacerdote celebrante, Rubén Pérez Ortiz, pidió a las nuevas generaciones conocer a quienes construyeron nuestra patria y nuestra democracia, entre quienes ella dejó una participación y un legado muy importante.
Ante una capilla repleta de participantes de la ceremonia religiosa, el titular de la Parroquia de Nuestra Señora de los Remedios (Tequis) dijo que las ciudades y pueblos se conocen por su paisaje, sus edificaciones, pero sobre todo por su gente. “Qué reconfortante encontrar grandes personajes que van diseñando el entorno social, su cohesión y su perfectiva de futuro”.
Explicó que hay personas que sin tratarlas tanto personalmente, sus palabras y acciones están presentes en el colectivo popular, porque hay muchas lecciones de vida compartidas, vivencias que se guardan como tesoros en el corazón, pláticas, luchas, momentos amargos, caminos recorridos, momentos que la memoria permite recordar y agradecer.
“Su integridad de vida, sus convicciones y valores, su entereza, sencillez y valentía nos hace tanto bien”.
Consideró que doña Conchita Calvillo fue una persona para quien vivir fue siempre dar, y quien entendió que la mejor manera de vivir es servir con amorosa entrega.
“Hoy celebramos la llegada de Conchita a la eternidad de Dios y su reencuentro con quien fue un potosino de monumental estatura moral y referencial en nuestro querido San Luis Potosí y de nuestra patria, el Doctor Salvador Nava Martínez. Su vida profunda, con hondo sentido social, sus valores y convicciones son la ofrenda que hoy presentamos ante Dios en esta Celebración Eucarística”.
Dijo que la contribución de la señora Conchita fue esencial para los cambios estructurales que hoy hemos ido percibiendo. Su profundo amor a los pobres, a los desprotegidos, a los indígenas que siempre tuvieron un lugar muy importante en su corazón.
La calificó como una mujer extraordinaria, esposa, madre, abuela de 18 nietos y 36 bisnietos.
Dijo que doña Conchita desarrolló muchas virtudes como el arte de saber equilibrar, de consensar y escuchar pacientemente.
La describió como persona de una lucidez impresionante hasta sus últimos días, y su sentido crítico y agudo consecuencia de una mente brillante y culta, pero con un testimonio que le rindió hace poco tiempo: “ya no puedo leer y me pesa mucho… mis ojos ya no me ayudan”, advertía al sacerdote en un comentario que luego se convirtió en el anecdotario.
La recordó como amiga de grandes personajes de la cultura y la política, de personas de la vida cotidiana a quienes siempre recibió con sencillez en su hogar.
Se remitió a la última entrevista a la señora Conchita, publicada por el semanario británico NewsWeek, en la que aparecieran los 100 líderes del mundo más longevos, en la que doña Conchita deja las últimas lecciones de vida: Moderación y prudencia, para evitar los excesos en todos los sentidos, luchar siempre con paciencia y tolerancia, hasta morir, por mantener la familia unida, a pesar de las diferencias. “Al recibir la unción y la Eucaristía me dijo: ya con esto estoy en paz, ya Dios puede llamarme, me siento feliz y amada”.
Entre otras personas, se presentó a la ceremonia religiosa el periodista Alejandro Caballero, autor del libro “Las últimas batallas de Nava”, publicado luego de la lucha civilista de 1991, cuando los resultados de la resistencia civil apenas comenzaban.
Participaron de la celebración personas alrededor de la familia Nava, entre las que se encuentran el exgobernador Fernando Silva Nieto; la exdiputada federal Beatriz Eugenia García Reyes; el ex secretario técnico del Consejo Estatal de Seguridad Pública, Miguel Naya Guerrero; Tomás Calvillo Unna; Gonzalo Benavente González; Guillermo Pizzuto Zamanillo; Alejandro Casillas, Juan Manuel Leos Herrera y distintos personajes que integraron el Consejo de Directores del Frente Cívico Potosino.
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