Abuelita que vende cuentos en las calles ya publicó su primer libro

Una abuelita y escritora que durante años ofreció sus cuentos en las calles de Rosario, en Argentina, cumplió uno de sus más grandes sueños: publicar un libro.

La protagonista de esta hermosa historia es Beatriz Leroy, una mujer de 74 años de edad, quien nunca imaginó que las imágenes que inundaban su imaginación serían del gusto colectivo.

Para la abuelita, carecer de un título profesional en Letras Hispánicas nunca fue un problema porque desde que tenía 15 años las ideas surgían de manera natural, desde el corazón.

Beatriz cuenta que desde aquellos años, cuando era una adolescente, escribía cuentos y poesías en cualquier papel que llegara a sus manos, incluso boletos de lotería.

Sin embargo, nunca imaginó que sus historias tocarán el corazón de otras personas, hasta que un día, en plena pandemia por Covid-19, salió a las calles a difundir su obra porque se quedó sin trabajo.

Entonces, con la ayuda de un amigo, fotocopió todos sus cuentos y creó “Los Cuentos de la Abuela Betty”, un libro rústico que vendía en las calles.

La mujer pasó desapercibida hasta que fue entrevistada por el canal argentino Rosario Tres. Aquel día la encontraron ofreciendo sus obras a los automovilistas mientras el semáforo marcaba el alto.

Debido a su edad, pero principalmente a la pandemia, Beatriz ya no pudo seguir cuidando de enfermos, así que vendía su compendió en las calles a solo 150 pesos, poco menos de un dólar.

Los cuentos de la abuelita están dirigidos al público infantil

Luego que la historia se viralizó, el movimiento cultural “Revuelta Literaria” recaudó fondos para ayudar a la mujer y su primer libro, ya en forma, se volvió realidad.

“Me está pasando algo maravilloso, voy a hacer mi primera publicación. Para mí es algo emocionante, haber podido llegar a hacer la presentación de una parte de mis libros, porque hay varios tomos más que tengo escritos”, declaró al canal rosarino.

De acuerdo al reportaje, Beatriz trabajó por muchos años en la industria textil y después se dedicó a cuidar enfermos, aunque nunca abandonó su pasión.

“Siempre me gustó escribir y escribía en cualquier papel que encontraba, lo que sentía en el momento. Cuando salía de trabajar a la mañana, no me quería ir a dormir porque quería ver la vida y fue así que escribí mi poesía y algunos cuentos”, concluyó.

Plumas Atómicas

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