El Radar, el editorial de Antena.
Se cumplen dos años del gobierno de Ricardo Gallardo.
Dicen que en la política el tiempo es increíblemente lento, si las cosas no pasan, e insospechadamente rápido si se ejerce el gobierno en el frenesí de poder ser auto determinados en los tiempos.
En términos prácticos, para como van las cosas en San Luis el tiempo pasará en un 2 por 3 y ya pasó el 1.
Los logros en programas sociales, impulso y acompañamiento a los temas de desarrollo económico y una inversión en obra pública récord son sus máximas cartas de presentación.
La impresión que muchos tienen y pocos dicen de su gobierno es el de una aprobación seca, los hechos son tan palpables que ni sus detractores pueden contravenirlas, sin embargo es menester de esta columna tratar de ir más allá y procurar puntualizar que hace que un gobierno progresista esté verdaderamente cerca de la gente en los tiempos actuales.
Estas características reflejan un compromiso con los principios democráticos, la justicia social y una gobernanza receptiva.
Transparencia: Un gobierno progresista es abierto y transparente en sus acciones, políticas y procesos de toma de decisiones. Facilita el acceso a la información, realiza una divulgación proactiva y se asegura de que los ciudadanos comprendan claramente las actividades del gobierno.
Es tal vez la asignatura pendiente más grande de la actual administración, no hay ni vocación, ni asomo de buscarla en el tema, pero el recordatorio a tiempo de que el tiempo alcanza a todos es un responsable llamado a recuperar el sentido de esta obligación, querernos tildar de enemigos por exigirla no es otra cosa que encontrarnos como pretexto para vaciar su futuro.
Rendición de cuentas: Un gobierno de este tipo es responsable ante las personas a las que sirve. Establece mecanismos de supervisión y auditoría, fomenta la participación pública en el proceso político y aborda con prontitud la corrupción y el abuso de poder.
Aquí observamos los riesgos de un gobierno centralista en las decisiones, carente de un equipo amplio y de nivel que pueda resolver el sostenimiento de decisiones clave con contextos profundos y asumiendo todas las condiciones colaterales que debería implicar.
Inclusividad: Un gobierno progresista es integrador y respeta la diversidad. Busca activamente las aportaciones de un amplio abanico de partes interesadas, incluidas las comunidades marginadas, a través de consultas públicas, comités consultivos y organizaciones de base.
La simulación de varios de estos temas existe. Tomar un profundo acto de contrición para encontrar el pulso real de estos temas puede hacer un verdadero nuevo punto de partida en una de las exigencias más lacerantes del mundo moderno, sobre expuesto y condicionado a nuevos comportamientos y respuestas sociales.
Justicia social: Al dar prioridad a la justicia social, un gobierno progresista pretende reducir la desigualdad y abordar las injusticias históricas. Las políticas pueden incluir una fiscalidad progresiva, la discriminación positiva y programas sociales específicos para mejorar la situación de los grupos desfavorecidos.
En esta área lo más probable es que tengan el mayor avance de todos, su vocación es esta, detonarla en la comprensión de que la politización excesiva y el lucro electoral puede ser devenir en un efecto bumerán, no puede desdeñarse.
Gobierno receptivo: El gobierno responde a las necesidades y preocupaciones de sus ciudadanos. Escucha los comentarios, adapta las políticas en función de las circunstancias cambiantes y garantiza que los servicios públicos sean eficientes, accesibles y de alta calidad.
Una de las más criticables condiciones es el poco diálogo que presume cualquier actor público que se atreva a realizar crítica, observaciones o argumentación sólida contraria a cualquier decisión. Hoy el tema está en un control natural pero la acumulación de omisiones en el tema a mediano plazo puede convertirse en agravio.
Sostenibilidad medioambiental: Los gobiernos progresistas suelen dar prioridad a la sostenibilidad medioambiental y a la acción por el clima. Invierten en energías renovables, promueven la agricultura y el transporte sostenibles y promulgan políticas para mitigar los efectos del cambio climático.
Hoy la realidad sobre la atención y enfoque en estos temas es uno de los factores de mayor incongruencia en un gobierno verde.
Protección de las libertades civiles: Un gobierno progresista defiende las libertades civiles y los derechos humanos, incluida la libertad de expresión, reunión y prensa. Protege los derechos de las minorías y las poblaciones vulnerables y se opone a la discriminación.
La historia juzgará en su tiempo la solidez de una narrativa como la Gallardista, si logran traspolarla a un cambio profundo de mentalidad y equilibrios de poderes sociales y políticos, habrán triunfado, sin embargo, si la desdeñan deben recordar que la imposición estalla tarde o temprano en una reprobación social y electoral, insistimos, lo deben tener siempre presente.
Sanidad y educación universales: Muchos gobiernos progresistas dan prioridad al acceso a una atención sanitaria y una educación de calidad como derechos fundamentales. Trabajan para garantizar que estos servicios sean asequibles y accesibles para todos los ciudadanos.
Entrampados en la relación de matrimonio por conveniencia con AMLO, la postura sobre la cobertura médica especialmente en tiempos de pandemia ha sido un factor inconmensurable de críticas, la política en muchos niveles se han tragado la realidad, la estela que dejó en el sector además Mónica Rángel y sus impresentables robos no terminan de resolverse.
Responsabilidad fiscal: Al tiempo que aplican políticas progresistas, estos gobiernos también mantienen la responsabilidad fiscal. Equilibran el gasto social con la generación de ingresos y una gestión económica prudente.
En este rubro, con datos duros en la mano son hoy un sorprendentemente dúctil gobierno, tan solo en este año, le dieron la vuelta con la Auditoría Superior de la Federación a muchas observaciones que ni siquiera debieron existir, entre la ineficencia del gobierno federal y los sesgos políticos, pudieron librarla bien.
Visión a largo plazo: Una virtud del Gallardismo es que han tenido una visión a largo plazo para el desarrollo de su proyecto y bastiones, (llevan gobernando Soledad desde hace ya 14 años) y lograron también hacer lo propio en la capital en 2015 y el gran triunfo de 2021, eso es el signo claro de que van más allá de los ciclos políticos a corto plazo. Cambiar la realidad de las regiones con inversión y apoyo, la descentralización de varias secretarias de gran importancia y el manejo de espacios impulsores es importante, pero hacer estas cosas con recursos sólidos es crucial hoy más que nunca.
Es importante señalar que las características específicas de un gobierno progresista como el que puede ser este, pueden variar en función del contexto cultural, económico y político. Lo que se considera progresista en un país puede diferir de otro, pero los principios básicos de inclusión, justicia social, transparencia y rendición de cuentas tienden a ser universales en un gobierno progresista, lo que demandamos es construir, criticar para mejorar, observar para corregir, si quieren sumar a todos, que despegue una discusión de otro nivel. Los aplausos no se compran.