Han transcurrido 6 mil 205 días desde la última vez que Valentín Elizalde se subió a un escenario a cantar vestido de botas y sombrero, 17 años de un crimen que nunca fue resuelto y que hasta la fecha sigue arrojando incógnitas.
Del caso solo se sabe cuantas balas impactaron la camioneta en la que viajaba la madrugada en que fue ultimado, el tipo de arma con la que lo emboscaron, las personas que lo acompañaban y hasta la hora en la que sucedió la tragedia.
Pero a la fecha aún se desconoce el móvil del asesinato, los rostros de sus perpetradores y el autor intelectual del atroz crimen que la madrugada del 25 de noviembre de 2006 ocupó los titulares de los noticieros y vistió de luto a todo un país.
Nacido el primero de febrero de 1979 en Navojoa, Sonora, el intérprete de éxitos como Vete ya y Soy así fue en vida uno de los artistas más influyentes del regional mexicano y tras su muerte se consagró como un ícono de la cultura pop.
La última canción
Con el trombón y la tambora retumbando, la noche del viernes 24 de noviembre de 2006 el artista se subió al escenario del palenque de la Expoferia de la ciudad de Reynosa entonando su polémico corrido A mis enemigos dedicado al narcotraficante sinaloense Joaquín El Chapo Guzmán.
“Siguen ladrando los perros, señal que voy avanzando. Así lo dice el refrán, para aquellos que andan hablando de la gente que trabaja y que no andan vacilando”, cantó a todo pulmón el Gallo de Oro frente a un público que aplaudía y gritaba al verlo saltar a la tarima.
Esa fue la canción con la que abrió y cerró su show, y que para muchos fue su condena de muerte, pues tanto fans como la prensa especializada aseguran que pedo haber sido vista como una ofensa para los Los Zetas, la organización criminal que por aquellos años se disputaba el territorio nacional con el Cártel de Sinaloa de El Chapo.
No se sabe si entre el público de aquel concierto estaban presentes las personas que horas más tarde le darían muerte o si estaba bajo amenaza, pero lo que sí es seguro es que desde días antes tenía un mal presentimiento.
“Tengo, qué será, unos dos meses que ya siento los pasos cerquita. No sé por qué, pero ojalá no sea así. Estoy tomando muchas decisiones ahora que pueden ser muy precipitadas por lo mismo de que ya siento venir a la huesuda. Trato de prevenir algunas cosas”, dijo en una entrevista para un medio local semanas antes de su asesinato.
Una emboscada
Tras concluir el evento, el cantante de música regional salió del lugar a bordo de una Chevrolet Suburban con placas JEX-76-30 acompañado por su primo Fausto Castro Elizalde alías El Tano, su chofer Raymundo Ballesteros y su representante Mario Mendoza Grajeda.
Pasadas las 2:30 horas de la madrugada, ya del sábado 25 de noviembre de aquel año, el vehículo en el que viajaba El Vale fue interceptado por dos camionetas a tan solo 600 metros del recinto en el que momentos antes había dado su espectáculo.
Apenas les cerraron el paso, sin darle oportunidad al chofer de reaccionar, de ambos vehículos descendieron personas armadas hasta los dientes, las cuales abrieron fuego en más de 60 ocasiones contra la Suburban.
Con fusiles de asalto AK-47 y AR-15 los perpetradores dejaron caer una lluvia de balas que penetraron como el cuchillo a la mantequilla la carrocería y los cristales del vehículo, impactando directamente a sus tripulantes.
Una vez silenciado el estruendo de las ametralladoras, con los cañones aún desprendiendo humo, uno de los atacantes caminó hacia la ventana donde yacía el cuerpo de Valentín Elizalde para darle el tiro de gracia con una pistola .38 Super.
En el atentado perdieron la vida el Gallo de Oro, quien recibió al menos 20 impactos de bala, su chofer y su representante, siendo su primo El Tano Elizalde el único sobreviviente. Éste último, herido en el brazo y la pierna, logró salvar su vida al tirarse al piso de la camioneta.
El asesino
Dos días después del asesinato del cantante la Procuraduría General de Justicia (PGJ) de Tamaulipas indicó que había elementos suficientes para señalar que el narcotráfico estaba detrás del atentado.
Como parte de esta línea de investigación fue señalado Jaime González Durán, alias el Hummer, uno de los líderes y fundadores del sanguinario cártel de Los Zetas y responsable de la plaza de Reynosa en aquel entonces.
Ex miembro del extinto Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales (GAFE), el Hummer controlaba desde dicha ciudad el tráfico de drogas en Tamaulipas, Nuevo León, Hidalgo, Michoacán, Tabasco, Quintana Roo, estado de México y la Ciudad de México.
Sin embargo, pese a su detención el 7 de noviembre de 2008, nunca fue acusado por el asesinato de Valentín Elizalde y en octubre de 2022 fue extraditado a Estados Unidos acusado de múltiples cargos, entre ellos la compra, venta y transporte de cocaína y marihuana.
A falta de mayor información sobre el caso, la familia Elizalde llegó a señalar al propio El Tano de estar involucrado en el asesinato de El Vale, acusaciones de las que este siempre se ha deslindado.
El primo de Valentín y único sobreviviente del ataque fue acusado de cancelar un evento en Tijuana para presentarse en la Expoferia de la ciudad de Reynosa; empero, esta versión nunca pudo ser comprobada.
“No tenía la facultad de cerrar fechas de eventos privados, ni públicos; eso era tarea exclusiva del representante Mario Mendoza”, dijo El Tano en un comunicado el año pasado en respuesta a las reiteradas imputaciones.
A falta de justicia hoy solo queda el legado del cantante, quien una vez dijo: “Si algún día fallezco simplemente pido que mi música siga adelante y que las nuevas generaciones la conozcan”.
Milenio