¿Están ya decididas las elecciones? 

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A LO QUE TE TRUJE

Por Chencha

A pesar de la avalancha de encuestas -muchas de las cuales sirven más como propaganda que como auténticas instantáneas del sentimiento público- las verdaderas intenciones de los votantes siguen siendo un misterio. 

¿Por qué? Porque las preguntas de las encuestas a menudo pretenden complacer a quienes las encargan y enmarcan las cuestiones clave en una luz positiva, ocultando la ira y el descontento que hierven a fuego lento bajo la superficie.

Las encuestas preguntan a quién votarán o quién creen que ganará. Pero a muchos votantes no les mueve sólo el apoyo a un candidato, sino la frustración, la rabia y el deseo de cambio. Votan porque están hartos de la situación que sufren, se sienten engañados y desesperados por mejorar, pero muchas veces no lo dicen, por miedo, por desconfianza o por desinterés.

El enfado de los ciudadanos es palpable. Hemos visto protestas masivas como la «marea rosa» en el Zócalo y más allá, aunque el miedo silencia a muchos que dependen de programas sociales o temen represalias del gobierno. Este enfado refleja elecciones pasadas en las que la desilusión con los partidos gobernantes llevó a cambios dramáticos: el PRI en 2000, el PAN en 2012, y de nuevo el PRI en 2018. Cada vez, los mexicanos esperaban un progreso genuino, solo para enfrentar promesas incumplidas y condiciones cada vez peores.

Hoy, la gente se pregunta ¿cómo?, cuando supuestamente estaban peor, la vida parecía más manejable, mientras que ahora, con promesas de mejora, luchan sin medicinas, lidian con la inflación y ven sus ingresos erosionados por la mala gestión económica. 

Los intentos del gobierno federal de enmascarar la realidad con discursos engañosos no han hecho sino aumentar su desconfianza.

La lista de agravios es larga: la mala gestión de la crisis de los combustibles, el cierre de guarderías y escuelas de jornada completa, la falta de tratamientos contra el cáncer, el desmantelamiento del Seguro Popular, la mala gestión de la pandemia del COVID-19 y el insuficiente apoyo a los profesionales de la medicina. 

La educación ha sufrido, y los libros de texto han sido sustituidos por propaganda. Se ha perseguido a estudiantes y académicos, y se ha justificado la destrucción medioambiental con proyectos mal concebidos como el Tren Maya.

Los proyectos de infraestructuras han estado plagados de corrupción e incompetencia, desde la refinería de Dos Bocas hasta el paralizado proyecto del aeropuerto NAIM. 

Tanto los burócratas como las fuerzas armadas se han visto desmoralizados por un liderazgo y unas políticas deficientes. 

El transporte público y la respuesta a las catástrofes han flaqueado bajo las medidas de austeridad, y la persecución política ha ahogado a la oposición y a la prensa libre.

Estos problemas se extienden a los grupos marginados: la búsqueda de personas desaparecidas, la difícil situación de los padres de los 43 estudiantes, la violencia endémica contra las mujeres y la tragedia de los inmigrantes que mueren debido a la negligencia gubernamental.

Ayer mismo un nuevo informe internacional evidencia una supuesta negociación de la milicia con grupos criminales para establecer una sorda paz momentánea para que no continúe la desesperanzadora realida violenta.

En resumen, estas elecciones son un referéndum sobre la actual administración. 

Y de alguna manera también lo será en lo local, el proyecto Gallardista y su continuidad,  el proyecto más sólido contrario desde la alcaldía de la capital o el estallido final con el partido del Presidente que tiene brotes inusuales al final del camino electoral como el video que circula como agua (que tanto nos falta) con Claudia dándo el espaldarazo más abierto a Rita Ozalia en su candidatura al Senado.

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