¿POR MI PATRIA EDUCARÉ?

AUTONOMUS ALUMNI, OPINIÓN

Por Luis Lauro Ramos Rodríguez @lauroramosr. 

Este espacio, generalmente, lo dispongo para exponer mi opinión sobre materia política, pero de vez en cuando vale la pena voltear a ver otras áreas de oportunidad, como lo es la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, particularmente la Facultad de Derecho, a la que pertenezco como alumno de tercer semestre.

UNA HISTORIA

El viernes pasado, eran las seis de la tarde y yo tenía que tomar la clase de “Historia de los Sistemas Jurídicos”. Espantados por la costumbre, en el grupo de WhatsApp se le había preguntado a nuestro profesor si se impartiría la materia con normalidad; es fecha que no hay respuesta.

Llegué a mi salón de siempre y no me encontré más que con el aula con las luces apagadas y cinco compañeros más, quienes, de manera ilusa, creímos que íbamos a tener nuestra clase regular. Ese día, en total, tuve dos de cinco clases. 

La UASLP tiene muchos problemas, muchísimos, pero uno de los más indignantes, que contribuye con creces al debilitamiento institucional, es el cada vez más aceptado ausentismo.

“La semana en Derecho termina en jueves”.

Esa fue la frase que le dijo un profesor a una alumna de nuevo ingreso con la que tuve oportunidad de conversar en días pasados. Refleja lo que en la Ponciano Arriaga es una verdad aceptada: una parte significativa del cuerpo docente tiene por tradición cancelar las clases, principalmente los viernes, aunque sucede cualquier día de la semana, muchas veces sin ofrecer algún motivo, razón, justificación o vergüenza.

Pero este problema no solamente se debe a los administrativos, directivos y docentes; un factor clave en esta realidad es el mismo estudiantado.

Para muchos alumnos, las faltas de los maestros nos representan comodidad, una oportunidad para hacer cualquier otra cosa con el tiempo que típicamente destinaríamos al estudio. En ocasiones será para quedarse haciendo tarea de alguna otra materia o atender una cuestión personal, pero en muchas ocasiones este tiempo también se emplea en visitar los bares y cantinas tugurientas que flanquean el campus centro de la UASLP.

Nos hemos vuelto permisivos, laxos, y preferimos bromear y aprovechar lo que a leguas nos perjudica, pero no parecemos estar dispuestos a hacer algo para cambiarlo.

NADA ES GRATIS

Acostumbrados y encantados por esta costumbre, los alumnos nos hemos distraído del verdadero objetivo e importancia de ser miembros de una universidad pública como lo es la Autónoma.

Aparte de llantas ponchadas, nada es gratis en este mundo, y la educación superior claramente no es la excepción. Esta está financiada con dinero público, dinero de la gente, y cada vez que el ausentismo y faltismo suceden en la UASLP, se le falta al respeto no solo a la misma institución, sino a todos los contribuyentes que la hacen posible.

Se ha perdido el sentido de pertenencia y el cariño por nuestra escuela; y el prestigio que antes traía ser docente universitario también está en su ocaso.

Nuestra facultad se ha venido mediocrizando a pasos agigantados. Desde luego, hay maestros de excelencia y alumnos aún mejores, pero poco a poco deja de ser esta la norma general. Cada vez es más complicado poder ejercer nuestra actividad académica en plenitud.

Es urgente que la apatía que fomenta esta situación cambie radicalmente, en un sentido que devuelva a nuestra casa de estudios la dignidad que ha perdido.

Hasta el próximo lunes.

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