ANDY LOPEZ BELTRÁN SALE A LA LUZ

DESTACADOS, OPINIÓN, RADAR

El Radar
Por Jesús Aguilar


El nepotismo ha sido un lastre constante en la política mexicana, una práctica que, a pesar de los esfuerzos democratizadores y la supuesta renovación política, sigue profundamente arraigada en las estructuras de poder del país. En un contexto de creciente desconfianza hacia las instituciones, el reciente involucramiento abierto de Andrés López Beltrán, hijo del presidente saliente Andrés Manuel López Obrador, en la política del partido MORENA resucita el debate sobre el nepotismo y su impacto negativo en la vida pública de México.
MORENA, un partido que nació con la promesa de regeneración y ruptura con los viejos vicios del sistema político, ahora enfrenta críticas por encarnar una de las prácticas más rechazadas: la promoción de familiares dentro del poder. La implicación activa de López Beltrán en la política no es sorprendente, ya que desde hace tiempo se rumoreaba su influencia en las decisiones internas del partido. Sin embargo, su presencia más formal y abierta en las estructuras partidistas marca un punto de inflexión que genera inquietud entre críticos y defensores del proyecto de la Cuarta Transformación.
La normalización del nepotismo: ¿Nueva realidad en MORENA?
El nepotismo no es un fenómeno nuevo en la política mexicana. Durante el siglo XX, los regímenes del PRI y del PAN tuvieron numerosos casos donde la herencia política se transformaba en dinastías familiares. No obstante, lo que hace peculiar el caso de López Beltrán es la contradicción implícita en el discurso de su padre. Andrés Manuel López Obrador llegó a la presidencia con la promesa de erradicar la corrupción, combatir los privilegios, y restaurar la ética en la política. MORENA, como partido, se presentó como una alternativa moral al sistema podrido que caracterizaba a las administraciones anteriores. Sin embargo, la posibilidad de que los hijos de líderes políticos asuman posiciones de poder dentro del mismo partido debilita esa promesa.
La participación activa de López Beltrán en la política no solo evidencia una falla ética, sino que también crea un entorno donde el mérito, la capacidad y la competencia pasan a un segundo plano. Cuando los puestos y las candidaturas están reservados para los familiares, se desincentiva la participación de actores externos con capacidad real de transformar y mejorar las instituciones. En lugar de abrir las puertas a una política más inclusiva y competitiva, se afianza una estructura cerrada que, a largo plazo, puede minar la legitimidad del partido.
Contradicciones en la Cuarta Transformación
Uno de los argumentos más irónicos es que el gobierno de López Obrador ha promovido una reforma judicial bajo la premisa de combatir el nepotismo y la corrupción en el Poder Judicial. El mismo presidente ha criticado con dureza cómo jueces, magistrados y otros funcionarios clave han sido colocados en sus cargos gracias a lazos familiares, asegurando que esto compromete la independencia y profesionalismo del sistema de justicia. Sin embargo, cuando el nepotismo florece dentro del propio partido en el poder, la credibilidad de estas críticas queda seriamente dañada.
Este doble discurso refleja una de las principales debilidades del proyecto de la Cuarta Transformación: la falta de coherencia entre el discurso moralista y la práctica real del poder. Si MORENA se compromete a acabar con el viejo régimen de corrupción y privilegios, debe hacerlo sin excepciones, empezando por la casa propia. El ascenso de figuras como López Beltrán solo refuerza la percepción de que, en México, el apellido sigue siendo más importante que el mérito, lo cual perpetúa las mismas estructuras oligárquicas que el movimiento pretendía erradicar.
Las repercusiones para la democracia
El nepotismo no solo afecta la imagen de un partido o un gobierno en particular; tiene repercusiones más amplias sobre la democracia en su conjunto. La confianza de la ciudadanía en sus instituciones se ve erosionada cuando percibe que el poder sigue concentrado en manos de unas pocas familias. En un país donde la desigualdad y la exclusión social son problemas endémicos, el nepotismo actúa como una barrera que impide que nuevas voces y sectores marginados se integren plenamente en el proceso político.
Además, el nepotismo mina la rendición de cuentas. Cuando los actores políticos están protegidos por lazos familiares, la posibilidad de que enfrenten las consecuencias de sus acciones se reduce considerablemente. Los ciudadanos pierden la capacidad de castigar las malas gestiones, ya que la protección del poder familiar les otorga un escudo que los aísla de la crítica y la supervisión pública. Esto no solo debilita el estado de derecho, sino que también favorece un ambiente de impunidad, uno de los males más persistentes en la historia política del país.
La participación de Andrés López Beltrán en la política de MORENA no es un hecho aislado; es un reflejo de la profunda crisis ética que atraviesa el sistema político mexicano. En lugar de consolidar una democracia fuerte y transparente, donde el mérito y la competencia primen, el nepotismo sigue siendo una sombra que amenaza con perpetuar las viejas prácticas que MORENA prometió erradicar. La Cuarta Transformación, si realmente aspira a ser un cambio de paradigma, debe enfrentarse a estas contradicciones internas y demostrar que el país puede avanzar hacia un futuro donde el apellido no sea sinónimo de poder.

Compartir ésta nota:
Facebook
Twitter
LinkedIn
WhatsApp