Dos planillas se disputan la dirigencia de la Sección 52 del SNTE

LOCALES, SAN LUIS

El próximo 24 de octubre, más de 7 mil miembros activos y jubilados de la Sección 52 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) participarán en las elecciones para elegir a su nuevo dirigente. Dos planillas están en contienda: la planilla naranja, encabezada por Brenda Josefina Rivera Oliva, y la planilla blanca, liderada por Elizabeth Bibiana Guerrero Milán.

En los días previos a la elección, se han generado rumores sobre el respaldo que estas planillas estarían recibiendo de diversas entidades gubernamentales. Se ha señalado que la planilla naranja podría estar siendo impulsada por funcionarios de la Secretaría de Educación del Gobierno del Estado (SEGE), mientras que la planilla blanca tendría el apoyo de miembros del Servicio Educativo Estatal Regular (SEER).

Algunos miembros de la Sección 52, que prefieren mantenerse en el anonimato, critican la historia de la planilla naranja, recordando que Brenda Rivera Oliva, inspectora de secundarias del SEER, tiene una relación cercana con Nadya Edith Rangel Zavala, asesora política del actual dirigente sindical, Martín Rodríguez Ramírez. Se acusa a Rangel Zavala de haber ejercido violencia laboral y favorecer a sus allegados en el sector educativo. A pesar de las críticas, figuras como Gustavo Alejandro Sánchez Guerrero, representante sindical del BECENE, siguen apoyando a la planilla naranja.

Por otro lado, la planilla blanca también ha sido objeto de controversia. Se menciona que entre sus filas están exdirigentes del sindicato y funcionarios que se sienten desplazados por la actual administración. Se ha mencionado a figuras como Antonio Arguello y Arnulfo Hernández, quienes habrían mostrado descontento con la gestión de Martín Rodríguez.

Para muchos maestros, un puesto en la dirigencia sindical ofrece ventajas laborales, como evitar estar frente a grupo y, en algunos casos, utilizar el sindicato como trampolín hacia cargos políticos. Esto ha generado una disputa interna intensa, ya que las elecciones podrían definir no solo el futuro del sindicato, sino también el acceso a influencias políticas y laborales.

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