El Radar
Por Jesús Aguilar.
@jesusaguilarslp
En revelaciones recientes encontramos finalmente el hilo que se rompió en una relación catapultada al infierno por los tamaños y alcances de quien más que nueva terrateniente tricolor en San Luis posee un desierto, por cierto sin petroleo; la dirigente priísta Sara Rocha Medina.
El primer acto se dio cuando un recien ungido Presidente Nacional del PRI, Alito Moreno la reclutó como parte de su staff y después, desgastado por la personalidad de la intensa catorceña, le pidió al hombre fuerte del Pri en San Luis, (Enrique Galindo) apoyar la moción de buscarle acomodo de regreso en el estado.
El periodo de Elías Pesina Rodríguez como dirigente de lo que quedaba del PRI post Carreras, refugiado como regidor capitalino del primer término Galindista incluía cierta deferencia de Galindo y una inmensa distancia del C.E.N. del partido, mediante un relevo negociado por iniciativa del propio Alito con la venia de Galindo. Elías y Yolanda Cepeda estarían amarrando candidaturas, la huasteca plurinominal y el relevo lo generaría una fórmula encabezada por Sara, aún antes de que terminara el periodo oficial de la anterior dupla. Sucedió y también con eso la irrupción de una nueva posición, la de Frinné Azuara (identificada como cuadro Peñista del Estado de México pero nacida en el estado) que desarraigada en un San Luis que sigue sin conocer, ni en la política, ni en sus intríngulis y necesidades urbanas, y el surgimiento de una amplia “desconocida” a los acuerdos y por supuesto una pugna no tan silenciosa con el primer priísta del estado, en la tradición de ese partido, el propio Galindo.
El clímax llegó cuando ya corría marzo del 2024 y la elección estaba en frente, Sara quiso imponer a Galindo todas las candidaturas del estado, su propia planilla para buscar la reelección y seguramente fue factor para que Alito se distanciara de la idea de que Enrique podría recalar en el Senado con un mejor resultado estatal para el PRI que terminó sobreviviendo con poco más de 60 mil votos en la capital.
Galindo no accedió a tremendo cachazo y tomó distancia que días después tuvo que intentar remediar un enviado del C.E.N. Priísta, Jorge Meade Ocaranza quien se sentó en algún comedero potosino con Galindo, convocaron juntos a Sara quien al llegar estableció que el PRI ya tenía candidato, un externo por definir entre “Calolo” Pérez Espinoza (quien tuvo su último turno político electoral cuando quiso ser gobernador con las siglas del PRD en 2015), David Azuara recalcitrante panista y codueño de la franquicia en ese momento, y Rubén Guajardo pilar legislativo del blanquiazul.
En el tercer acto, los tiempos terminaron dando la razón a la cordura contra los designios de la “lideresa” priísta, Enrique logró la candidatura más con el apoyo de la base priísta distanciada naturalmente de Rocha y un panismo necesitado de resultados en medio de otra tormenta interna.
Los resultados a mitad de la campaña seguían favoreciendo al alcalde que buscaba por primer vez romper la malaria de las derrotas reeleccionistas de Gallardo Juárez y Nava Palacios previemente, sin embargo, al aplanadora verde y la polarización que sometía al tablero local la pugna federal, tenían claramente nerviosos a todos. Justo a principios de mayo pasado, enviados de Sara se apostaron en la casa de campaña de su principal rival, Sonia Mendoza, que venía avalada por el Verde pero representando también a una rejega MORENA con una memoria usb y un legajo de papeles. La traición se quiso consumar, los enviados del edificio de Luis Donaldo Colosio intentaron vender (por cierto, muy barato) la estructura del partido a la competencia, con tal de procurar la derrota de su obsesión, Galindo.
El sentido común de Sonia y la medición de un momento que parecía una verdadera vacilada rechazaron el intento de albazo de Sara y sus compinches, pero dejó inservible el ya de por sí muy desgastado vínculo con Enrique, que a la postre terminó ganando de forma histórica y con un record de votos inusitado, superando más de 160 mil votos que sí logró la maquinaria verde de la que dispuso Mendoza.
El PRI potosino que se ha ido fugando al Verde, o simplemente que ha tomado distancia del desastre que sucede en este entorno a excepción de los que hoy se ven más galindistas que neo priístas seguro se dan cuenta con pesar, que esta enrarecida atmósfera se asemeja más a un insondable desierto donde la muerte se consume todo, con el efecto de desaparecer a quien permanezca entre sus dunas.
Los reduccionistas chacoteros dirán que el sentido común y político real es el verdadero desierto de Sara.
En otros temas chonchos pero cercanos, la recien reelecta dirigente panista en el estado Verónica Rodríguez me ha confiado al aire en MG Radio que regresará cuanto antes a su escaño en el Senado y buscará apretar su posición de respeto al proyecto de su dirigencia renovada, confesó que ya habló con Lidia Argüello, su rival derrotada en la interna blanquiazul y que asume fue apoyada por su antiguo impulsor y del cual hoy reniega, Xavier Azuara Zúñiga.
Finalmente, correrán los tiempos jurídicos, primero internos, y después en los tribunales estatales con la impugnación de Galindo a razón de su expulsión del PRI, en MORENA ya le echaron públicamente un lazo, en MC fue invitado a la toma de protesta de Lemus en Jalisco y en el verde, de plano le dieron con la puerta en la naríz cuando ayer fue cuestionado sobre el tema el propio Gobernador Gallardo.