El Radar
Por Jesús Aguilar
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El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca marca un periodo crítico y sin precedentes en las relaciones bilaterales entre Estados Unidos y México. Nunca antes se había iniciado una relación de gobierno a gobierno en condiciones tan desfavorables. La falta de contacto entre los equipos de transición, el desdén del gabinete de Trump hacia el gobierno mexicano y la aparente ausencia de una estrategia efectiva por parte de la administración de Claudia Sheinbaum, generan incertidumbre sobre los desafíos y oportunidades para ambos países.
El desdén y la falta de preparación
El rechazo de la administración entrante de Trump hacia el gobierno de Sheinbaum refleja un profundo quiebre en los protocolos tradicionales de la diplomacia bilateral. Según el texto, Trump y su equipo se rehusaron a dialogar con el gabinete mexicano, lo cual señala un desinterés deliberado por construir puentes con la nueva administración. Este desdén puede estar alimentado, en parte, por los discursos nacionalistas de Sheinbaum durante sus conferencias matutinas, que si bien resonaron con su audiencia local, no lograron establecer una base de confianza con Washington.
Por otro lado, la diplomacia mexicana también parece haber fallado. A diferencia de administraciones anteriores, el equipo de Sheinbaum no buscó de manera efectiva establecer canales de comunicación previos con el gobierno entrante. Esto contrasta con ejemplos como el de Andrés Manuel López Obrador, quien durante su transición colaboró con el equipo de Enrique Peña Nieto para garantizar la continuidad en las negociaciones del T-MEC. En este caso, la cautela extrema de Sheinbaum y la descoordinación de su gabinete no solo afectaron la percepción de Trump, sino también dejaron a México vulnerable ante las decisiones unilaterales del vecino del norte.
Retos inmediatos: migración, comercio y seguridad
Entre los temas prioritarios de la agenda bilateral se encuentran la migración, el comercio y la seguridad. El anuncio de la posible reinstauración del programa “Quédate en México” por parte de la secretaria de Seguridad Territorial, Kristi Noem, ya supone un reto significativo. Este programa, implementado originalmente durante el primer mandato de Trump, fue duramente criticado por su impacto humanitario y logístico en México. La negativa de Sheinbaum a aceptar esta medida durante sus primeros 100 días podría enfrentarse a una imposición que exacerbe las tensiones bilaterales.
En el ámbito comercial, la postura expansionista de Trump podría derivar en nuevas presiones sobre el T-MEC, particularmente en sectores como el automotriz y el energético, donde persisten desacuerdos. Además, el posible desmantelamiento de políticas de la administración Biden, como las iniciativas contra el cambio climático, podría dificultar la cooperación regional.
En cuanto a la seguridad, aunque Omar García Harfuch logró restablecer contactos con contrapartes en Washington, el panorama sigue siendo incierto. La lucha contra el tráfico de fentanilo y los cárteles de la droga requerirá una colaboración estrecha, pero la falta de enlaces de alto nivel podría obstaculizar estos esfuerzos.
Perspectivas académicas e internacionales
Expertos en relaciones internacionales coinciden en que la relación bilateral enfrenta uno de sus momentos más delicados en décadas. Jorge Schiavon, del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), señala que la ausencia de preparación y diálogo previo representa un retroceso significativo en la diplomacia moderna. Schiavon afirma que “la relación personal entre los mandatarios es fundamental para evitar crisis innecesarias y garantizar la continuidad de proyectos conjuntos”.
Por su parte, Shannon K. O’Neil, del Council on Foreign Relations, advierte que Trump podría adoptar una postura más agresiva hacia México para consolidar su base política interna. Esto incluiría mayores restricciones migratorias y posibles aranceles, lo que pondría a prueba la capacidad del gobierno mexicano para responder de manera efectiva.
En contraste, Colin Robertson, exdiplomático canadiense, destaca cómo el gobierno de Justin Trudeau logró, pese al desprecio inicial de Trump, negociar acuerdos que mitigaron las tensiones comerciales y de seguridad. Este ejemplo subraya la importancia de una estrategia proactiva y pragmática, algo que parece haber faltado en el enfoque de Sheinbaum.
Conclusiones
El inicio del segundo mandato de Donald Trump presenta un panorama complejo para la relación bilateral entre Estados Unidos y México. La falta de contacto durante la transición, sumada a la falta de preparación y estrategia del gobierno de Sheinbaum, coloca a México en una posición vulnerable. Sin embargo, aún hay margen para construir una relación basada en el pragmatismo y el interés mutuo.
Para avanzar, será crucial que el gobierno mexicano ajuste su estrategia diplomática, fortaleciendo los canales de comunicación y estableciendo una agenda clara que aborde los temas prioritarios. Además, deberá aprender de ejemplos internacionales, como el caso canadiense, para enfrentar con eficacia las presiones de la administración Trump. En este momento de incertidumbre, la capacidad de adaptación y el liderazgo serán determinantes para definir el rumbo de la relación entre ambas naciones.