El Radar
Por Jesús Aguilar
A partir de hoy, 20 de febrero entra en vigor la nominación del Departamento de Estado de Estados Unidos de seis cárteles mexicanos como organizaciones terroristas internacionales: el Cártel de Sinaloa, el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), Cárteles Unidos, el Cártel del Noreste, el Cártel del Golfo y La Nueva Familia Michoacana.
Esta clasificación permite a Estados Unidos ampliar sus acciones contra estos grupos más allá de las sanciones financieras tradicionales, incluyendo la posibilidad de emplear fuerza militar similar a la utilizada contra organizaciones extremistas internacionales.
Además, faculta a las agencias estadounidenses para imponer sanciones más severas y perseguir a una gama más amplia de individuos asociados con estos cárteles.
Y aunque la nueva etiqueta es un acto solo de incidencia bilateral, en lo profundo de la crisis que se vive en México por la presencia y azote de estos grupos hay incontables ejemplos de que son verdaderos sembradores de terror a los que ninguna autoridad ha podido hacer frente de forma adecuada.
Los cárteles de la droga en México han empleado tácticas de extrema violencia para consolidar su poder y sembrar el miedo entre la población.
¿Ejemplos? Aquí hay solo algunos.
Atentado en Morelia (2008): Durante las celebraciones del Grito de Independencia el 15 de septiembre de 2008, se detonaron granadas en el centro de Morelia, Michoacán, resultando en 8 muertos y más de 100 heridos. Este ataque, dirigido contra civiles, marcó un hito en la escalada de violencia del narcotráfico.
Masacre de San Fernando (2010): En agosto de 2010, 72 migrantes fueron secuestrados y asesinados en San Fernando, Tamaulipas, por el cártel de Los Zetas. Este acto evidenció la brutalidad de los cárteles y su control sobre rutas migratorias.
Incendio del Casino Royale (2011): El 25 de agosto de 2011, miembros del crimen organizado incendiaron el Casino Royale en Monterrey, Nuevo León, causando la muerte de 52 personas. Este ataque fue una represalia por el incumplimiento de pagos de extorsión.
Guerra entre facciones en Sinaloa (2024-2025): Desde septiembre de 2024, dos facciones del Cártel de Sinaloa, “Los Chapitos” y “Los Mayos”, se enfrentan en una violenta disputa por el control territorial en Culiacán y sus alrededores. Hasta febrero de 2025, se han registrado más de 800 asesinatos y 950 desapariciones relacionadas con este conflicto.
La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, ha expresado su oposición a esta designación, considerándola una intromisión en la soberanía nacional. Sheinbaum ha enfatizado que, aunque existe colaboración en materia de seguridad entre ambos países, no permitirá que se utilice la lucha contra las drogas como pretexto para intervenciones unilaterales en territorio mexicano.
En paralelo, se ha informado que la CIA ha incrementado los vuelos de drones no tripulados sobre territorio mexicano para espiar las actividades de los cárteles. Aunque estas operaciones han sido presentadas como parte de la colaboración bilateral, han generado tensiones debido a la percepción de vulneración de la soberanía mexicana.
Sheinbaum ha declarado que estos vuelos son parte de una cooperación de larga data y que “no hay nada ilegal” en ellos.
Medidas necesarias de adoptar.
Para abordar la violencia y frenar a las organizaciones criminales, expertos sugieren fortalecer la cooperación bilateral enfocándose en:
• Intercambio de inteligencia: Mejorar la coordinación en la recopilación y análisis de información para desmantelar las redes criminales.
• Control de armas: Implementar medidas conjuntas para reducir el tráfico ilegal de armas desde Estados Unidos hacia México.
• Desarrollo socioeconómico: Promover programas que aborden las causas profundas que alimentan la participación en actividades delictivas, como la pobreza y la falta de oportunidades.
¿Nuevo episodio de intervencionismo?
Esta designación abre un intenso debate sobre las posibles implicaciones de esta medida y el papel del intervencionismo estadounidense en la lucha contra el narcotráfico en otros países.
Para comprender mejor este contexto, es útil analizar ejemplos históricos de intervenciones estadounidenses, como el caso de Colombia en la década de 1990, y evaluar sus resultados positivos y negativos.
Intervención de Estados Unidos en Colombia: El Caso de Pablo Escobar
En los años noventa, Colombia enfrentaba una crisis profunda debido al poderío de los cárteles de la droga, especialmente el de Medellín, liderado por Pablo Escobar. La colaboración entre Estados Unidos y Colombia se intensificó con el objetivo de capturar a Escobar y desmantelar su organización. Esta cooperación incluyó el despliegue de unidades especializadas estadounidenses, como Centra Spike, que proporcionaron inteligencia técnica avanzada para rastrear las comunicaciones de Escobar. Además, se autorizó el uso de aviones militares estadounidenses para operaciones de reconocimiento sobre Medellín y
La participación estadounidense fue crucial en la localización y eventual muerte de Escobar en 1993. Sin embargo, esta intervención también tuvo repercusiones controvertidas. La aparición de grupos paramilitares, como “Los Pepes”, que llevaron a cabo una campaña de violencia contra asociados de Escobar, generó debates sobre las tácticas empleadas y las posibles violaciones de derechos humanos.
La experiencia en Colombia ofrece lecciones valiosas sobre los efectos del intervencionismo estadounidense en contextos de crisis:
• Resultados Positivos: La colaboración internacional puede ser efectiva para desarticular organizaciones criminales de gran escala. La combinación de recursos técnicos y humanos permitió debilitar significativamente al cártel de Medellín y reducir la ultra violencia en Colombia.
• Consecuencias Negativas: La intervención extranjera puede generar dinámicas violentas no previstas, como la formación de grupos paramilitares y violaciones a la soberanía nacional. Además, la focalización en líderes específicos puede fragmentar las organizaciones criminales, dando lugar a estructuras más pequeñas y difíciles de controlar.
La historia demuestra que, aunque la intervención extranjera puede ofrecer soluciones temporales, una estrategia sostenible contra el narcotráfico requiere un enfoque integral que combine fortalecimiento institucional, cooperación respetuosa y desarrollo social. Y aunque en México no nos gusta que se metan en lo que sucede aquí, después de 5 sexenios rebasados por el poder fáctico del narco, parece que no queda otra que aceptar la ayuda acotando las consecuencias sociales, económicas, políticas y evidentemente de seguridad nacional.