El 3 de abril de 1904 brotó el primer chorro de petróleo en territorio mexicano, específicamente en Ébano, San Luis Potosí. En el pozo Pez 1 se dio inicio a la historia petrolera del país y de toda Latinoamérica. Sin embargo, a 121 años de distancia, el municipio que marcó un antes y un después en la historia energética de México hoy se encuentra sumido en el abandono.
Pese a haber sido protagonista de uno de los momentos más trascendentales del país, Ébano permanece marginado, sin desarrollo visible ni inversiones concretas por parte del Estado o la Federación. Ni siquiera en fechas clave como el 18 de marzo —Día de la Expropiación Petrolera— se han registrado actos oficiales o conmemoraciones por parte de los gobiernos estatal o federal. La única autoridad que recordó el legado de este municipio fue el propio ayuntamiento local.
La falta de atención ha sido evidente: las promesas de inversión no se han cumplido, y ni siquiera se ha concretado la construcción del bulevar que fue anunciado hace tres años. Las condiciones de infraestructura no han cambiado significativamente en décadas, y el municipio sigue enfrentando problemas de rezago social y económico.
Además, se denuncia que la historia de Ébano no tiene un lugar digno en los libros de texto ni en el relato oficial de la historia de México. Incluso durante conferencias matutinas del gobierno federal se ha minimizado su papel histórico, lo que ha causado indignación entre los habitantes y defensores del legado de la Huasteca potosina.
“El esfuerzo de los trabajadores que iniciaron la industria petrolera parece no haber servido de nada, pues ni siquiera son recordados por las nuevas generaciones. Es como si Ébano no existiera”, expresaron vecinos del municipio.
Mientras tanto, Ébano continúa esperando el reconocimiento y el impulso que merece, no solo como símbolo de soberanía energética, sino también como parte fundamental de la historia nacional que ha sido borrada del discurso oficial.