Casi cuatro meses después de los incendios que arrasaron con miles de hogares en Los Ángeles, algunos residentes ya han comenzado a levantar de nuevo sus casas, aunque el proceso avanza lentamente y con muchas dificultades.
En barrios como Pacific Palisades, Malibú y Altadena ya se observan los primeros pasos de reconstrucción: trabajadores colocando estructuras de madera o limpiando los terrenos que quedaron cubiertos de cenizas. En algunos lotes, lo único que quedó en pie fue una chimenea carbonizada.
Aunque cientos de personas han solicitado permisos para reconstruir o reparar sus viviendas, pocos han recibido autorización para comenzar. El incendio del 7 de enero destruyó cerca de 17 mil estructuras, entre viviendas y negocios, y aún no está claro cuántos de esos espacios podrán recuperarse.
Una de las principales barreras es el costo: muchos propietarios no tienen recursos suficientes, incluso con seguro. Además, hay preocupación por los posibles contaminantes como plomo y asbesto que pudieron haberse filtrado en el suelo, lo que hace más complejo regresar y construir.
Actualmente, alrededor de 400 terrenos en las zonas afectadas están a la venta, mientras que otros esperan que las autoridades aceleren los procesos para obtener los permisos. El primer permiso oficial fue otorgado casi dos meses después del desastre, un ritmo más rápido que en incendios anteriores como el de Woolsey en 2018, cuando el primer permiso tardó más de siete meses.
“En comparación con otros desastres, el proceso avanza más rápido de lo que se esperaría”, explicó Sara McTarnaghan, investigadora del Urban Institute especializada en incendios urbanos en Estados Unidos.