Por Mario Candia
5/05/25
LA TRANSFORMACIÓN El obradorismo llegó al poder prometiendo una revolución moral. Iban a erradicar los lujos, a desmontar el avión presidencial, a acabar con los privilegios de la “clase dorada” del pasado. Pero seis años después, lo que vemos es la construcción de una nueva élite que repite los mismos vicios que tanto denunció, aunque con una retórica reciclada y una narrativa populista de fondo.
HIPOCRESÍA Esta semana se conoció que Beatriz Gutiérrez Müller, esposa del expresidente López Obrador y una de las figuras ideológicas más visibles de la autollamada Cuarta Transformación, solicitó la nacionalidad española, amparándose en su ascendencia familiar. El hecho no tendría mayor repercusión si no fuera por su pasado: ella misma fue la promotora del agravio diplomático que exigía al rey de España pedir perdón por la Conquista. ¿Cómo se explica que quien acusó al país ibérico de masacres históricas ahora busque cobijo legal bajo esa misma bandera? ¿Conciencia de clase o conveniencia estratégica?
INCONGRUENCIA La incongruencia no se detiene ahí. Senadores y diputados morenistas han sido vistos viajando en primera clase, portando ropa de diseñador y joyería fina. Basta observar al círculo cercano de Claudia Sheinbaum: secretarios de Estado y legisladores que presumen relojes de lujo, camionetas blindadas, guaruras, viáticos generosos y trajes importados. La austeridad republicana, ese concepto que en su momento parecía revolucionario, ha devenido en un disfraz hipócrita. Hoy, los privilegios no desaparecieron: cambiaron de manos.
LA NUEVA ARISTOCRACIA La 4T prometió acabar con la “mafia del poder”, pero terminó reemplazándola por una nueva mafia institucional, más agresiva en el discurso, pero igual de beneficiada por los recursos públicos. El caso de Gutiérrez Müller es apenas el reflejo más reciente de un proyecto político que exige sacrificios al pueblo mientras sus líderes se reservan el derecho de vivir como aristócratas.
MAS ESCÁNDALOS QUE RESULTADOS La 4T exige ahora unidad nacional, como si no hubiera sido ella quien sembró el odio, dividió al país en buenos y malos, y redujo el debate público a gritos y etiquetas. Hablan de reconciliación mientras siguen insultando a la oposición, a los empresarios, a los medios, a los ciudadanos críticos. ¿Unidad para qué? ¿Para blindar a personajes como Cuauhtémoc Blanco, Rubén Rocha o Adán Augusto, cuya gestión suma más escándalos que resultados? ¿Para proteger a quienes han pisoteado la ley mientras abrazan a criminales y persiguen a jueces?
TRAGEDIA MORAL Nos piden creer en “el sueño mexicano” de la 4T, pero ese sueño se parece más a una pesadilla con sello del crimen organizado. Mientras hablan de soberanía, ceden territorios y políticas a los cárteles. Mientras critican a Trump por xenófobo, abandonan a los migrantes con dos mil pesos y una afiliación a un sistema de salud colapsado. ¿Y la cultura? Dicen que tenemos más que EE.UU. porque poseemos pirámides y calendarios prehispánicos, pero esa grandeza histórica no sirve de nada si se gobierna con mitos y ocurrencias. La 4T no transformó al país: transformó sus vicios en dogma y sus privilegios en derecho hereditario. Esa es la tragedia moral de la Cuarta Transformación: haber convertido el idealismo en cinismo, y la justicia social en un privilegio de los suyos.
Hasta mañana.