Animales exóticos también huyen de la violencia en Culiacán

Tigres, jaguares, elefantes y otros animales exóticos han sido evacuados de Culiacán, Sinaloa, debido a la violencia provocada por el conflicto interno del Cártel de Sinaloa. Estos ejemplares, muchos rescatados de circos o decomisados a criminales, vivían en el Santuario Ostok, ubicado a las afueras de la ciudad, hasta que la inseguridad obligó a trasladarlos.

Veterinarios y cuidadores comenzaron esta semana la reubicación de más de 700 animales hacia una reserva natural en Mazatlán. El traslado incluyó grandes felinos, primates y hasta elefantes, en una operación silenciosa y cuidadosamente planeada por miedo a represalias.

Ernesto Zazueta, presidente del Santuario Ostok, explicó que el conflicto entre dos facciones del Cártel de Sinaloa ha generado amenazas, bloqueos de suministros y enfrentamientos que ponían en riesgo tanto a los trabajadores como a los animales. “Nunca habíamos vivido niveles de violencia así. Tuvimos que tomar esta decisión para protegerlos”, declaró.

El santuario se encontraba cerca de Jesús María, bastión del grupo de “Los Chapitos”, lo que los dejó en medio de balaceras, helicópteros sobrevolando la zona y constantes amenazas. En algunos momentos, el personal no podía llegar a alimentar a los animales, provocando estrés, pérdida de pelo y hasta la muerte de algunos ejemplares.

Además del peligro, el número de animales rescatados ha aumentado. Muchos fueron abandonados por miembros del crimen organizado, como un tigre de Bengala encadenado en una plaza tras una balacera. También han recibido amenazas telefónicas y extorsiones para evitar que “toquen” a las antiguas mascotas de los capos.

La situación se volvió insostenible cuando una de las elefantas del refugio se lesionó la pata y no pudieron conseguir un veterinario dispuesto a entrar a Culiacán por temor a la violencia. Ahí decidieron que no podían seguir más.

Aunque el traslado a Mazatlán brinda esperanza, los responsables temen que la violencia se extienda también hasta allá. “Aquí ya es insoportable”, dice Diego García, rescatista del santuario. “Mazatlán no es perfecto, pero es más estable”.

El gobierno estatal no ha respondido a los llamados de auxilio del santuario. Sin respaldo y con el temor constante, los cuidadores decidieron actuar por su cuenta, con la esperanza de que sus animales finalmente encuentren paz en un nuevo hogar.

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