DE LA INVESTIGACIÓN Y LA REALIDAD PROFESIONAL PARA EL DISEÑO

Arquitectos del Nuevo Milenio, OPINION

Arquitectos del Nuevo Milenio
Por D. I. Claudia Ramírez Martínez
Cuando la realidad nos rebasa en situaciones de salud, comprendemos que lo que podemos investigar de manera individual se vuelve absurdo y difícilmente remediará algo. Asumimos que los esfuerzos de investigación son costosos, y que se asumen por el estado como una responsabilidad social. Intento explorar el vínculo que debe existir entre la investigación y la realidad profesional para el diseño.
¿Para qué medir a las personas? y más aún, ¿se puede? y cómo medir a las personas en movimiento para diseñar, ya sea en arquitectura, en diseño urbano, gráfico o industrial? Cuando hago esta pregunta a mis colegas, las respuestas parecerían evidentes, a situaciones que pueden tratase con algo de conocimiento en ergonomía, entendido el conocimiento como antropometría aplicada, en el mejor de los casos. Está bien, aceptemos que tenemos limitantes de conocimiento y supongamos algunas situaciones cotidianas en la casa, en la calle, en el camino al trabajo, en fin, pensemos en una actividad para analizarse.
Me puedo quejar, y sin lugar a duda lo hago, sobre lo mínimo de mis espacios de trabajo, pero si en esta semana tuve que ir a una oficina de gobierno en México; observé que los lugares de trabajo estaban mal, porque las distancias son tan cortas entre un escritorio y otro que no deja lugar para una necesidad de espaciado. Había en esa oficina ocho escritorios en un espacio de 8x5metros. Con una cantidad enorme de cajas de documentos entre un escritorio y otro; ciertamente, había repisas, pero estaban hasta la parte más alta de la oficina. Las secretarias y los secretarios, apenas tenían espacio para levantarse de su silla, o para poner por algún rincón su café. Había que agregar un lugar para los accesorios de limpieza de la oficina y alguna silla inservible. ¿Qué falla? Falta información básica para dar el espacio suficiente; analizar que una persona empleada pasa en su lugar, al menos, ocho horas y media al día; que tiene que atender ciudadanos en ese espacio de medio metro, incluyendo su silla y su escritorio. Requiere un espaciado y de alturas adecuadas para sus alcances, esfuerzos y posturas. La respuesta diría todo eso, y probablemente más. Pero ¿le corresponde al arquitecto o diseñador medir, o utilizar las referencias generadas en alguna investigación? Habrá respuestas parciales muy bien dadas, por ejemplo la altura del escritorio sin duda ha sido bien estudiada, las sillas secretariales igualmente, pero el problema queda, a todas luces, sin resolverse. En lo personal creo que es más caro intentar investigar caso por caso, que emplear el resultado de información adecuada, me gusta más decir utilizar datos específicos para el problema que observamos en diseño. Pues en parte, esta es una de las razones por las que propusimos la creación del laboratorio de cineantropometría y de simulación de diseño en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, partiendo desde las situaciones que tenemos día a día en la Facultad del Hábitat. Como respuesta a un análisis detallado de movimientos de las personas, en situaciones específicas, para dar una respuesta en diseño que pueda ser de utilidad y que utilice una tecnología lo más actual posible. La parte analítica siempre implica trabajo, se requerirán protocolos especializados, nuevas propuestas para analizar, esencialmente para conocer las condiciones de movimiento humano. Pensemos ahora en otra situación. El caso de una persona con movilidad reducida de un brazo, por ejemplo. El alcance no será el mismo que una persona de condición sin reducción de movilidad, pero ¿qué tanto? ¿le hacemos al tanteo un escritorio donde se pueda alcanzar lo que necesita? No! Ya tenemos el equipo necesario, habrá que plantear la situación para implementar cómo acercarnos a tal situación. Necesitamos pensar cómo analizaremos y qué resultado esperamos obtener. Cuando visitamos los laboratorios en diferentes estados de la República Mexicana, pude conocer las condiciones y el conocimiento especializado que existen en algunos lugares, mayormente están enfocados en aspectos de salud. Nos dimos cuenta que el término cineantropometría es aceptado con reservas, y se conceptualiza más como kinesiología o cinesiología, en uso para prótesis y órtesis; kinantropometría, en áreas de deportes. Como biomecánica, se implica analizar también bioquímicamente, un aspecto que no dejamos de lado, y que podría incluirse, pero por el momento está en los límites de este nuevo laboratorio. ¿Qué nos espera con el proyecto del laboratorio? Yo pensaría en un trabajo conjunto entre áreas del conocimiento múltiples, conocimiento médico, de ingeniería, estadístico, generación de imagen y aplicación en simulación; validación de diseño, entre algunas otras.
Es necesario pensar en que ya hay antecedentes de esta intención de análisis de movimiento y conocimiento en diferentes lugares en San Luis Potosí. Sin ir muy lejos, el trabajo que ha realizado el CREE del Gobierno del Estado, ha sido sumamente importante, no únicamente en el estado de San Luis Potosí; los trabajos de análisis de movimiento y de imagen de la Facultad de Ingeniería, que han tenido el giro de desarrollo tecnológico; las propuestas biomédicas no podríamos descartarlas. Requerimos por supuesto de calculistas, de expertos en instrumentación electrónica, de implementaciones tecnológicas, de mentes abiertas a nuevas propuestas. Creo que es un buen momento para que rechacemos limitantes de conocimiento; probablemente, también de tecnología que en la investigación en el país nos ha pesado, y que busquemos la manera de superarlas. Sabemos que contamos con las colaboraciones y la experiencia de los mejores laboratorios del país para avanzar en el análisis de movimiento, ahora depende de cada uno de nosotros como profesionales y como investigadores. Cuando en la práctica profesional nos damos la posibilidad de dudar de alguna actividad, mi invitación es a hacer la pregunta, a progresarla y señalar si no existe una respuesta, comunicarlo y proponerlo en un protocolo de investigación para mejorar nuestro entorno. Necesitamos asumir que la investigación implica también mejorar nuestras condiciones de vida.

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