POPOL VUH 158

DESTACADOS, OPINIÓN, POPOL VUH

Por Mario Candia

25/06/25

ADIOS CONEVAL Hay crímenes que no derraman sangre, pero que tienen consecuencias fatales. La desaparición del CONEVAL aprobada por Morena en el Congreso no es una simple reingeniería administrativa: es el crimen perfecto del poder que decide eliminar al testigo incómodo. Porque cuando un régimen ya no puede cambiar la realidad, opta por cambiar la forma de medirla. Si la pobreza no se ve, no existe; si nadie la cuantifica, nadie la cuestiona.

LOS OTROS DATOS Desde su creación en 2004, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social fue una de las pocas instituciones capaces de hablarle con datos al poder. Medía la pobreza no sólo por ingresos, sino por carencias en salud, educación, vivienda, alimentación, seguridad social y servicios básicos. Era, en el mejor sentido del término, una conciencia técnica de lo que los gobiernos preferían callar. Hoy, al ser eliminado, no sólo se mata al mensajero: se destruye la posibilidad misma de contar una historia distinta a la que dicta el guion oficial de los otros datos.

LA CRÍTICA En tribuna, la diputada de Morena Antarez Vázquez defendió la desaparición del CONEVAL señalando que “según cifras arrojadas por dicho organismo, más de 55 millones de personas se quedaron sin acceso a servicios de salud tras la desaparición del Seguro Popular”. Y tenía razón. Pero en lugar de asumir la crítica y corregir el rumbo, el gobierno decidió cancelar al crítico. Lo que en otros tiempos hubiera sido motivo de alarma y corrección, hoy se convierte en argumento para desaparecer al evaluador.

LAS ÚLTIMAS CIFRAS Los últimos datos del propio CONEVAL son demoledores: entre 2018 y 2022, la pobreza multidimensional bajó del 41.9 al 36.3 por ciento, lo que representó una reducción de más de cinco millones de personas. Sin embargo, la pobreza extrema —la más dolorosa, la más letal— aumentó de 8.7 a 9.1 millones de personas. Es decir, 400 mil mexicanos más en situación de miseria absoluta. Y el dato más alarmante: la carencia por acceso a servicios de salud pasó del 16.2 al 39.1 por ciento, lo que significa que más de 30 millones de personas perdieron el derecho a atención médica pública en sólo cuatro años. Esta es la verdadera cifra que el poder no toleró.

USO ELECTORAL El colmo de la ironía es que estos mismos datos fueron usados por el propio gobierno para presumir que 8 o hasta 11 millones de personas habían salido de la pobreza, según estimaciones del Banco Mundial y del mismo CONEVAL. Esa fue su bandera, su propaganda, su consigna de victoria. Pero ahora, cuando los números dejaron de ser útiles y comenzaron a ser incómodos, el organismo que los generó se volvió prescindible, sospechoso, neoliberal.

INEGI Nos dicen que sus funciones pasarán al INEGI. Que ahora será una cuestión de estadística y no de evaluación. Como si bastara con contar pobres, sin entender por qué lo son. Como si fuera lo mismo medir la pobreza que analizar las políticas públicas que la provocan o la perpetúan. Lo que realmente se elimina es la interpretación crítica, el cruce de datos con decisiones de gobierno, la conexión entre resultados y responsables.

CONDICIONAR LEALTADES Morena no sólo mató al CONEVAL. Mató la posibilidad de tener un contrapeso técnico, una brújula ética y una voz incómoda. Desapareció al organismo que evidenciaba que la pobreza en México no se ha superado, sino que se ha administrado electoralmente. Porque esa es la esencia de la Cuarta Transformación: no erradicar la pobreza, sino repartirla de manera estratégica para condicionar lealtades, otorgar favores y castigar disidencias.

LA INVISIBILIDAD Y eso es lo que convierte este acto en un crimen perfecto: no hay víctima visible, pero sí millones de invisibilizados. No hay sangre, pero hay millones de mexicanos que ya no tendrán quién cuente su carencia. En el altar de los otros datos, la pobreza extrema ya no será un problema que atender, sino una cifra que ocultar. Y cuando la realidad estorba, el gobierno prefiere destruir el termómetro antes que bajar la fiebre.

Hasta mañana.

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