La polémica en torno al expresidente Donald Trump y su relación con Jeffrey Epstein ha provocado una fuerte reacción, incluso entre sus propios seguidores. El caso ha generado nuevas dudas, críticas internas y una fractura en la base republicana que parecía inquebrantable. Todo comenzó con la promesa de Trump de revelar documentos secretos sobre Epstein, una promesa que terminó en decepción.
Durante años, Trump alimentó teorías sobre una supuesta red de pedofilia dentro del Partido Demócrata relacionada con Epstein. Pero ahora, algunos conservadores le exigen explicaciones sobre su propia conexión con el caso, incluyendo viajes registrados en el avión de Epstein y viejas fotografías junto a figuras como Ghislaine Maxwell, quien hoy cumple una condena por tráfico sexual de menores.
El escándalo ha tomado fuerza otra vez gracias a encuestas que muestran que la mayoría de los estadounidenses cree que el gobierno de Trump ha ocultado información clave sobre los clientes de Epstein. Según datos recientes de Reuters/Ipsos, el 69% de los encuestados opina que hay datos encubiertos, y solo el 17% aprueba cómo Trump manejó el tema.
En su círculo más cercano también hay figuras republicanas que han sido relacionadas con el caso. Alexander Acosta, quien fue su secretario de Trabajo, renunció tras conocerse que en 2008, como fiscal, negoció un acuerdo que permitió a Epstein evitar cargos mayores. A esto se suman nombres como Dan Bongino y Kash Patel, que antes defendían las teorías conspirativas y ahora, desde puestos clave en el gobierno, piden dejar el tema atrás.
Trump conoció a Epstein en los años 80, cuando ambos eran parte de la élite social de Nueva York y Palm Beach. En una entrevista de 2002, Trump lo llamó “un tipo fantástico”, y destacó su gusto por mujeres jóvenes. A lo largo de esa década, se les vio juntos en fiestas y eventos, incluso en Mar-a-Lago, club privado del expresidente. Sin embargo, cuando estallaron las acusaciones formales contra Epstein, Trump cambió radicalmente su discurso y aseguró que llevaba años sin tratarlo.
Aunque al principio prometió desclasificar documentos secretos sobre Epstein si ganaba las elecciones, una vez en el poder su gobierno informó que no existía tal “lista secreta de clientes”. Esto generó una ola de críticas de parte de los que esperaban que Trump revelara “la verdad”. Pero lejos de asumir una postura conciliadora, el presidente tildó de “engañados” y “tontos” a quienes insisten en exigirle respuestas.
Una de las frases que más incomodó fue su comentario sobre Maxwell en 2020, cuando dijo públicamente “le deseo lo mejor”, a pesar de que ella enfrentaba cargos graves. Estas palabras, junto con su falta de interés en continuar con las investigaciones, han sido vistas por muchos como una forma de proteger a personas de su entorno.
Con figuras como el presidente de la Cámara, Mike Johnson, pidiendo transparencia sobre los archivos de Epstein, el Partido Republicano se encuentra dividido entre quienes quieren seguir investigando y quienes prefieren cerrar el capítulo. La presión de parte de los votantes más conspirativos, incluidos seguidores de QAnon, ha dejado claro que no todos están dispuestos a dejar el tema atrás.
El juicio de Ghislaine Maxwell reveló que Trump voló al menos siete veces en el jet privado de Epstein, aunque él lo niega. Los registros indican que en algunos de esos vuelos lo acompañaban miembros de su familia. Aunque no hay pruebas de delitos cometidos por Trump en esas ocasiones, su nombre aparece junto al de otras figuras como Bill Clinton, el príncipe Andrés de Inglaterra y Robert F. Kennedy Jr.
Al final, Trump calificó el interés por el caso como “una tontería” y un tema “sórdido pero aburrido”, restando importancia a las demandas de quienes le exigen coherencia. Esta postura ha generado enojo en sectores que antes lo apoyaban firmemente y que hoy se sienten traicionados. Para muchos, la negativa de Trump a seguir hablando del caso no ha apagado el escándalo, sino que lo ha hecho aún más visible.
La controversia con Epstein no solo afecta la imagen del expresidente, sino también su liderazgo dentro del movimiento MAGA. Lo que alguna vez fue una bandera de lucha, se ha convertido en una fuente de descontento, y podría influir en el rumbo de su campaña rumbo a las elecciones de 2024.