El empaque de los productos Bimbo ha cambiado de forma notable a lo largo del tiempo, adaptándose a los avances tecnológicos, a las nuevas tendencias de consumo y a las regulaciones de salud. Desde su fundación en 1945, la empresa no solo ha transformado la industria del pan, sino que también ha marcado la forma en la que se presentan los productos en los supermercados.
Uno de los momentos más importantes para la imagen de la marca llegó en 1947, cuando nació el Osito Bimbo. Fue creado por la diseñadora Ana María Mata, y desde entonces se convirtió en símbolo de calidez, confianza y cercanía. Su primera aparición fue en un diseño con colores blanco, azul y rojo, lo que dio a los empaques un aspecto más amigable y reconocible.
Durante los años 60, Bimbo consolidó su identidad visual con un diseño característico en rojo y blanco, acompañado de líneas horizontales y con el Osito como protagonista. Esta imagen fuerte permitió que la marca se diferenciara fácilmente de otras en los estantes, logrando una gran conexión con el público.
En las décadas siguientes, los empaques siguieron evolucionando. En los 70, el plástico transparente se volvió el principal material, permitiendo ver el producto y mejorar su conservación. En los 80, el logo ganó fuerza con una tipografía más gruesa y un marco rojo, mientras el Osito mostraba expresiones más detalladas para atraer visualmente a los consumidores.
La estrategia visual se volvió más específica en los años 90, cuando cada tipo de pan comenzó a identificarse con un color diferente: blanco para el pan clásico, verde para el integral y amarillo para productos dulces. Esta codificación facilitó la elección del consumidor y apoyó la expansión de Bimbo a otros países.
Ya en los años 2000, la empresa comenzó a enfocarse en los hábitos alimenticios más saludables, con frases como “100% natural” y “sin conservadores” en los empaques. Los diseños eran más limpios y mostraban con claridad el contenido, respondiendo al interés del público por saber qué estaba comiendo.
En la década de 2010, se modernizó al Osito con una imagen digital más expresiva, mientras que los empaques comenzaron a usar materiales más delgados y amigables con el medio ambiente. La marca buscaba adaptarse a un mundo más consciente del impacto ambiental y a consumidores digitales.
El cambio más reciente llegó con la llegada de los sellos negros de advertencia nutrimental en México durante los años 2020. Estos obligaron a Bimbo a reformular algunos productos y a hacer cambios visuales. En algunos casos, el Osito desapareció temporalmente debido a las restricciones, aunque la esencia de la marca se mantuvo.
En sus primeros días, allá por 1945, Bimbo vendía su pan envuelto en papel celofán transparente, con una etiqueta blanca escrita a máquina. Era un empaque funcional, pero sin diseño. No existía todavía la figura del Osito, y el enfoque era simplemente ofrecer un producto práctico y fresco.
Antes de los empaques modernos, también se usó papel encerado durante los años 50, lo que ayudaba a conservar mejor el pan. Este material permitió incluir diseños más atractivos, con el Osito usando un gorro de chef y un logo en rojo que comenzaba a volverse familiar para todos.
Hoy en día, el camino de Bimbo con sus empaques muestra una historia de adaptación, creatividad y compromiso con la calidad y la sostenibilidad. Aunque los tiempos cambian, la imagen del Osito, los colores y el cuidado en la presentación siguen siendo parte esencial de su identidad.








