POPOL VUH 179

DESTACADOS, OPINIÓN, POPOL VUH

Por Mario Candia

23/07/25

ECOLOGISTA En sus estatutos, el Partido Verde Ecologista de México (PVEM) promete luchar por la preservación del medio ambiente, impulsar leyes sostenibles, educar a la ciudadanía en temas ecológicos y defender el equilibrio de los ecosistemas. En la práctica, ha sido el más depredador de los parásitos políticos: un partido sin principios, sin ética, sin vergüenza. Su bandera es el verde, pero no el de los bosques: el de los billetes.

FLEXIBILIDAD IDEOLÓGICA Nacido en 1986 como una rareza electoral, el PVEM se vendió a sí mismo como la conciencia ambiental de México, cuando en realidad fue concebido desde el inicio como una franquicia familiar. Su cacique eterno es Jorge Emilio González Martínez, apodado “El Niño Verde”, heredero de un negocio disfrazado de partido. En sus manos, el PVEM nunca fue más que una concesión: un membrete con registro legal que alquila su sigla a quien pague más, con la flexibilidad ideológica de un vendedor ambulante. Hoy apoya a Morena con la misma pasión con la que ayer defendió al PRI, y antes al PAN. No hay convicciones, solo facturas.

SIMULACIÓN El colmo de la simulación es que, pese a su nombre y supuesta razón de ser, el Partido Verde jamás ha encabezado una cruzada ambiental seria. No hay una sola ley de trascendencia ecológica impulsada desde sus filas. Nada sobre deforestación, ni sobre la contaminación industrial, ni la protección de especies, ni el colapso climático. Lo más recordado que han promovido es la prohibición de animales en circos y, paradójicamente, la pena de muerte, una aberración jurídica que no solo desmiente su vocación “ecologista”, sino que reveló su apetito populista. Como si el medio ambiente fuera solo una excusa en su nombre, como si la vida humana fuera descartable en un partido que se dice defensor de la vida natural.

ESCÁNDALOS Su historia es un álbum de escándalos: sobornos videograbados, como aquel de Jorge Emilio negociando permisos ilegales en Cancún; tarjetas de regalo “Premia Platino” a cambio de votos; contratos con influencers para violar la veda electoral en plena jornada; desvíos multimillonarios en Chiapas durante el gobierno de Manuel Velasco. El INE los ha multado con cientos de millones de pesos, sin que eso les quite el registro. ¿Por qué? Porque son útiles. Porque en cada sexenio saben acomodarse, reptar y seducir al nuevo emperador. Hoy están con Sheinbaum como estuvieron con Fox, Calderón, Peña y López Obrador. Su verdadera habilidad ha sido siempre sobrevivir.

SAN LUIS POTOSÍ Su única gubernatura “propia” la ganaron en 2021, aquí en San Luis Potosí, con Ricardo Gallardo Cardona, quien ha instaurado un gobierno de populismo asistencialista, basado en el culto a la personalidad, y el uso sistemático del poder para blindar negocios. Una estructura de corte patrimonialista que opera con la bandera del Verde, pero que podría portar cualquier otro color. El partido le sirve como coartada institucional.

AFILIADOS A agosto de 2023, el PVEM reportó más de 592 mil afiliados ante el INE, pero nadie los ve en las calles defendiendo bosques ni exigiendo justicia ambiental. No hay una militancia real, sino un aparato corporativo usado para negociar posiciones. En el Congreso votan como les ordenan, en los estados sirven como comparsa. Son un engranaje decorativo del oficialismo, con la ventaja de que pueden traicionar sin traicionar, porque nunca han tenido lealtades.

FRANQUICIA El Partido Verde no es un partido: es un negocio familiar con franquicias en varias entidades, una maquinaria electoral que se adapta como virus al cuerpo que lo hospeda. Su hipocresía es total, su discurso una farsa, su ecologismo un pretexto. En vez de sembrar árboles, siembran candidaturas; en vez de defender la biodiversidad, defienden sus cuotas; en vez de proteger el planeta, protegen su registro.

CAMALEÓN En un país donde los partidos deberían representar causas y compromisos, el PVEM representa el fracaso del sistema político para distinguir entre representación y simulación. Es el camaleón sin selva, el ecologista que mata el bosque, el socio perfecto de cualquier poder que esté dispuesto a pagar el precio de su lealtad alquilada.

Hasta mañana.

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