POPOL VUH 182

Por Mario Candia

29/07/25

SOBERBIA Decía San Agustín que la soberbia no es grandeza, sino hinchazón: lo que está hinchado parece grande, pero está enfermo. No hay diagnóstico más preciso para describir el momento actual de la llamada Cuarta Transformación. Morena ha confundido la victoria con la impunidad, la popularidad con el derecho a no rendir cuentas, y el mandato del pueblo con la licencia para hacer lo que les venga en gana. En este delirio de omnipotencia, sus líderes ya no escuchan ni razonan: responden con soberbia.

NOROÑA Ahí está Gerardo Fernández Noroña, defendiendo el viaje de Andrés López Beltrán a Tokio con el mismo fervor con el que antes denunciaba los lujos de los hijos de la “mafia del poder”. Ahora justifica con furia lo que antes hubiera llamado escarnio. La soberbia lo ha llevado a pensar que el pueblo ya no cuestiona, que está domesticado.

DATO PROTEGIDO Sergio Gutiérrez Luna, por su parte, se lanza contra los medios que osaron ventilar los privilegios de su esposa, conocida como “Dato Protegido”, como si se tratara de una cábala sagrada intocable. En lugar de transparentar, ataca. La soberbia no tolera el escrutinio, porque se alimenta del autoengaño.

LA UNIDAD La presidenta Sheinbaum, que comenzó su mandato vendiéndose como paladina de la honestidad, ha optado por guardar un cómplice silencio frente a los escándalos de sus correligionarios. Ha preferido proteger la unidad del movimiento antes que la coherencia moral. Las palabras de su investidura han quedado sepultadas bajo la arrogancia de su propio grupo.

VERACRUZ Rocío Nahle, mientras tanto, se atreve a afirmar que Irma, la mujer taxista amedrentada por criminales en Veracruz, murió por un infarto. Como si el miedo no matara. Como si la violencia no dejara huellas invisibles. Esa afirmación, además de inhumana, es funcional: si fue infarto, no hay delito. Si no hay delito, no hay responsables. Y así, la soberbia se convierte en el mejor abogado del crimen.

CDMX Clara Brugada no se queda atrás. Ha enviado a su secretario general a desacreditar el trabajo de la alcaldesa de la Cuauhtémoc por haber retirado las estatuas de Fidel Castro y el Che Guevara. No defiende el debate, impone la nostalgia. La soberbia de la izquierda mexicana radica en su incapacidad para cuestionarse: se sienten herederos exclusivos de la virtud histórica, aunque la historia les demuestre lo contrario.

COLOMBIA Y mientras eso ocurre en México, en Colombia la justicia alcanza a Álvaro Uribe, expresidente de derecha. Allá, el poder también fue soberbio y ahora responde ante los tribunales. Paradójicamente, sucede en un momento en que la izquierda de Gustavo Petro está en picada y la derecha se fortalece. Un mensaje doble: ni el pasado se salva del juicio, ni el futuro está garantizado por la ideología.

VENEZUELA En Venezuela, el rostro de Nicolás Maduro aparece de nuevo en carteles de “SE BUSCA”. Estados Unidos ha renovado la recompensa de 25 millones de dólares por información que lleve a su captura. Marco Rubio ha declarado que Maduro no es presidente, sino cabecilla de un cartel narcoterrorista. Y sin embargo, el hombre se pasea en actos públicos con una seguridad patética, blindado por un aparato propagandístico que insiste en llamarle “jefe de Estado”. La soberbia es tan eficaz que logra que hasta los delincuentes crean que son estadistas.

ARROGANCIA La soberbia no solo precede a la caída: la niega, la ignora, la acelera. Y Morena, en su espiral autocomplaciente, no está gobernando, está pontificando. Como si el poder fuera eterno, como si la historia no se cobrara las cuentas. Pero la historia tiene buena memoria. Y cuando despierta, no perdona la arrogancia.

Hasta mañana.

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