El fenómeno migratorio no solo se refleja en remesas o en el número de personas que buscan mejores oportunidades en Estados Unidos, también en las despedidas definitivas. Desde 2010, San Luis Potosí ha recibido los cuerpos de 3,002 connacionales que fallecieron en el vecino país del norte, de acuerdo con cifras de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE).
Las estadísticas revelan una constante desigualdad entre géneros: 2,373 de los casos corresponden a hombres, lo que representa el 79%, mientras que 629 fueron mujeres, equivalente al 21%. Esta diferencia se ha mantenido en el tiempo, con años extremos como el 2020, cuando 150 de los 151 casos registrados fueron varones, es decir, el 99.3%.
El año más alto en repatriaciones fue 2014, cuando se contabilizaron 156 traslados, seguido de 2020 con 151, justo en plena pandemia. En contraste, 2025 marca la cifra más baja en 15 años, con apenas 76 casos reportados.
La presencia de San Luis Potosí en estos registros muestra el papel del estado como tierra de origen de miles de migrantes. Sin embargo, también evidencia las condiciones difíciles que muchos enfrentan en el extranjero, pues las causas de estas muertes abarcan problemas de salud, accidentes laborales y de tránsito, violencia, y la falta de acceso a servicios médicos, además de factores culturales y familiares que motivan el retorno de los restos.
Aunque la mayoría de los casos corresponde a hombres, en 2015 se dio un repunte en el número de mujeres repatriadas: 46 en total, lo que representó casi el 30% de ese año.
Si bien a partir de 2016 comenzó una disminución gradual en el número de traslados, durante el primer lustro de la década anterior era común que se superaran los 140 casos anuales.
Detrás de las cifras frías, los datos permiten dimensionar el costo humano de la migración potosina. Miles de familias han recibido a sus seres queridos sin vida, lo que recuerda que la historia de quienes parten en busca de mejores condiciones no siempre termina con éxito.