Con la gente ahogada (en quejas), nadie tapa a Pozos.

El Radar

Por Jesús Aguilar

X @jesusaguilarslp

Villa de Pozos dejó de ser una de las 3 delegaciones de la capital potosina: desde el 22 de julio de 2024 es el municipio número 59 de San Luis Potosí. Dista de ser realmente una conquista histórica para su gente, el nivel de participación en el plebiscito que avaló su creación sigue siendo el mal augurio de lo que hoy se percibe, tan solo 1 de cada 10 poceños opinó sobre su creación y hoy seguro se arrepienten por no haber dicho que no.

Hoy a la hora de comenzar a “rendir cuentas” surge el espejo que revela la tensión entre autonomía prometida y realidades incómodas para quienes impulsan el gobierno estatal.

Los orígenes del cambio

Durante décadas, Villa de Pozos fue una zona densamente poblada, con zona industrial, servicios crecientes y comunidades que crecían al margen de la planeación urbana. En 1927 se reconocía como hacienda, posteriormente municipio; en 1946 su estatus municipal fue suprimido. En torno a 2022, el gobernador Ricardo Gallardo Cardona, ante algunas voces  ciudadanas y una clara intención político electorl al futuro propuso una iniciativa al Congreso para devolverle su status municipal. El Congreso aprobó la reforma, con 21 votos a favor y una abstención. Hasta que haya elecciones constitucionales en 2027, Villa de Pozos estará gobernado por un Concejo Municipal designado. Su primera cabeza es la ex candidata oriunda de Charcas, Teresa Rivera.

Lo que prometieron y lo que vino

Se anunció que la municipalización traería servicios públicos más cercanos, justicia administrativa, atención a colonias populares, mayor representatividad, y uso directo del presupuesto para enfrentar rezagos.

Sin embargo, los vecinos pronto comenzaron a ver grietas en esa promesa:

  • Déficit administrativo: desde el arranque, Villa de Pozos tiene falta de personal; algunas funciones esenciales no pueden cubrirse porque no existe aún la Ley de Egresos local que permita contratar.
  • Servicios básicos deteriorados: agua potable, alumbrado, recolección de basura, seguridad, drenaje… muchas colonias populares aseguran que estos servicios han empeorado tras la municipalización. Lo que se esperaba ganar en atención, algunos dicen que lo han perdido.
  • Presión política interna: vecinos demandan que los nuevos funcionarios sean originarios de la demarcación, que no intervengan los partidos políticos en la designación del Concejo Municipal, que haya consenso y representación auténtica.
  • Responsabilidades y deudas heredadas: uno de los puntos de fricción es que Villa de Pozos, al separarse, se “hereda” parte de la infraestructura y obligaciones que antes gestionaba la capital. Pero legalmente no puede asumir deudas previas, según diputados que citan leyes estatales y la Ley de Disciplina Financiera.

Para el gobierno Gallardista, esta división del mapa municipal representa un doble filo:

Por un lado, se presenta como cumplimiento de promesas de transformación, descentralización y justicia para zonas urbanas densas que han sido marginadas. Es un discurso de autonomía, de gobernanza más cercana, de empoderar comunidades.

Por otro lado, es incómodo porque:

  • Implica más responsabilidad administrativa, mayor transparencia exigida, mayor presión ciudadana para resultados tangibles.
  • Significa repartir presupuesto, ingresos, e incluso cuotas de participación federal/ estatal de una manera distinta: Villa de Pozos dejará de depender del municipio de la capital, lo que resta “mano” al gobierno municipal anterior.
  • La falta de preparación para asumir funciones ha generado costos políticos: vecinos molestos por servicios incumplidos, promesas que no se cumplen, tensión entre quienes confiaron en el cambio y quienes sospechan que fue solo un acto simbólico más.

Si Villa de Pozos quiere realmente consolidarse como un municipio funcional y digno, no solo como etiqueta, necesita:

  1. Presupuesto suficiente y oportuno: que la Ley de Coordinación Fiscal, participaciones y recursos estatales estén garantizados, sin demoras, para cubrir obligaciones básicas y estructura municipal.
  2. Infraestructura institucional sólida: oficinas, personal capacitado, reglamentos locales claros, policía municipal, recaudación, servicios públicos propios. No depender de la capital para lo esencial.
  3. Representación auténtica: funcionarios originarios o al menos muy vinculados con Pozos, que conozcan calles, necesidades, tradición, con capacidad de diálogo real con colonias.
  4. Rendición de cuentas visible: que los vecinos vean avances reales: calles pavimentadas, agua potable, drenaje, basura recogida, seguridad con presencia policial local.
  5. Planeación urbana y territorial: evitar el desorden, el crecimiento sin infraestructura, la expansión improvisada. Villa de Pozos debe planear su desarrollo con visión de largo plazo, no solo reaccionar.

Villa de Pozos ya no es una aspiración: es una realidad legal, constitucional. Pero la autonomía no se demuestra con decretos, sino con servicios reales y gobierno cercano. El reclamo de varios regidores como Dante Allan, Gerardo Ávila, Maribel Lemoine, María Guadalupe Hernández, Julie Carrillo y Gaspar Méndez que no avalaron el script que quiso presentar la alcaldesa concejal Teresa Rivera es símbolo de que al menos la condición real que ahí subsiste es absolutamente insostenible.

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