Por unanimidad, el Congreso del Estado aprobó una reforma a la Ley de Protección a los Animales de San Luis Potosí que prohíbe la venta de animales por cualquier medio digital, salvo que se cuente con un permiso expedido por la autoridad competente.
La medida, impulsada por la diputada Martha Patricia Aradillas Aradillas, busca frenar el comercio informal, el maltrato y la explotación animal que se han extendido en redes sociales y plataformas en línea.
“Esta reforma contribuye a la protección de los derechos de los animales y al fortalecimiento de una sociedad más ética y consciente”, afirmó la legisladora.
No obstante, especialistas advierten que el desafío será la vigilancia y sanción efectiva de un mercado digital que opera en la informalidad, con anuncios anónimos y cuentas falsas que escapan del control estatal.
Organizaciones animalistas celebraron la medida, pero advirtieron que sin campañas de educación, monitoreo constante y aplicación de sanciones, la reforma podría quedarse en el papel. Además, señalaron que muchas ventas ilegales se encubren bajo la figura de “adopciones con cuota de recuperación”, lo que dificulta su rastreo.
En los últimos años, la venta de animales en redes sociales se ha vuelto una práctica común, desde cachorros de raza hasta especies silvestres, muchas veces sin control veterinario ni permisos ambientales. Esto ha derivado en criaderos clandestinos, abandono de mascotas y riesgos sanitarios por falta de vacunación y control de enfermedades.
De acuerdo con la exposición de motivos, el comercio digital facilita el tráfico ilegal de especies y fomenta compras impulsivas que terminan afectando el bienestar animal y la salud pública. Sin embargo, la legislación aún enfrenta vacíos, especialmente en la detección y persecución de cuentas en plataformas cerradas o extranjeras.
La reforma al artículo 119 de la Ley representa un avance simbólico y jurídico importante, pero el verdadero reto será traducirla en acciones concretas que frenen el comercio clandestino y promuevan la adopción responsable.
Mientras tanto, el mercado digital —rápido, anónimo y de alcance masivo— seguirá siendo un refugio para quienes lucran con el sufrimiento animal, a menos que el Estado logre demostrar que su compromiso con una “sociedad ética y consciente” puede sostenerse también en la práctica.