El Radar
¡Feliz cumpleaños, Andrés Manuel! Hoy, 13 de noviembre de 2025, el “mandamás de facto” del país sopla 72 velitas —o mejor dicho, dinamitas prendidas— mientras el Palacio Nacional se transforma en una fortaleza de cumpleaños blindada.
Porque nada se siente más festivo que la colocación de vallas metálicas de tres metros que cubren el principal escenario del país, así como transformaron el Zócalo en set de una secuela de Mad Max: La Mañanera Apocalíptica.
Siguiendo la línea de su mentor —el gran titiritero de la 4T que, aunque ya no está en el cargo, sigue dirigiendo el circo desde su hamaca en Palenque—, la presidenta Claudia Sheinbaum respondió con desdén y ataques a quienes planean manifestarse este sábado bajo la bandera de la Generación Z. ¿Manifestación? ¡Por favor! Eso es solo una piñata sorpresa para el cumpleañero, llena de confeti anti-sistema.
Afuera de Palacio Nacional —su oficina y residencia, que ahora parece un Airbnb para dictadores jubilados— amanecieron esas vallas tan altas que hasta los drones de la CFE se atascan. El cierre fue tan apresurado que varios vehículos quedaron atrapados dentro, como invitados ebrios en una boda de pueblo que se les olvida la hora.
Una escena que recuerda muros de otras épocas, levantados por miedo y no por fuerza… o tal vez por el pánico de que la “Generación Z” —esos millennials tardíos nacidos post-1997, que crecieron con TikTok en vez de tortillas— llegue con filtros de Snapchat y hashtags que duelan más que un taco de canasta en descomposición.
Y es justo el temor lo que se respira en el gobierno federal ante una convocatoria inédita, promovida por jóvenes y colectivos urbanos, sin un liderazgo visible. ¡Ay, qué horror! Jóvenes sin jefe, sin amo, sin ni siquiera un influencer pagado por Morena. Sheinbaum dice que las vallas protegen a la gente y los edificios. Pero críticos —esos mosquitos zumbadores que no se callan— apuntan que, más bien, protegen al poder de la disidencia. Y advierten que, detrás de los llamados “bloques negros”, muchas veces están operadores del propio sistema, que infiltran las protestas para reventarlas y sacar provecho político. Porque, claro, ¿quién necesita espías rusos cuando tienes a un chairo con credencial del INE disfrazado de anarquista?
El gobierno acusa que detrás de la convocatoria hay intereses de la derecha e incluso campañas digitales del extranjero —¡Seguro financiadas por Elon Musk y sus marcianos conservadores!—. Pero no hay pruebas concretas, solo las mañaneras como fiscalía de telenovela. Lo cierto es que los llamados a marchar se han difundido de manera orgánica, sobre todo entre jóvenes marcados por la crisis, la pandemia y el desencanto político. La presidenta los ha llamado “chavorrucos” —un insulto tan retro que parece sacado del manual de AMLO para ofender a la juventud—, pero entre los convocantes hay frentes antiespecistas (que protestan hasta por el veganismo de las vacas), colectivos contra la gentrificación (porque ¿quién quiere Starbucks en la esquina de su tiendita de abuelita?) y grupos de comunicación alternativa. También se suman voces agraviadas por las políticas actuales: desde el Tren Maya que devora selvas como pastel de tres leches, hasta la reforma judicial que convierte a los jueces en marionetas de Palacio.
Mientras tanto, la CNTE —esos maestros eternos que huelgan más que un político en campaña— ya están ahí para su mega plantón queriendo entrar a Palacio a la fuerza. Un movimiento inusual en noviembre, que algunos interpretan como una maniobra del oficialismo para ocupar la plaza y neutralizar la protesta. ¡Brillante! Nada como un bloqueo magisterial para que la Gen Z parezca solo un grupo de adolescentes perdidos en el tráfico. Es el ajedrez de la 4T: mueve peones para que el rey —nuestro cumpleañero AMLO— siga reinando desde las sombras, riéndose con su guayabera mientras el país baila cumbia sobre minas antipersonal.
En este momento del país, justo en el día en que AMLO cumple años y el México post-obradorista finge independencia como un hijo que se muda pero llama a mami cada hora, el análisis satírico es inevitable: un gobierno que levanta muros antes de escuchar no es solo miedoso, es un cumpleañero paranoico que teme que le roben la torta. La 4T prometió “abrazos, no balazos”, pero ahora abraza vallas y balazos verbales a la disidencia.
La economía crece a paso de tortuga con resaca, la inseguridad baila salsa con el narco, y la juventud —esa que AMLO llama “generación de cristal” mientras se queja de sus propios achaques— dice basta con memes y marchas. ¿El resultado? Un México donde el cambio es como la piñata del cumple: parece llena de dulces, pero al final solo salen garbanzos y facturas pendientes.
El sábado todo puede pasar —o tal vez nada, porque en México las protestas son como las promesas electorales: mucho ruido, poco estallido—. Pero el mensaje ya está dado: un gobierno que fortifica el Palacio en cumpleaños ajenos muestra que el miedo también gobierna desde Palacio Nacional. ¡Salud, AMLO! Que tus 72 años sean tan explosivos como esa dinamita en tu pastel imaginario. Ojalá el próximo regalo sea un poquito de autocrítica, envuelta en papel de transformación. ¿O eso ya es pedir demasiado para la fiesta?.
Y en San Luis, el sábado también hay cita, con la Marcha de Batas Blancas alentando el grito por la justicia en el caso de la imperdonable muerte de Jorge Dávila.