POPOL VUH 262

Por Mario Candia

24/11/25

MISS UNIVERSO El país celebró la cuarta corona de México en Miss Universo como si se tratara de un triunfo geopolítico, un bálsamo en medio de la podredumbre institucional. Fátima Bosch, coronada entre luces, lentejuelas y discursos prefabricados de empoderamiento, se convirtió —por unas horas— en el símbolo de que “sí se puede”. Pero en México, donde nada brilla sin sombra, la euforia duró lo que tardó en aparecer un documento de Pemex: un contrato por 745 millones de pesos otorgado en 2023 a una empresa vinculada a Raúl Rocha Cantú, presidente de la organización de Miss Universo… justo cuando Bernardo Bosch Hernández, padre de la reina recién coronada, era directivo de la petrolera.

SOSPECHA Por supuesto que Fátima Bosch es apenas la circunstancia. Como Lupita Jones en 1991, Ximena Navarrete en 2010 o Andrea Meza en 2020 —las tres mexicanas que antes habían ganado el cetro—, ella llegó al escenario mundial acompañada de un discurso sobre el mérito, la disciplina y el “sueño cumplido”. Pero hoy ese sueño se estrella contra una realidad brutal: en este país, hasta las coronas se asignan con sospecha, con el tufo de la influencia, del padrinazgo y del eterno tráfico de favores públicos y privados.

PEMEX El caso es aún más escandaloso porque toca a Pemex, esa empresa “rescatada” que sigue siendo la piñata favorita de los privilegiados del sistema. Si el gobierno presume un combate frontal a la corrupción, ¿cómo explica que un contrato de casi tres cuartos de billón de pesos, reservado en parte por “seguridad nacional”, termine beneficiando a un personaje que preside el certamen que hoy da gloria a México? Nada casual, nada inocente, nada transparente.

TAMPACÁN Y mientras tanto, en la periferia real del país —donde la belleza no paga facturas— un creador potosino de la Huasteca, Fernando Ortiz, diseñó el traje típico que maravilló al jurado. Un hombre de Las Mesas, Tampacán, cuya obra quedó eclipsada por el ruido de los millones y el sospechoso entramado de poder. Él representa lo que México es de verdad: talento sin apellidos influyentes, creatividad sin contratos reservados, mérito sin padrinos. La historia debería ser sobre él, sobre la comunidad que lo vio crecer, sobre la cuarta victoria mexicana. Pero no: es sobre Pemex. Sobre el país donde la corona siempre viene con cláusulas pequeñas.

CORRUPCIÓN Fátima Bosch ganó Miss Universo. Pero México volvió a perder algo más profundo: la posibilidad de un triunfo limpio, sin el inevitable olor a corrupción que este gobierno prometió desterrar y terminó normalizando. Porque aquí —como siempre—, detrás del brillo hay lodo. Y el lodo, a diferencia de las coronas, nunca miente.

Hasta mañana.

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