Por Mario Candia
3/12/25
SALUD La nueva Farmacia del Bienestar presentada hoy en la mañanera parece más un módulo de aeropuerto low cost que la puerta de entrada a un sistema de salud digno. Es el último eslabón de una cadena de marcas: Seguro Popular, INSABI, IMSS-Bienestar, Megafarmacia y ahora mini-farmacias en tiendas oficiales. El logo cambia, la bata cambia, pero el sistema de salud del país sigue en terapia intensiva.
DINAMARCA Los datos son demoledores: la población con carencia de acceso a servicios de salud prácticamente se duplicó desde 2018. Millones de mexicanos dejaron de tener a dónde acudir si se enferman. La promesa de “un sistema como el de Dinamarca” terminó en la hazaña involuntaria de aumentar la exclusión sanitaria mientras el discurso oficial presumía “cobertura universal”.
SARAMPIÓN El brote de sarampión es la radiografía perfecta de ese deterioro. México está a punto de perder la certificación de “país libre de sarampión” por transmisión continua del virus. Hablamos de una enfermedad prevenible con vacunas de hace medio siglo, pero hoy acumulamos miles de casos y muertes que pudieron evitarse. Cuando un virus regresó por la puerta principal, fue porque alguien dejó las ventanas abiertas: recortes, retrasos en campañas de vacunación y negligencia burocrática.
INSABI El fracaso del INSABI no fue una anécdota, fue un desastre medible. Se registraron caídas severas en consultas para enfermedades crónicas y un subejercicio sistemático del presupuesto: menos dinero gastado donde más se necesitaba y un vacío institucional que se tradujo en más enfermos y más muertes silenciadas. Al mismo tiempo, se vació el fondo para enfermedades catastróficas para tapar hoyos operativos, dejando indefensa a la población frente a padecimientos graves y costosos.
MEGAFARMACIA La Megafarmacia del Bienestar fue el emblema perfecto de esa fantasía logística. Una bodega gigantesca, luces, inauguración presidencial… y en la práctica, un call center del desabasto. Miles de llamadas y apenas recetas surtidas. El aparato mediático fue enorme; el resultado práctico, insignificante. Un monumento al autoengaño: el show por encima de la solución.
IMSS-BIENESTAR IMSS-Bienestar heredó ese campo minado. La federalización de los servicios en más de veinte estados llegó sin médicos suficientes, sin medicamentos suficientes y sin reglas claras. Paros, quirófanos cerrados, hospitales sin insumos. Una transición improvisada que dejó a pacientes perdidos entre instituciones y trámites interminables.
FEDERALIZACIÓN Y luego está el dato incómodo: los estados que se negaron a entrar en la dinámica de federalización —Aguascalientes, Chihuahua, Coahuila, Guanajuato, Jalisco, Nuevo León, Querétaro, entre otros— tienen, en general, mejores resultados en cobertura, financiamiento y atención. No son paraísos nórdicos, pero muestran que la centralización no es sinónimo de calidad.
SISTEMA FRACTURADO En ese contexto, las nuevas Farmacias del Bienestar lucen como lo que son: kioscos de plástico montados sobre un sistema fracturado. El gobierno presume módulos nuevos mientras convive con un brote de sarampión, millones sin acceso formal a salud y una megafarmacia semivacía. No necesitamos más mostradores con el logo del sexenio, sino un regreso a lo básico: vacunación universal robusta, financiamiento suficiente y estable, y un sistema que deje de experimentar con la vida de la gente. Dinamarca no se construye con stands promocionales.
Hasta mañana.