El Radar
Por Jesús Aguilar
En San Luis Potosí ya no se discute si habrá o no un “candado de género” para 2027. El debate está resuelto desde antes de nacer: el CEEPAC ya entregó la gubernatura al mundo rosa pastel, disfrazada de paridad, pero construida bajo la sombra de un madruguete político que confirma la peor sospecha: nuestro órgano electoral ya no es un árbitro, sino una ventanilla administrativa más del poder.
La presidenta del CEEPAC, Paloma Blanco, cargará con el “mérito”—o el descrédito—de haber reducido a la institución a su nivel más bajo en 34 años.
En un solo movimiento se tiró por la borda la autonomía que con trabajo se construyó desde 1990, cuando los institutos electorales empezaron a ser pilares de la democracia mexicana. Lo que vimos la semana pasada fue un viraje hacia atrás: un CEEPAC dócil, funcional, oportunista y claramente dispuesto a acomodar la ley al gusto del palacio, no al interés público.
Y entonces, ante el hecho consumado, conviene preguntar:
¿Quiénes son las mujeres que realmente podrían competir por la gubernatura si esta reforma pasa—como evidentemente pasará—porque para eso fue hecha?
La respuesta es el retrato fiel del paisaje político potosino.
PAN: un liderazgo claro, algunas figuras y mucho espejismo
En Acción Nacional la única figura real, con estructura, presencia y autoridad política, es Verónica Rodríguez, senadora y dirigente estatal. No es casual: es la única panista con densidad nacional y con trabajo visible.
Verónica es una gran oradora, pero hoy está enfocada en ser una de las 30 voces nacionales que no terminan de ser contrapeso contra la 4T en el país. Pocas, poquísimas veces la hemos visto con esa enjundia ser oposición en San Luis.
Las demás opciones son poco más que eso: nombres.
• Dos diputadas locales sin arrastre ni narrativa.
• Mireya Vancini, exalcaldesa de Ciudad del Maíz, con impacto acotado.
• Aranza Puente, panista de origen pero sin claridad ideológica: más azul-verde que azul, atrapada entre su grupo y la dirigencia que no es la suya.
¿Hay más? Sí, pero no tienen ni reflejo en el espejo megalómano de la política local. La gubernatura no se gana con entusiasmo: se gana con operación, estructura, voto duro, alianzas y presencia pública. Ninguna de esas piezas, salvo Verónica, aparece en el tablero.
PRI: del tricolor al monocromo
Lo que queda del PRI vive en piloto automático. La candidatura femenina está condicionada a lo que quiera el alcalde Enrique Galindo, líder real del priismo local. Y lo que ha querido—y defendido—es a su esposa, Estela Arriaga.
Aunque el acercamiento con Sara Rocha y el equipo de Alito Moreno ha sido evidente, al PRI se le agotó la fórmula:
Pretender construir una candidata competitiva en ocho meses es tan improbable como lograr transparencia en un país que normalizó la opacidad.
El PRI no tiene figuras; tiene coyunturas. Y ninguna alcanza.
Movimiento Ciudadano: el limbo naranja
El partido naranja tuvo en 2021 a Adriana Marvely Costanzo como candidata a la gubernatura. Hoy está fuera del radar, distante del liderazgo y sin señales de protagonismo.
Los cuadros jóvenes existen, sí, pero carecen de visibilidad, formación o narrativa pública.
MC podría intentar algo distinto: una candidatura realmente ciudadana, ajena a los partidos y al reciclaje político. El problema es que ese tipo de perfiles no se improvisa: se construye, se acompaña y se posiciona. MC no ha hecho ninguna de las tres.
Partido Verde: hegemónico, disciplinado y previsible
El gobernador Ricardo Gallardo intentó deslindarse: dijo que la propuesta del CEEPAC “no tiene dedicatoria”.
Nadie le creyó.
La verdad es sencilla: la candidata del Verde es Ruth González desde 2023, antes incluso de que se anunciara la reforma. Más allá de simpatías o antipatías, hay un dato irrebatible: es la esposa del gobernador, senadora y rostro principal del proyecto transexenal.
El Verde tiene estructura, territorio, recurso, operación electoral y narrativa. La pregunta no es si tienen candidata; es si alguien más tiene cómo competirles.
MORENA: dos liderazgos y un cálculo presidencial
El partido del presidente vive en San Luis un extraño vacío. Las únicas figuras femeninas con presencia, operación y posibilidad real son las hermanas Rodríguez Velázquez: una en la Secretaría General de Gobierno y la otra al frente del partido guinda.
Ambas tienen visibilidad, discurso, estructura y respaldo. Pero su verdadera posibilidad no está en San Luis, sino en Palacio Nacional. En MORENA las candidaturas no se definen por mérito local, sino por alineación federal.
Y en un esquema donde la presidenta Claudia Sheinbaum encabeza el proyecto político más poderoso del país, su palabra pesa más que cualquier encuesta local. Si alguna morenista compite, será porque conviene a la ingeniería del poder, no a la dinámica territorial.
El fondo del asunto: no es paridad, es diseño
La reforma del CEEPAC no es un avance para las mujeres; es un traje a la medida del proyecto gobernante. La paridad verdadera se construye con política pública, espacios, liderazgos y justicia, no con candados que excluyen a la mitad del padrón electoral.
Los nombres mencionados aquí no explican la reforma; la reforma explica por qué se mencionan estos nombres.
La gubernatura de 2027 ya está en modo.
Y lo que se perfila no es una contienda entre mujeres, sino un cálculo entre grupos.
La pregunta no es quién puede competir.
La pregunta es quién puede ganar en un tablero diseñado desde antes de colocar las piezas.
Pero yo insisto, qué sí gobierne una mujer, que realmente represente a las mujeres talentosas, trabajadoras, con alto sentido de la patria y del estado, de la familia y de la necesidad de buscar un gobierno que realmente sea de todas… y de todos.