En medio de una oferta dominada por juguetes electrónicos y dispositivos digitales, los juguetes artesanales de madera continúan resistiendo, aunque cada vez con menor presencia, en la vida cotidiana de las infancias mexicanas. Estas piezas, que durante décadas formaron parte esencial del juego tradicional, hoy enfrentan un proceso de desplazamiento acelerado.
El acceso temprano a celulares, consolas y videojuegos ha transformado la manera en que niñas y niños se entretienen. Especialistas en cultura popular señalan que este cambio ha reducido el interés por juegos físicos y colectivos, afectando directamente a trompos, baleros, yoyos y pirinolas, objetos que requieren movimiento, interacción y tiempo compartido.
Aun con este escenario, la tradición no ha desaparecido por completo en San Luis Potosí. En mercados emblemáticos de la capital, como el República y el Hidalgo, todavía se pueden encontrar juguetes de madera, principalmente durante la temporada decembrina, cuando la demanda aumenta por motivos nostálgicos y culturales.
También en espacios temporales como el Mercado de las Vías, estos juguetes reaparecen como parte de la oferta navideña, convirtiéndose en una alternativa para quienes buscan regalos distintos a los productos industrializados.
Artesanos y comerciantes coinciden en que estos juguetes no solo tienen un valor simbólico, sino que también contribuyen al desarrollo de habilidades motrices, la creatividad y la convivencia entre niñas y niños, aspectos que se pierden con el uso excesivo de pantallas.
Aunque su presencia es cada vez más discreta, los juguetes artesanales de madera siguen encontrando un lugar en los mercados tradicionales y en las celebraciones de fin de año, manteniendo viva una parte del patrimonio lúdico y cultural que forma parte de la memoria colectiva potosina.