por Chencha
Ya ni la muelan.
Con tal de presumir que en San Luis Potosí la impunidad no tiene cabida, medios y las propias autoridades, llenaron sus redes con fotos y hasta videos desde dentro del penal de La Pila, mostrando sin censura al infame “Tiburón” Fernando N., el golpeador consuetudinario que no sabe ponerse con los de su tamaño, y cuyas ansias violentas desahogó contra un joven trabajador de 15 años de edad en un Subway, el pasado lunes 31 de julio.
Veremos si la exposición explícita, sin la mínima precaución por el debido proceso, termina favoreciendo a este individuo que, como bien dijo la madre de la víctima en una entrevista para un medio nacional: no tiene cabida en nuestra sociedad.
La defensa del energúmeno, solicitó la duplicidad del término constitucional para allegarse de los medios que consideren pertinentes, y así intentar contrarrestar los argumentos de la parte acusadora, en este caso la Fiscalía General del Estado (FGE).
No suena descabellada, y sí muy plausible”, la solicitud de hasta 50 años de cárcel para “el chacal del Subway”, que hicieron los litigantes de la FGE, por el probable delito de homicidio calificado en grado de tentativa, debido a la agravante de la minoría de edad de la víctima y su evidente estado de indefensión, además de la posición de poder que le dan al “Tiburón”, sus 90 kilos de musculatura, conseguidos a base de esteroides, gimnasio y su conocimiento de las artes marciales.
Pero lo que pudo ser un proceso limpio, se manchó cuando por puro ego (ese maldito enemigo) el director de la Policía de Investigación de la Fiscalía, Martín Serrano, se hizo fotografiar custodiando al que, por unos días, fue el hombre más buscado de México. Los crocs no fueron casualidad. Los policías iban encubiertos, y tenían que parecer civiles, pues su mayor precaución (¿o temor?) era que al “Tiburón” se le volviera a salir el demonio, y dejara a los policías tirados en el piso.
Pero ¿era realmente necesaria esa fotografía? Análisis aparte merece la sonrisita pícara del “Tiburón”. Su personalidad, pronto la descubriremos, será parte del juicio.
Pero la simple imagen del tipejo detenido sin censura, más lo que se sume de aquí al viernes, podría servir a su defensa para conseguir disminuir la pena, o de plano desestimar la acusación de la Fiscalía, que tendrá la obligación de demostrar que el detestable sujeto pudo haber asesinado a golpes al niño Santiago.
La palomita se la llevaron los asesores de la víctima por parte de la CEEAV, quienes recordaron al juez de control durante la audiencia de formulación de imputación del domingo, su obligación de observar el caso bajo una perspectiva de infancias, vigilando en todo momento el interés superior del adolescente, de vivir una vida libre de violencia.
Pero ¡Ojo! Y ¡Bofo! Violencia no se combate con más violencia. Ahora resulta que un grupo de atletas le quiere regalar al niño Santiago, una beca “para que se sienta más seguro”… Está bien, pero ¿Qué están tratando de decir? ¿Que la golpiza se la llevó por no poder “defenderse”? ¿Que debemos estar todos “mamados” para evitar que nos pase algo así? ¿Quién está poniendo el mal ejemplo en todo esto? ¿Cuál es el trasfondo? ¿Vivimos acaso una realidad en la que la vida cotidiana se ha convertido en una pelea “vale todo”?
Debemos vigilar que el descerebrado “Tiburón” reciba su merecido, pero sobre todo, que hechos como éste, no vuelvan a ocurrir.