Por Chencha
Daniela, una panista de vieja escuela.
Sucedió, ayer jueves 18 de abril, Enrique Galindo consumó una bien planchada petición de licencia a su cargo de alcalde de la capital potosina, no hubo aspavientos, concluyó con solo una abstención en el cabildo, evidentemente la suya.
Especulaciones sobre quién sería su sucesor emanado del órgano de gobierno del ayuntamiento, finalmente en una jugada de pizarrón lanzó la pelota a una priísta de cepa, Martha Orta para que ella propusiera a una panista de abolengo y ajena a los manoseos de los grupúsculos panistas dominantes recientemente, Daniela Cid, quien cuenta con un posgrado en gestión pública, que ha hecho una sólida carrera en la academia y que principalmente representa a los fieles olvidados que hacen que aún el PAN sea una de las fuerzas políticas reales, en votantes y simpatizantes más fuertes de la ciudad que representa más de la mitad del padrón electoral estatal.
Los hermanos Cid han hecho esa lucha silenciosa y sólida que ha quedado patente en las cuotas de votación en la capital potosina, si tomamos en cuenta que el último militante panista que accedió a la presidencia municipal fue Jorge Lozano y aún antes de terminar su trienio renunció de forma ridículamente dramática rompiendo en público su credencial de membresía blanquiazul, le siguió en el cargo Victoria Labastida, después Mario García, lo relevó Ricardo Gallardo Padre y cuando el membrete panista volvió a triunfar fue con otro externo, Xavier Nava quien buscó su reelección bajo el sello Morenista marcando un sendofracaso, otra vez en 2021 la base votante panista impulsó el triunfo de Enrique Galindo, la suma de la fuerza Verde que arrasó en Soledad y ya en buena parte del estado y los votos que le arrebató al bloque prianista que abanderaba Octavio Pedroza el estridente Tekmolconsumaron un calculado triunfo del actual Gobernador, los más puristas tratarán de decir que también la potencial coalición fallida entonces del Verde con Morena le quitó a Gallardo los otros 100 mil votos que sí se llevó la corrupta Mónica Rangel, sí la de los millones en cajas de huevo.
Los hermanos Cid son una representación formal de decenas de miles de personas que no tienen reflector, que no cobran cuotas, que no se venden cada elección al mejor postor, y que ponen su convicción y sentido cívico del lado de quien creen es la opción que pueda hacer mejor las cosas en su comunidad, que tienen tatuado al PAN en su sentido esencial. Es sintomática la llamada “estructura” panista de la capital, porque si existe, pero no se ve, y tampoco se puede controlar esencialmente desde la dirigencia estatal o municipal partidista, parte de esa base que mueve consciencias y votos la integran familias como la Cid, hoy volviendo a ocupar la principal posición política de la capital.
En otros temas chonchos, donde el sol no calienta tanto es en los territorios naranjas en el previo del arranque de las campañas locales, hay rumores fundados de impugnaciones a movimientos dentro de la planilla de Sebastián Pérez a quien sus cálculos de timing, apoyos y despliegues ofrecidos y “negociados”, con todo y “técnica” no le dan, al tiempo de una tremenda desconocida de Adriana Marvely Costanzo a su líder nacional Dante Delgado junto con otras “inconformes”, hay una delgada línea entre la “meritocracia”, el pago de sacrificios electorales como el que hizo Marvely al asumir una candidatura improvisada a la gubernatura, eso y los amagues y manoseo que al interior del estado ha sucedido con las mañosas formas de Movimiento Laborista que tiene gallo detrás ponen el naranja en plena ebullición.