Cuando Wessling se volteó a ver a su compañera, Hazel Woodhams, inmediatamente se dio cuenta de que estaba muerta. Sin embargo, no sabía que el causante de su muerte seguía en su carpa y que su vida también corría peligro.
Mientras dormían se había producido una fuga de monóxido de carbono (CO), un gas inodoro e incoloro, proveniente de la parrilla que habían utilizado para hacer una barbacoa.
Aunque ya el fuego estaba apagado, el gas los intoxicó.
La mitad de la población mundial usa combustibles básicos a base de carbono como el carbón, la madera o el estiércol de vaca para cocinar y calentar sus hogares, muchas veces en espacios poco ventilados.
Para la mayoría de nosotros los peligros de estar demasiado cerca de un fuego al aire libre son evidentes, pero lo que no sabe mucha gente es la amenaza potencialmente fatal de un combustible de carbón que se ha quemado.
Asesino silencioso
En 2011 Hazel y Roland decidieron pasar más tiempo acampando y por tal motivo compraron una carpa nueva.
Hazel cumplió 30 años y para celebrarlos la pareja se fue a una zona campestre, de vías fluviales navegables, conocida como los Broads en el condado inglés de Norfolk.
Hazel había visto de primera mano los efectos letales del monóxido de carbón en su trabajo como funcionaria en escenas de crímenes y la pareja tenía una alarma de monóxido de carbón en su casa, pero no pensaron en llevarla para su viaje.
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Al hacer un asado:
- Nunca introduzcas una parrilla encendida dentro de una tienda, caravana o cabina. Aunque ya hayas dejado de cocinar, déjala afuera, ya que después de horas de usada, todavía emana humo.
- Nunca uses una parrilla en un lugar cerrado para mantenerte caliente.
- Nunca dejes un asador encendido sin monitorearlo.
- Cuando te vayas de camping, ubica el área para cocinar bien alejada de la tienda. Siempre asegúrate de que haya una adecuada circulación de aire fresco en la zona donde estás usando la parrilla.
- Usa el asador siguiendo las instrucciones del equipo que adquiriste.
- Recuerda los signos y síntomas de la intoxicación por monóxido de carbono: dolor de cabeza, mareo, problemas para respirar, nauseas, colapso y pérdida de conocimiento.
Fuente: Gas Safety Register
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“Estuvimos todo el tiempo cocinando bien y de forma segura fuera de la carpa”, explicó Roland. Sin embargo, varias horas después decidimos meter la parrilla en la carpa para protegerla de la lluvia y de las personas que pasaban por el lugar.
“Al tocarla, la parrilla estaba fría. No le salía humo, parecía totalmente inactiva. La pusimos en la entrada de la carpa y simplemente nos acostamos”.
Sin embargo, no estaba para nada inactiva.
Cuando los combustibles están ardiendo, el monóxido de carbón que emite se convierte en dióxido de carbono relativamente inocuo. Sin embargo una vez que se extingue la llama el monóxido de carbón se sigue produciendo y ya no se quema.
En una zona bien ventilada eso no representa un problema, pero dentro de la carpa herméticamente cerrada de Roland y Hazel el monóxido de carbón acumulado alcanzó niveles tóxicos.
“Recuerdo haberme despertado en la mañana sintiéndome extremadamente enfermo y desorientado. Puedo decir sinceramente que nunca me he sentido peor en mi vida,” recuerda Roland.
“Comencé a gritar pidiendo ayuda pero había escogido un lugar del campamento que estaba especialmente apartado. Nadie me escuchó”.
Finalmente Roland sí encontró ayuda y fue llevado al hospital. Fue solo entonces que los médicos se percataron de los altísimos niveles de monóxido de carbón en su sangre.
Cuando el monóxido de carbón se inhala, entra en el torrente sanguíneo y se enlaza a la hemoglobina en los glóbulos rojos, reemplazando y bloqueando a las moléculas de oxígeno.
En niveles extremadamente altos, como en el caso de Roland y Hazel, el monóxido de carbono puede reemplazar rápidamente a casi todo el oxígeno. Las víctimas se asfixian y los órganos quedan privados del oxígeno que necesitan.
El cerebro es especialmente vulnerable y la falta de oxígeno puede destruir sus células en apenas cuatro minutos. Las personas que sobreviven pueden sufrir el empeoramiento de los efectos en los días y semanas siguientes.
Pueden desarrollar síntomas como dificultades con la concentración, audición y la visión, además de efectos en el estado de ánimo, incluyendo ansiedad y depresión.
Terapia de alta presión
Administrar oxígeno puro desplaza al monóxido de carbono de la hemoglobina y es algo necesario en los primeros minutos y horas después de la intoxicación. Esto se hace normalmente utilizando una sencilla máscara de oxígeno.
Sin embargo a Roland se le ofreció terapia de oxígeno hiperbárica que consiste en hacer llegar el oxígeno a alta presión y que, según los expertos, ayuda a reducir las inflamación e impide daños cerebrales a largo plazo.
Roland tuvo suerte de estar cerca de un centro de tratamiento con esa terapia y su recuperación neurológica ha sido buena.
Durante el tratamiento los pacientes se sientan en un cámara de oxigeno presurizada del tipo originalmente usada por buzos con enfermedad por descompresión.
“Administramos a los pacientes oxígeno bajo presión por 30 minutos, luego tiene un descanso para respirar aire normal y luego una sesión más de oxígeno”, explicar el doctor Pieter Bothma, director médico de la Unidad Hiperbárica del hospital londinense Whipps Cross.
Sin embargo, las investigaciones sobre el uso del oxígeno hiperbárico en la intoxicación con monóxido de carbono arrojan resultados contradictorios.
Una revisión hecha en 2011 de los mejores estudios en la materia no encontró suficientes evidencias para recomendarlo como tratamiento y los especialistas concuerdan en señalar que hace falta hacer más investigaciones.
De manera tal que incluso el tratamiento hiperbárico no es perfecto. La mejor forma de enfrentar el peligro del monóxido de carbono para la salud es cuidarse de no intoxicarse desde un principio.
“Es como cualquier otra lesión neurológica”, dice el doctor Bothma. “Entendemos muy poco el cerebro y como reducir los daños que sufre. La prevención es la clave absoluta”.
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Ponte alerte cuando:
- Los síntomas desaparecen al estar lejos de casa o si se empeoran en invierno cuando la calefacción central está encendida por más tiempo.
- Otras personas en la vivienda o las mascotas se enferman y presentan síntomas similares.
- Veas signos que pueden indicar un escape: marcas ennegrecidas alrededor de los calentadores o las estufas de gas.
- El humo se acumula en las habitaciones debido a fallas en los conductos de aire.
- Una habitación tiene una chimenea de gas o un calentador de parafina. Es preferible no dormir allí.
- Los aparatos a gas emanan llamas amarillas en vez de azules. También asegúrate de que tu cocina tenga un extractor de humo.
Además:
- Nunca uses hornos o estufas de gas para calentar tu casa.
- Nunca utilices ollas de gran tamaño en las estufas de gas o coloques papel aluminio en las hornillas.
- Asegúrate de que las habitaciones estén bien ventiladas y que las salidas de aire no estén bloqueadas.
Fuente: National Health Service (NHS, por sus siglas en inglés: Sistema de Salud Nacional del Reino Unido)
Con información de: BBC