Acoso a mujeres: ‘Mi cuerpo no quiere tu opinión…’

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El acoso a las mujeres en la calle es un fenómeno social que se incrementa sin control; y estarás de acuerdo, retrata la peor parte del hombre

Quizá también te pase. 

¿Ponerme o no vestido? Mejor no. No quiero llamar la atención. Música bien alta en los audífonos para no escuchar las ya habituales faltas de respeto en la calle como “mamacita”, “qué buena estás”, “sabrosa”…

Pasos largos, caminar rápido, zapatos sin tacones (por si hay que correr), llaves en las manos (por si hay que defenderse), vista al piso para evitar las infaltables miradas lascivas.

Y así todos los días, cientos de mujeres rogando no ser tocadas contra su voluntad de camino al trabajo; invocando no escuchar más ofensas que algunos llaman “piropos”;  esperando regresar con bien a su casa.

 

El acoso callejero en nuestro país es una dolorosa realidad que castiga la ley hasta con una sanción de 40 días, pero,¿cómo denunciar a un acosador cobarde que tras tocarnos en contra de nuestra voluntad sale corriendo?

La legislación actual trata de proteger la integridad de las mujeres con políticas como separación de hombres y mujeres en transportes públicos, o mayor vigilancia en las calles; sin embargo, el problema del acoso callejero es más bien social.

¿Cuántas de ustedes no van a los dos primeros vagones del metro para ir más seguras, y descubren que el lugar está infestado de hombres que NO cumplen con las normas de separación?

¿O cuántas no se colocan en la parte delantera del metrobús, exclusiva para las mujeres, y se encuentran con que a los hombres no les importa cumplir esta norma y viajan ahí?

 

No importa cuánta regla disponga la autoridad si no hay hombres y mujeres que estén dispuestos a acatarla.

No importan cuánta política en pro de la integridad y protección de las mujeres exista si hay policías, choferes y demás trabajadores que no se encargan de sancionar a los hombres que incumplen las normas.

Más triste aún, no importa cuán denigrante y lastimoso sea para las mujeres, escuchar todo tipo de expresiones vulgares si hay hombres que siguen creyendo que decirlas es un halago para quien las escucha.

Peor aún, que existan hombres que sigan creyendo que nalguear a una mujer sea divertido y placentero para él y la víctima.

 

 

Como mujeres, es nuestro deber educar mejor a nuestros hijos, a las próximas generaciones, para hacerles saber que hombre y mujer son iguales; que aprendan que ni ninguno está por encima del otro; que el acoso no hace más “autoritario y dominante” al hombre que lo practica.

Para hacerle saber al acosador que cada vez que falta al respeto de una mujer le está faltando al respeto a todas las mujeres.  Para que ese acosador entienda que no le gustaría que otro hombre hiciera lo mismo con su madre, con su hermana, con su esposa, con su hija, con cualquiera de las mujeres a las que aprecie.

Hombres, una vez más, NO QUEREMOS SU PIROPO, QUEREMOS SU RESPETO.

Cortesía de imágenes: Facebook Paremos el acoso callejero 

Si quieres saber más visita ActitudFem.

Fuente: Excelsior.

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