El Radar
Por Jesús Aguilar.
El periodismo es una profesión noble que requiere valentía, integridad y dedicación.
Adriana Ochoa es un titán de esta vocación de vida. Ha sido por más de 35 años la periodista potosina que ha podido generar el poder de influir en la opinión pública, denunciar injusticias y defender la libertad de expresión. Sin embargo, en una era de desinformación y polarización, su integridad periodística es más importante que nunca.
Adriana se ha comprometido a contar la verdad, sin importar las consecuencias. Esto le ha requerido una fuerte ética profesional, una mentalidad crítica, una pasión por la justicia y la integridad periodística para dar la cara ante un aula, así como ante una jauría de vivales que descarnan el espíritu real del oficio, con quienes ha convivido y a los que ha sobrevivido con éxito.
Al mismo tiempo ha podido alentar a decenas que hemos aprendido la confirmación de que es viable la congruencia cuando se encarnó claramente en ella.
La objetividad y la imparcialidad de Adriana Ochoa es uno de los factores que significan, hasta las ultimas consecuencias, las únicas vías existentes para reestablecer la dignidad de esta profesión, que se convierte en un martirio sadomasoquista en un país atravesado por la ultra violencia de los poderes políticos, fácticos, extra legales; y por supuesto del sangriento falso pudor de los hipócritas tenedores de los medios masivos a los que acordamos servir por amor, vocación o subsistencia.
Y ella pervive, a pesar de ellos.
La exigencia de transparencia y la rendición de cuentas, Adriana la estableció como un indispensable filtro para marcar la línea editorial que generó.
La libertad de expresión que subsiste en el Valle del Tangamanga debe tener su rúbrica.
Muchísimos episodios de confrontaciones directas con el poder en turno son parte de su hoja de ruta, pero hay una constante imperecedera: la pesada e implacable carga de la balanza del tiempo que terminó por confirmar su razón.
Aún más en la intempestiva vorágine del ejercicio del poder, que siempre se manifiesta mezquino y avasallante.
Esta resistencia a la presión y la censura es lo que hace un ser entrañable a la admirable Nanis.
Adriana Ochoa es un factor indispensable para entender nuestros tiempos, escudriñar en nuestro pasado común y revelar los malditos vicios que se regeneran en los inconscientes que nos suceden.
A esos a los que la pesada cortina de acero los separará de los inimaginables, y la espada de la justicia atemporal les dará su sitio.
Adriana Ochoa hoy está en el lugar que se merece. Liderando una etapa definitiva en la U.A.S.L.P, cómo la primera directora de la Facultad de Comunicación con el implacable currículo de vida real que puede tender los nuevos puentes que le requiere su legado para poner el ejemplo a todas las generaciones subsecuentes.
Haciendo su labor primaria de forma múltiple, liderando la mesa de discusión publica más importante del estado y ahora, de manera magnífica engrosando las letras del medio más valiente ante los tiempos más cruentos, Astrolabio, diario digital, la consolidan..
La palabra CÁBÁLA significa tradición, y su subsistencia hecha columna es una esperanza de que la verdad y la consistencia de una heroína de sus tiempos subsista.
Que su palabra y postura sean siempre la señal necesaria y cada vez mayor de que en un lugar como San Luis Potosí, la sensatez y honestidad prevalezcan.