Hace un par de meses, México sorprendió al mundo cuando Jaime Maussan presentó en el Congreso los cuerpos de dos supuestos seres “no humanos” hallados en Perú y que además de provocar inquietud, no faltaron las risas y cuestionamientos tanto de la sociedad en general, como de la comunidad científica.
Sin embargo, este tipo de evidencias se han encontrado en otras partes de mundo, en donde se han estudiado a fondo para descubrir de qué se trata o a qué tipo de animal o criatura corresponden los restos hallados.
Y es que recientemente un grupo de investigadores aseguraron haber descifrado el enigma que rodeaba a un diminuto esqueleto supuestamente “alienígena” hallado en un desierto de Atacama hace 20 años podría pertenecer en realidad a una raza desconocida de minipersonas que vivían en cuevas.
Según estudios anteriores, los restos, que medían sólo 15 centímetros, no tiene rótulas, un cráneo puntiagudo en forma de cono, cuencas oculares inclinadas y diez costillas, además de que no eran un feto humano, sino un ser completamente formado.
Los peculiares restos, apodados Ata, fueron descubiertos en una iglesia abandonada del desierto chileno de Atacama y fue un hombre, identificado como Oscar Muñoz quien encontró el cadáver dentro de una bolsa de cuero envuelta en tela blanca y atada con una cinta morada, sin nada que indicara su procedencia.
Más tarde, Muñoz lo vendió al empresario e investigador español Ramón Navia-Osorio Villar, quien ahora cree que el esqueleto pertenece a una pequeña raza de personas que coexistieron con el pueblo aymara en Sudamérica hace muchos años.
Recientemente apareció en el programa de televisión español Cuarto Milenio y descartó la posibilidad de que se tratara de un extraterrestre.
“Lo recibimos en la Real Academia de Ciencias de España y allí realizamos la primera radiografía, con baja radiación para no dañar el espécimen.
“Ya nos dijeron que no sabían lo que era, la cabeza era tan voluminosa, las manos eran tan alargadas, no tenía rótulas, la clavícula era más triangular que la de los humanos, que empecé a preocuparme”.
Según Navia-Osorio, algunos de sus colegas afirmaron categóricamente que Ata no era un feto humano.
El investigador cree que Ata no procede del espacio exterior, sino que coexistió con los humanos hace muchos años y explicó que podría pertenecer a un grupo de personas muy pequeñas que vivían en cuevas y sólo salían de noche, de ahí sus extraños ojos almendrados.
“Un amigo nativo de la tribu aymara me dijo que estos seres vivían con sus antepasados antes de que llegaran los colonos españoles”.
Desde el descubrimiento de Ata en 2003, las especulaciones sobre su origen se han disparado, y muchos creen que es extraterrestre, la teoría creció en popularidad después de que el esqueleto apareciera en un documental como posible evidencia de vida extraterrestre.
Los análisis de ADN realizados en 2018 sugirieron que se trataba de un feto femenino humano con mutaciones inusuales relacionadas con el enanismo y la escoliosis.
Ésta no es la única criatura extraña cuyo misterio se ha resuelto recientemente.
Hace poco salió a la luz que una extraña “sirena” que se creía en parte pez, en parte mono y en parte reptil era en realidad un engaño. Se descubrió que la criatura es completamente artificial, fabricada a finales del siglo XIX.
Excélsior