ALMANAQUE 2025 · SAN LUIS POTOSÍ

El Radar por Jesús Aguilar

ENTREGA 3 | Deporte, espectáculos y eventos especiales

El año en que la ciudad buscó descanso en la grada, el escenario y la calle

Mientras la política calculaba y la sociedad resistía, San Luis Potosí encontró en el deporte y la cultura algo más elemental: la posibilidad de respirar.

En 2025, los estadios, los parques, los foros y las plazas no fueron solo espacios de entretenimiento. Fueron territorios de tregua, zonas donde la conversación pública dejó —aunque fuera por horas— de girar alrededor del conflicto, la escasez o la sucesión.

Este es el registro de ese otro año: el que se vivió desde la butaca, la línea de salida, el coro colectivo y el aplauso.

I. Atlético de San Luis: más que futbol, pertenencia

El 2025 del Atlético de San Luis no puede resumirse solo en posiciones de tabla o resultados. Como ha ocurrido en otros momentos de su historia reciente, el club volvió a cumplir una función que trasciende lo deportivo: ordenar emocionalmente a la ciudad.

Hubo victorias que encendieron ilusión y derrotas que devolvieron a tierra. Hubo rachas que parecían prometer algo más y partidos que recordaron los límites. Pero, incluso en la irregularidad, el equipo sostuvo algo esencial: la narrativa del “nosotros”.

En un año donde la política fragmentó y la agenda pública polarizó, el futbol volvió a ser lenguaje común. En la tribuna no importaron alianzas, reformas ni presupuestos. Importó el gol, el error, el arbitraje, el minuto final.

Lectura de fondo

El Atlético confirmó en 2025 su lugar como institución simbólica. No es solo un club: es uno de los pocos espacios donde la ciudad todavía se reconoce como comunidad.

Ese valor intangible suele subestimarse. Pero en tiempos de tensión social, la identidad compartida es un activo político y cultural de primer orden.

En lo Deportivo, fue un año malo, sin momentos memorables y una triste expectativa en la continuidad de Abascal.

II. El Tangamanga: correr para reapropiar la ciudad

Si hubo un evento que condensó el espíritu positivo del año fue el Maratón Tangamanga.

Más allá de marcas y podios, el maratón volvió a convertir al parque en epicentro cívico: corredores profesionales, atletas amateurs, familias completas, voluntarios, espectadores. Una ciudad en movimiento.

En 2025, el Tangamanga fue algo más que una competencia: fue una afirmación del espacio público. Durante horas, las avenidas dejaron de ser problema y se volvieron escenario; el cuerpo dejó de ser víctima del estrés urbano y se volvió herramienta de celebración.

Lectura de fondo

En un contexto de inseguridad, crisis hídrica y desgaste institucional, eventos como este cumplen una función silenciosa pero decisiva: reconectan a la ciudadanía con su territorio.

No es casual que el parque aparezca una y otra vez como símbolo de lo que sí funciona. Donde hay cuidado, apropiación y continuidad, hay comunidad.

III. Espectáculos y ferias: la pausa necesaria

El calendario cultural de 2025 —con conciertos, ferias, festivales y eventos masivos— fue leído por algunos como exceso y por otros como distracción. Pero la experiencia social mostró otra cosa: la necesidad de pausa.

La Feria Nacional Potosina, los conciertos multitudinarios y los eventos artísticos funcionaron como válvula emocional. No resolvieron problemas estructurales, pero permitieron algo igual de importante: descansar de ellos.

En un año saturado de noticias densas, el espectáculo no fue evasión; fue autocuidado colectivo.

Lectura de fondo

La cultura popular no es el opuesto de la conciencia social. Muchas veces es su sostén. Una sociedad exhausta no se organiza; se repliega. El entretenimiento, bien entendido, no anestesia: oxigena.

IV. Eventos especiales: rituales urbanos

2025 también fue un año de rituales: aniversarios, celebraciones deportivas, actos conmemorativos, festivales barriales. Pequeños y grandes eventos que, en conjunto, construyeron una narrativa distinta a la del conflicto permanente.

Estos rituales urbanos —desde carreras atléticas hasta festivales culturales— recordaron algo esencial: la ciudad no es solo un problema por administrar; es una experiencia por habitar.

Cuando la política se vuelve excesivamente instrumental, estos eventos devuelven dimensión humana al espacio público.

Records se rompieron en la asistencia a la FENAPO 2025, sin embargo aún hay que revisar si el resultado de menos de 90 minutos de increíbles o mediano impacto, pero con una experiencia nunca antes vidida, la cercanía con estrellas que normalmente solo vienen esporádicamente o como en el caso del exitoso concierto de Marilyn Manson, una odisea de metal agónico pero aún potente.

V. Deporte y cultura como política silenciosa

Quizá la mayor enseñanza del 2025 en este rubro sea esta:
el deporte y la cultura son política pública, aunque no siempre se reconozcan como tal.

• Previenen violencia al generar comunidad.

• Mejoran salud física y mental.

• Construyen identidad y sentido de pertenencia.

• Reducen tensión social sin un solo discurso.

Invertir en ellos no es ornamental. Es estratégico.

Epílogo del Almanaque 2025

Visto en conjunto, 2025 fue un año de tensión arriba y búsqueda de alivio abajo.

Mientras el poder se reacomodaba, la sociedad se sostuvo en lo cotidiano: el partido del viernes, la carrera del domingo, el concierto esperado, la feria anual, el parque lleno.

Ahí, lejos del micrófono político, San Luis Potosí siguió siendo ciudad y el estado siguió en movimiento y crecimiento desigual.

Y quizá esa sea la lección más importante del almanaque:

cuando el presente se vuelve pesado, las comunidades no se salvan solo con reformas o anuncios, se sostienen con identidad, cultura y espacios compartidos.

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