ALMANAQUE 2025 · SAN LUIS POTOSÍ

El Radar por Jesús Aguilar

ENTREGA 1 | Política

El año en que la sucesión dejó de ser rumor y se volvió sistema

Hay años que pasan sin dejar huella.
Y hay otros que, sin hacer demasiado ruido, reordenan el poder.

2025 fue uno de esos años para San Luis Potosí.
No estalló una crisis mayor, no cayó ningún gobierno, no hubo elecciones formales. Pero la política dejó de estar en presente y comenzó a vivirse en modo futuro. En específico: en modo 2027.

La sucesión se adelantó.
Y cuando eso ocurre, todo se contamina: las leyes, los discursos, la obra pública, los silencios y hasta las causas nobles.

I. La reforma que desnudó al sistema

Diciembre cerró con el episodio que terminó de explicar el año: la aprobación exprés de una reforma electoral bajo el principio de paridad, presentada como avance democrático, pero leída —dentro y fuera del estado— como movimiento estratégico de sucesión.

El fondo jurídico fue importante, pero el cómo lo fue aún más: rapidez, disciplina legislativa, escaso debate público y una reacción nacional inmediata. No por la paridad en sí, sino por el diseño y el momento.

En El Radar quedó claro desde entonces: cuando una regla cambia el resultado potencial, la regla se vuelve disputa.

La consecuencia fue inevitable: fractura discursiva entre aliados, incomodidad pública, y la certeza de que 2026 será un año de tribunales, no solo de tribunas.

II. Gobernar bajo el reflector del mañana

A partir del segundo semestre, el ejercicio del poder entró en una lógica reconocible: gobernar también era posicionarse.

La obra pública se volvió lenguaje político. No solo infraestructura, sino relato: anuncios, inauguraciones, proyectos emblemáticos, parques, vialidades. El mensaje era claro: presencia, control territorial, capacidad de ejecución.

Pero también emergió una paradoja que atravesó todo 2025:
el contraste entre el anuncio y la vida cotidiana.

Mientras se hablaba de modernización, miles de potosinos seguían lidiando con agua intermitente, servicios irregulares y una sensación persistente de fragilidad urbana. La política prometía futuro; la ciudadanía exigía presente.

III. La UASLP como campo de batalla simbólico

Si hubo una institución que concentró las tensiones del año fue la Universidad Autónoma de San Luis Potosí.

Por un lado, el dato duro: un presupuesto histórico cercano a los 4 mil millones de pesos para 2026, que confirma su peso estructural en el estado.
Por otro, el conflicto.

Octubre marcó un punto de quiebre con un caso de violencia sexual que detonó protestas, paros, tomas y una discusión que rápidamente superó el hecho inicial para convertirse en debate sobre autonomía, gobernanza y posibles intromisiones externas.

Como bien se señaló en El Radar, la UASLP dejó de ser solo universidad: volvió a ser actor político involuntario, espejo de un estado donde las instituciones cargan con más expectativas de las que pueden procesar.

El conflicto no se cerró. Se administró.
Y administrar no es resolver.

IV. Coaliciones, silencios y desgaste

Uno de los rasgos más finos —y más reveladores— de 2025 fue el lenguaje no verbal de la política:
los silencios.

Aliados que dejaron de respaldarse con entusiasmo. Declaraciones que perdieron contundencia. Gestos mínimos que, leídos en conjunto, mostraron erosión interna en la coalición gobernante.

No fue ruptura.
Fue desgaste.

Y el desgaste, en política, suele ser más peligroso que el conflicto abierto.

V. El saldo político del año

2025 dejó tres certezas:

1. La sucesión ya empezó, aunque nadie quiera ponerle fecha oficial.

2. El poder local entró en fase defensiva-estratégica, más preocupado por conservar que por innovar.

3. La judicialización será parte del paisaje político de 2026.

El año no resolvió nada.
Pero dejó todo planteado.

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