Altar de muertos: Un vínculo entre vivos y difuntos en SLP

LOCALES, SAN LUIS

El Altar de Muertos es un elemento fundamental en la celebración del Día de Muertos en México, simbolizando la conexión entre los vivos y los difuntos. Aunque esta tradición es común en todo el país, presenta variaciones significativas dependiendo de la región, incluso dentro del mismo estado de San Luis Potosí.

La doctora Claudia Rocha Valverde, investigadora de la Casa Colsan Xilitla IXBA, explica que el origen del Altar de Muertos se remonta al periodo novohispano, tras la Conquista en el Siglo XVI, cuando se fusionaron las tradiciones de las culturas indígenas con las europeas, africanas y chinas. Con el tiempo, el Altar ha evolucionado, y aunque elementos como la Catrina son considerados tradicionales hoy en día, fueron incorporados en el Siglo XX.

Diferencias Regionales

En la Zona Huasteca, los altares son más sencillos, construidos con un arco de palmilla y decorados con frutas como naranjas y plátanos. Las ofrendas incluyen tamales, dulce de calabaza y aguardiente, y un elemento distintivo son las máscaras utilizadas para “engañar a la muerte”.

Por otro lado, en la región Centro de San Luis Potosí, los altares pueden tener hasta siete niveles, cada uno cargado de simbolismo. Los elementos comunes incluyen calaveritas de azúcar, papel picado, velas y fotografías de los difuntos, además de la omnipresente flor de cempasúchil, que actúa como guía para las almas.

Significado del Altar

Los altares generalmente constan de tres niveles: el arco representa el cielo, la mesa el mundo terrestre y las patas conectan con el inframundo. Las flores de cempasúchil y el copal sirven como guías aromáticas para las almas de los difuntos. Además, se cree que las ofrendas deben incluir los alimentos favoritos del difunto, ya que su ausencia puede causar descontento en las almas que regresan.

A pesar de que la colocación de altares se ha popularizado en espacios públicos y concursos, la doctora Rocha enfatiza que esta tradición sigue siendo profundamente familiar y personal, con cada hogar preparando su altar de manera individual.

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