El gobierno mexicano está enviando señales claras de que no le temblará la mano para fragmentar el negocio del magnate de las telecomunicaciones Carlos Slim de ser necesario, mientras se prepara para lanzar una serie de regulaciones para frenar su poder.
Desde que el gobierno de Enrique Peña Nieto develó en marzo un proyecto de reforma de telecomunicaciones, que permite incluso que el regulador obligue a compañías telefónicas o televisivas dominantes a vender activos, muchos mexicanos se preguntan si será capaz de llegar tan lejos.
Sin embargo, funcionarios afirman que la opción no es una amenaza vacía contra Slim, quien ha dominado el sector de las telecomunicaciones en México durante la mayor parte de una generación.
El dominio convirtió a Slim en 2010 en el hombre más rico del mundo. El magnate, de 73 años, mantuvo el título hasta el mes pasado, porque una caída de las acciones de su gigante de telecomunicaciones América Móvil redujo su riqueza a cerca de 70,000 millones de dólares y lo dejó detrás del fundador de Microsoft, Bill Gates.
La baja de las acciones de América Móvil fue provocada en parte por la incertidumbre del desempeño de las empresas de Slim bajo la gestión de Peña Nieto, quien asumió el poder en diciembre comprometiéndose a romper el control que unas pocas familias han mantenido sobre sectores clave de la economía de México.
Las unidades locales de telefonía fija y móvil de América Móvil, Telmex y Telcel, han usado durante años amparos y recursos legales para frustrar los intentos del Estado para reducir su tamaño.
La reforma, aprobada en el Congreso y que tiene que ser firmada por Peña Nieto, tiene como objetivo levantar gran parte de esa cobertura legal, crear un regulador más fuerte y establecer normas más estrictas para ayudar a los competidores a nivelar el terreno.
Para ello, un nuevo regulador, el Ifetel, probablemente exija a las firmas de Slim compartir infraestructura y crear un régimen tarifario que reduzca los cargos que el billonario aplica a sus rivales para acceder a su vasta red telefónica.
Que esas medidas sean suficientes aun está por verse, dijo José Ignacio Peralta, subsecretario de Comunicaciones y uno de los arquitectos de la reforma.
El funcionario recalcó que la legislación le da a las autoridades el poder de reformar totalmente el sector, con capacidad de ordenar la venta de activos y hasta dividir compañías completamente.
“Si bien es cierto que la regulación asimétrica nos va a llevar hacia mayor competencia pues probablemente lo haga con una gradualidad que requiera de acelerarse. La posibilidad de desincorporar activos está en el texto constitucional”, dijo Peralta a Reuters.
A través de América Móvil, que tiene más de 260 millones de suscriptores de servicios inalámbricos en América y el Caribe, Slim controla casi el 80 por ciento del mercado de líneas fijas de México y alrededor de un 70 por ciento del tráfico móvil.
Mientras tanto Televisa, la gigante de medios dirigida por Emilio Azcárraga, tiene más del 60 por ciento del mercado mexicano de televisión, quien, al igual que Slim, ha usado todos los medios legales para mantener a raya a la competencia, pero pronto podría sentir el embate de reglas más estrictas.
ACTO DE EQUILIBRIO
Después de años de dominio de unos pocos, Peralta compara la industria de telecomunicaciones de México con un edificio que necesita ser “demolido” y reconstruido “piedra por piedra”.
Ifetel se debe crear en los próximos tres meses y tendrá otros 180 días para establecer qué empresas son “preponderantes”. América Móvil y Televisa son las primeras candidatas.
Si el regulador luego establece que dichas firmas han abusado de su poder para mantener su liderazgo, sus operaciones en México podrían ser fragmentadas.
Consultado acerca de cómo funcionaría la fragmentación, Peralta dijo que discutió recientemente la división de la gigante empresa telefónica AT&T y el coloso petrolero Standard Oil con un funcionario del Gobierno de Estados Unidos.
“Cuando se habla de desincorporación de activos, se habla de temas muy similares a los que hizo Estados Unidos en esos dos casos, que va a depender, insisto, de una decisión que tome el regulador”, dijo Peralta.
Standard Oil fue desmembrada en 34 firmas en 1911, mientras que el Gobierno de Estados Unidos dividió AT&T, surgida de la empresa creada por Alexander Graham Bell en 1877, en un proveedor de larga distancia y siete operadores conocidos como “Baby Bells” en 1984.
Ambas compañías se habían convertido en emblemas del poder monopólico cuando fueron desmontadas por las autoridades de Estados Unidos, argumentando que estaban impidiendo el surgimiento de nuevos competidores.
La mayoría de expertos coinciden en que la competencia se incrementó con la intervención del Estado, a pesar de que la posterior consolidación del mercado significa que mucho del poder de las compañías originales ahora reside ahora en sus más grandes sucesores, Exxon Mobil Corp y AT&T Inc.
En el caso de México, un argumento citado a menudo contra las divisiones es que resulta poco realista pensar que alguien pueda tomar el relevo si se limita a los grandes jugadores.
“Lo único que no se quiere es tener empresas que no inviertan lo suficiente”, dijo Jorge Nicolín, ex jefe del regulador de telecomunicaciones local, Cofetel. “Sería una tontería afectar a quienes sí invierten, si no se cuenta con otros que sí quieran hacerlo”, agregó.
Idear una forma de debilitar a los actores dominantes, fomentando al mismo tiempo la mayor cantidad posible de nueva inversión, será un acto de equilibrio difícil para el Congreso, cuando empiece a elaborar la legislación secundaria para aplicar la reforma de telecomunicaciones.
América Móvil ha dicho que espera ser afectada materialmente por el proyecto antimonopolio y su director ejecutivo, Daniel Hajj, dijo en abril que probablemente la compañía podría verse afectada de ser hallada “dominante”.
Hablando en condición de anonimato, otro ejecutivo de Slim dijo que el Gobierno va en serio acerca de permitir a los reguladores hacer pleno uso de sus nuevos poderes.
El rival más cercano de Slim, la española Telefónica es optimista sobre que las nuevas medidas permitirán que México debilite rápidamente el dominio de América Móvil.
Algunos competidores creen que Slim y Televisa son tan fuertes que no será posible restarles dominio a menos que entreguen activos. Sin embargo, el prospecto de desinversiones forzadas ha generado preocupaciones de que el Estado podría estar acumulando demasiado poder.
Enrique Yamuni, director ejecutivo del operador de televisión por cable Megacable, dijo que hacer más espacio para la competencia, sin expropiar a los grandes jugadores, debería ser el objetivo del Gobierno.
“El principal objetivo de la ley es que el mercado crezca. Y segundo, que se equilibren las fuerzas”, afirmó.
Ermilo Vásquez, jefe de regulación del rival de Slim en telefonía fija Axtel, dijo que ordenar una división podría ser un gesto duro pero que podría ayudar a hacer al sector más competitivo.
“Definitivamente es una herramienta que el Gobierno está reconociendo que existe para poder potenciar el dinamismo del mercado”, sostuvo.
DESARROLLO ATROFIADO
Desde que Slim tomo el control del antiguo monopolio estatal de telefonía Telmex a inicios de la década de 1990 ha avanzado hasta construir un imperio que va desde América hasta Europa y que abarca minería, tiendas por departamento, banca y televisión.
Forbes estimó su fortuna personal en 73,000 millones de dólares, alrededor del 6 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) de México. Su control en sectores estratégicos le da aún más peso en cómo opera la economía.
En México se ha hablado hace mucho tiempo de controlar a Slim, pero los Gobiernos conservadores entre 2000 y 2012, cuando su influencia se desplegó en toda su extensión, no tenían mayoría en el Congreso y no lograron aprobar una legislación fuerte.
Peña Nieto también subió al poder sin una mayoría absoluta, pero lo hizo a la cabeza de un partido que tenía algo que demostrar.
Habiendo gobernado ininterrumpidamente entre 1929 y el 2000, el Partido Revolucionario Institucional o PRI fue tachado de reliquia agotada y corrupta durante sus años en la oposición.
Ansioso de demostrar que el PRI podía romper el estancamiento político, Peña Nieto planteó de inmediato un acuerdo con los principales partidos de oposición para sacudir a México en áreas donde había un amplio consenso sobre la necesidad de cambios. Slim estuvo pronto en la mira.
Si el Gobierno rompe su negocio telefónico, podría cerrarse el círculo de la historia: fue el presidente priísta Carlos Salinas quien supervisó la privatización de Telmex en 1990.
Cuando Slim tomó la compañía hizo crecer la red telefónica nacional y ayudó a poner a México por delante de Brasil en la carrera de la tecnología de información en América Latina.
Al inicio su firma estuvo protegida de la competencia y rápidamente tomó un firme control del mercado. Grandes inversionistas en telefonía móvil, como Verizon y Vodafone, dieron la espalda a México en 2003 y el desarrollo de la industria comenzó a retrasarse.
Para 2011, el número de suscripciones a teléfonos móviles por cada 100 personas había caído muy por detrás de Brasil y de países mucho más pobres como Paraguay, Honduras y Bolivia, según cifras del Banco Mundial.
El año pasado, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) publicó un estudio que sostenía que Slim había cobrado 13,400 millones de dólares de más a los mexicanos cada año entre 2005 y 2009 por servicios de teléfono e internet debido a la falta de competencia.
La OCDE encontró también que los márgenes de ganancia de Slim habían casi doblado el promedio de las 34 naciones que conforman la organización. América Móvil rechazó vigorosamente el reporte diciendo que distorsionaba los hechos.
Lo cierto es que las ganancias de Slim ya no son lo que eran. El margen de EBITDA (ganancias antes de intereses, impuestos, depreciación y amortizaciones) de América Móvil ha caído cada año desde 2009, cuando alcanzó un pico de 41.2 por ciento, según los reportes anuales de la compañía. El año pasado fue de un 33.7 por ciento.
MERMANDO EL DOMINIO
Televisa, entre tanto, ha sido por largo tiempo el líder de la televisión mexicana. Sin embargo, ha perdido casi un tercio de su participación de mercado ante su rival TV Azteca , desde que su dueño, Ricardo Salinas, presidente del conglomerado Grupo Salinas, compró una red de televisoras de propiedad del Gobierno en 1993.
Para enfrentar a Slim, Salinas y Televisa formaron una sociedad en el operador de telefonía celular Iusacell el año pasado, pero la firma no ha logrado hasta ahora mellar la dominancia de Slim y las pérdidas de la compañía dañaron los últimos resultados trimestrales de Televisa.
Lamentablemente para Televisa, la sacudida del sector de telecomunicaciones también podría presentarle a Slim una oportunidad para moverse a la televisión mexicana, un negocio de donde el Gobierno lo ha mantenido alejado hasta ahora.
Para combatir a Slim en su propio territorio, Televisa necesita explotar el espacio creado por el Gobierno con la ley de telecomunicaciones.
Para mejorar la cobertura de red, el proyecto apunta a liberar el espectro inalámbrico de la banda de 700 Megahertz, lo que permitiría la entrada de jugadores más pequeños o extender las operaciones en telefonía móvil.
No obstante, la mayor parte del espectro seguiría estando bajo control estatal, lo que ha generado temores a que la inversión en la red sea débil, frenando el crecimiento de la competencia.
Eso podría elevar la presión para una fragmentación, aunque algunos legisladores son cautelosos respecto de llegar tan lejos.
“A mí me pareciera mejor regular las empresas enérgicamente que desincorporar activos”, dijo el jefe de la comisión de radio y televisión de la Cámara de Diputados, Federico González Luna, agregando que eso “sería muy complejo y podría tardar mucho tiempo”.
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