La salud del Presidente no es una cuestión personal, ni un aspecto de la vida privada del mandatario. Es una cuestión de Estado. Por eso llamó la atención que Palacio Nacional confirmara con muchas horas de retraso la internación de Andrés Manuel López Obrador en el Hospital Central Militar de la Secretaría de la Defensa Nacional.
La información hasta el momento es muy escasa, y el nerviosismo se apoderó del círculo rojo mexicano. Empresarios, militantes e incluso en el Gabinete de la 4T responden nerviosos que no están al tanto sobre el estado de salud del Presidente. El hermetismo es total, como si fuera un juego mediático de los que disfruta el Presidente. En el medio, la vida institucional de México.
Pero la salud de AMLO tiene un largo historial. Hace once días, el Presidente se presentó puntual a su conferencia de prensa diaria en Palacio Nacional, con una voz ronca que al transcurrir el día confirmó como síntoma de Covid-19.
Tras un reposo y aislamiento de poco más de una semana, López Obrador reapareció en el Salón de Tesorería luego de que el secretario Adán Augusto López tomó las riendas de la mañanera de Presidencia. Informó entonces que estaba totalmente recuperado, y de nuevo activo en sus labores diarias. Sin embargo, este viernes, un tuit de Mega Noticias informó que AMLO había sido hospitalizado para ser “sometido a un procedimiento médico”.
Pocos minutos más tarde, el vocero presidencial arrojó gasolina al fuego, al confirmar con un escueto tuit que AMLO había sido ingresado “por la mañana” en el Hospital Central Militar. Pero Jesús Ramírez no brindó ningún otro dato respecto al presunto chequeo médico, y dejó así que los rumores y las versiones extraoficiales crecieran en el círculo rojo.
Las versiones que LPO pudo recoger en pláticas con funcionarios de la 4T son muy variadas. Se habla de un “micro infarto” que fue atendido a tiempo, y hasta de una intervención quirúrgica que explicaría la presencia de Beatriz Gutiérrez en el hospital.
Desde luego, ninguna de estas versiones fue confirmada ni desmentida por la oficina de Comunicación Social de Presidencia, en un yerro comunicacional sin precedentes. Hay que recordar que el propio AMLO aprovecha los errores en comunicación de Peña Nieto, sobre todo alrededor de la salud presidencial.
La historia cardíaca de AMLO también tiene larga data. En diciembre de 2013, el político tabasqueño quien entonces era líder de la oposición a la reforma energética del presidente Enrique Peña Nieto, sufrió un infarto que le impidió salir a las calles a dirigir las manifestaciones en contra de la legislación que abriría a Pemex a la competencia del mercado petrolero del mundo, lo cual fue calificado por AMLO como “privatización”.
En representación de López Obrador, sus hijos -en particular Andy López Beltrán- acudieron a los actos de protesta a las afueras del Congreso de la Unión, mientras el hoy presidente recuperaba su salud tras salir del Hospital Médica Sur. La convalecencia de AMLO duró varios meses, en los cuales trascendió que el problema fue en una arteria que presentaba “placas de colesterol y coágulos”.
Ahora, esta nueva internación de AMLO -ahora como Presidente- ocurre en medio de la visita de la secretaria de Economía de Estados Unidos, Jennifer Granholm, quien convocada debido a la discusión de la reforma eléctrica propuesta por el Gobierno Federal, se reunió con senadores, diputados, empresarios, sociedad civil y con el propio presidente López Obrador, a quien manifestó -como puede leerse en el boletín de la Casa Blanca- su preocupación por un “posible impacto negativo” de la iniciativa de ley.
La Política Online