AMLO sufre hace años campañas de ofensas. Quizás la oposición equivoca el camino…

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“Tartufo”, le llama el panista Diego Fernández de Cevallos de diario al Presidente Andrés Manuel López Obrador. Y otros miembros destacados de la oposición (PRI, PAN, PRD e incluso Movimiento Ciudadano) suelen estallar en largos rosarios de ofensas, agravios, escarnios, mofas.

Apenas este martes, cuando López Obrador se reunía con su homólogo Joe Biden, en Twitter se colocó la tendencia “mamarracho”, un intento por hacer ver al Presidente de México como alguien que no merece respeto por su manera de vestir, su forma de hablar —con acento de su pueblo Macuspana en Tabasco— o por su forma de sentarse o de ponerse de pie.

Las ofensas, aunque han arreciado desde que ocupa Palacio Nacional, no son nada nuevo para López Obrador. Una élite del sector empresarial pagó una campaña en las elecciones presidenciales de 2006 para colocar la idea de que era “un peligro para México”. Pero a otros niveles, esa ofensa parece un ramo de rosas. Los agravios suelen ser escatológicos e incluso peores, contra sus hijos o contra su esposa, la historiadora Beatriz Gutiérrez Müller.

La pregunta obligada para el análisis político de México es si esas ofensas debilitan al Jefe del Ejecutivo federal y, por consecuencia, dan ventajas a la oposición frente al electorado. Y la respuesta de los analistas es que no. El crecimiento del lopezobradorismo ha sido exponencial —con una popularidad arriba del 60 por ciento— en apenas unos años, mientras que la oposición sufre una sangría territorial y a duras penas ha podido mantener sus colores en algunos estados.

“Han quedado rebasados y les ha quedado muy grande la estrategia del Presidente con Estados Unidos y, como siempre, han recurrido a los insultos, a las descalificaciones, a esa suerte de sin sentidos que lo que dejan ver es que políticamente tienen un nivel muy disminuido”, comentó en entrevista con SinEmbargo la analista política Estefanía Veloz.

Andrés Manuel López Obrador, Presidente de México, y Joe Biden, su homólogo estadounidense, en la Casa Blanca.
Andrés Manuel López Obrador, Presidente de México, y Joe Biden, su homólogo estadounidense, en la Casa Blanca. Foto: Gobierno de México

Veloz recordó que esas mismas críticas superficiales se han extendido a otros miembros del Gobierno como cuando en julio de 2021 la Secretaria de Economía Tatiana Clouthier fue atacada por su vestimenta durante una gira de trabajo que precisamente realizó por Washington, en donde sostuvo una serie de reuniones con autoridades estadounidenses para tratar temas relacionados con el comercio entre ambos países. En esa ocasión, ciertos sectores de la prensa y de la oposición ofendieron a la funcionaria federal y dejaron a un lado su desempeño al frente de esta gira de trabajo.

Estefanía Veloz también recordó el episodio del Jefe de Unidad para América del Norte de la Cancillería, Roberto Velasco, cuando fue ridiculizado por comer cacahuates en una mesa de negociaciones en el marco del T-MEC o cuando criticaron a la exsecretaria de Economía, Graciela Márquez, porque traía pantalones en vez de vestido en un evento oficial.

“Todas estas críticas que se han ido haciendo, para un tema tan importante como lo es la relación México-EU, queda claro que no están construyendo narrativas distintas, incluso más allá de los sectores opositores de partido, sino también ciertos opinadores”, expresó.

Con López Obrador se replicaron los mismos señalamientos, enfocados más en las maneras y no en el discurso que leyó frente a Joe Biden, en el cual le llevó un plan de cinco puntos que se basó en las vulnerabilidades que enfrentan EU y su Presidente, en sectores como el energético, laboral y económico, y el cual presentó como un beneficio para ambos países.

Sobre estos planteamientos, los opositores del Presidente no ahondaron o presentaron una contrapropuesta, sino que se limitaron a la crítica superficial sobre la manera en la que se sentó López Obrador, el tiempo que se tomó en leer sus planteamientos o la manera en la que iba vestido. Por ejemplo, el expresidente Vicente Fox escribió en Twitter: “Que chiquitito se ve!! Afuera es nadie!!” (sic).

Javier Lozano, exsecretario del Trabajo con Felipe Calderón y exsenador que hace unos días regresó al PAN tras haber formado parte de la campaña de José Antonio Meade en el PRI y de un breve paso por la Coparmex, tuiteó: “El Pancho Pantera de las mañaneras, reducido a un aburrido lector de anécdotas” bajo el hashtag #AMLOBurlaMundial, empleado por otros críticos de la presente administración, incluyendo cartonistas.

Otros más como Claudio X. Gonzalez, uno de los principales promotores de la alianza Va por México, reprodujeron columnas periodísticas en las cuales se calificó como “terrible” el encuentro entre López Obrador y Biden.

El analista Pedro Mellado dijo que si bien hay quienes podrían empecinarse en considerar que la entrevista del Presidente con Biden fue un fracaso, él “no había visto en las últimas entrevistas de presidentes mexicanos con presidentes estadounidenses unas muestras de afecto tan claras como la de (la Vicepresidenta) Kamala Harris y Biden con López Obrador, quien hasta lo abraza rompiendo el protocolo”.

“[El Presidente] no habla ese lenguaje rebuscado, pomposo, grave, que estaban acostumbrados a usar los presidentes mexicanos. López Obrador habla como habla la mayoría de la gente. ¿Hay un desdén hacia la forma en cómo fue vestido y la forma en cómo se vistió su esposa? Por supuesto que sí, pero son modos nuevos que rompen con los viejos y acartonados protocolos porque, a estas alturas de los cuatro años de Gobierno, un segmento de la oposición no alcanza a entender que por sí mismo, en su perfil, en su figura, en su forma de vestirse y expresarse, López Obrador representa un cambio con respecto a esos protocolos”, abundó sobre las críticas del sector opositor.

No obstante, para el analista político Fernando Dworak más bien se trata de “una estrategia de comunicación que es premeditada, (que) está perfectamente diseñada y está enfocada no solamente para generar una imagen de autenticidad para los suyos, sino también para generar una reacción adversa hacia la oposición”.

“La crítica opositora se va a fijar no en la sustancia, en el estado de la relación bilateral, en los intereses de ambos países, de esquemas de colaboración en materia migratoria y de seguridad, en vez de eso, está hablando justamente de lo que el Presidente quiere que se hable: de que está desalineado para un grupo de analistas, opinólogos y de redes sociales. Es una estrategia para que se hable del Presidente y no de los temas de fondo”, ahondó.

Los observadores consultados creen que la estrategia de ofender polariza más a la sociedad mexicana y hace poco para llevar votantes hacia la derecha o para sacarlos de la izquierda, el ala política donde se coloca López Obrador. Algunos ven todo lo contrario: las mofas enojan a un sector del electorado, los radicalizan a favor del dirigente social y, al final, son ellos los que dañan su imagen.

“A López Obrador le interesa más que lo entienda la gente sencilla y común de México, a que lo entiendan los especialistas y técnicos rebuscados que inventan lenguajes encriptados que solamente los iniciados entienden porque eso es lo que los hace sentirse que son superiores a la mayoría de la gente. Pero el problema de las personas que no entienden a López Obrador es que la mayoría de la gente en este país se identifica con él”, expresó Mellado.

La historiadora Beatriz Gutiérrez Müller, esposa del Presidente López Obrador, lo acompañó en su visita a Washington. Foto: Gobierno de México.

La familia de López Obrador: su esposa, la doctora Beatriz Gutiérrez Müller, y su hijo menor han sido objeto de todo tipo de críticas y ofensas a lo largo de la administración. En el caso de éste último, el Presidente incluso ha pedido a los detractores que centren las críticas en su gestión y en su persona, y no en su hijo.

“Eso es una cobardía. Si el problema es conmigo, no con él”, dijo el Presidente el pasado 26 de junio, ante los más recientes ataques en contra de su hijo menor de edad. “Hasta en las verdaderas mafias se respeta a la familia. ¿No es así? Pero yo lo entiendo. Es su grado de desesperación porque no pueden. ¿Y por qué no pueden? Porque ellos no le tienen amor al pueblo. Por eso no pueden”.

En ese sentido, Estefanía Veloz dijo que “quienes empezaron a generar estas categorías clasistas y racistas fueron estos sectores de la élite desde el principio del Gobierno, quienes empezaron a decirle ofensas o a ofender al hijo del Presidente por su color de piel, por su manera de vestirse, quienes empezaron a dividir al país entre ‘nacos’ y otro tipo de descalificaciones clasistas fueron esos sectores y no han cambiado”.

Mellado abundó que sigue habiendo segmentos que más que tratar de entender lo que está pasando, “prefieren denostar a aquellos que dicen que quieren un cambio o que están propiciando un cambio”. Comentó que es indudable que estamos ante una transformación para la cual hay una resistencia, “y en esa resistencia radica este tipo de expresiones clasistas, racistas, discriminatorias, que pretenden de alguna manera denigrar a quienes representan una opción que ellos no comparten”.

Por su parte Dworak indicó que esta polarización favorece al Presidente, pero no es entendido así por sus detractores. “Desde luego, lo que el Presidente quiere es que la opinión se divida entre quienes lo aman y quienes lo odian. Naturalmente, la oposición no tiene idea o no quiere darse cuenta que le está haciendo el juego al Presidente”, expresó.

Y es que hay un punto que la oposición no termina por asimilar, resumió Mellado. Cuando dice López Obrador que es impulsor de un “cambio muy profundo”, se refiere también al cambio en los protocolos y en las formas como el Presidente se comunica y, dijo, en los últimos 40 años no ha visto a un Presidente que se comunique con tanta facilidad como lo hace el Presidente, conectando con la ciudadanía que se reconoce en él.

Sin Embargo

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