Andrés Manuel López Obrador VS La Corrupción ¿Cómo va el enfrentamiento?

Harry M

Es sabido por todos y cada uno de los mexicanos que el lema del presidente es una representación de la lucha contra la corrupción, y este será el tema de esta columna, pero no desde un aspecto estadístico, sino desde la perspectiva social.

Primeramente, es importante señalar la ambigüedad que puede tener el concepto de corrupción, ya que todos y todas tenemos la idea que esto sólo puede abarcar a funcionarios de gobierno, nuestra manera de ver esta palabra no concibe a una empresa corrupta o un trabajador corrupto en la mayoría de los casos, y de ahí partimos mal, ya que la corrupción en realidad es algo que deberíamos plantear en todos los sectores de la vida humana. Sería lo ideal ver que es algo cultural, arraigado a nuestras costumbres; en casa, escuela y después trabajo, y que por lo tanto, termina incidiendo en la vida pública, ya que a final de cuentas la clase política primero fue mexicana. Una manera de entender la corrupción, es como el alejamiento de los valores reconocidos por la sociedad, básicamente todos los “debería”, que mayoritariamente están dentro de las leyes. Para reconocer un acto de corrupción en cualquier ámbito, basta con preguntarse si así debería ser.

Es decir, para analizar si AMLO esta logrando acabar con la corrupción en el país debemos dimensionar adecuadamente la problemática, preguntarnos las causas que generan que servidores públicos desvíen recursos de la hacienda para su beneficio particular, no basta con analizar las estadísticas respecto al número de casos penales actuales, ni esperar a la administración de oposición que se implante en 2024, 2030 o el año en que logren tumbar a esta línea política para analizar las cuentas públicas del grupo de poder que gobernó en el pasado. Deberíamos también conocer si las empresas cumplen con las leyes, pagan impuestos, dan prestaciones a sus trabajadores, actúan honradamente con sus clientes y proveedores, deberíamos analizar la corrupción desde nosotros mismos; familia, amigos, colegas y gente cercana, y si todos cumplimos con nuestras obligaciones y responsabilidades, con las buenas costumbres y la moral.

Nunca será suficiente lo que un individuo pretenda hacer desde sí mismo, y creo que a este punto es obvia la conclusión que presentaré. La responsabilidad que el presidente puso sobre sus hombros es de proporciones incalculables, y al finalizar su sexenio, es mi predicción que México seguirá siendo tan corrupto como antes, y esto jamás se deberá enteramente al gobierno pasado, al actual ni al siguiente. La verdadera capacidad de acabar con la corrupción reside en todos y todas, desde un padre que cría a su hijo, la comunidad cercana de maestros que lo educa, el trabajo que al ir creciendo le requerirá desempeñar labores. Este asunto es de todos y ningún humano en lo particular, ya que, por más presidente que sea, por sí mismo nadie podrá acabar con la corrupción.

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