Una de mis opciones de vida ha sido compartir espacios vitales con mujeres que aman a otras mujeres. Vivo en un lugar que jocosamente ha sido llamado “Casa Macha”, un hogar que comparto con Islandia y Chichis Glam. Unidos por un ethos de party monsters, nuestro espacio ha sido cuartel general y salón de ensayos del proyecto de Burlesque Queer “Burlesquimeras, institutrices de belleza universal”. También ha dado cobijo a lesbianas anarquistas españolas, a algunas integrantes de la banda México-Argentina “Kumbia Queers”, a académicas que investigan lesbiandades, y ha fungido hasta como albergue para algún desplazado por violencia homofóbica de Ciudad Juárez.
Casa Macha es práctica de muchas teorías que me leen quienes me siguen en mis blogs o redes sociales, una construcción de redes de solidaridades, saberes y placeres. Una de mis compañeras de hogar ha sido Riberqueen, quién decidió hacer vida en común con Old Ma Femme en Estados Unidos. Riberqueen nos sorprendió a todos con la noticia de su embarazo y a través de las redes sociales hemos visto crecer al pequeño Artemio Miguel, cuyo apellido es la unión de los apellidos de ambas con un guión, en su acta de nacimiento se reconoce a ambas.
Si bien la maternidad lésbica es un asunto que lleva trabajándose de manera organizada desde los años noventa, por ejemplo en la labor del Grupo de Madres Lesbianas (GRUMALE), lo cierto es que el perfil de las mujeres, de las madres, ha cambiado con los años. Mientras que hace dos décadas las madres lesbianas tenían a sus hijos e hijas en relaciones con hombres para después decidir separarse y unirse con una nueva compañera, el revanchismo machista de la ex-pareja se llegaba a traducir en disputas legales para quitar la custodia a la mujer debido a su “inmoralidad”, desde luego con el apoyo de las leyes patriarcales y heterosexistas.
Con el advenimiento y popularización de las técnicas de reproducción asistida, más mujeres han optado por técnicas como la inseminación artificial, la fecundación in vitro, la recepción de ovocitos de la pareja y la inseminación casera. Este tipo de maternidades ha puesto en jaque al sistema de filiación, que se ha sumado a las formas de discriminación que ya se sufrían. Las oficinas del registro civil y la Secretaría de Relaciones Exteriores son los agentes de estas nuevas formas de discriminación: la negativa a reconocer la filiación de estos niños y niñas.
Ana y Criseida se han visto convertidas en activistas debido a estas trabas que ignoran las nuevas realidades de reproducción y filiación. A través de su blog “Dos Mamis”, comparten estrategias e información sobre reproducción asistida y la crianza de sus gemelos en un contexto de otredad. Una de las luchas que han emprendido es que Diego y Santiago tengan los dos apellidos maternos. Ana tuvo que declararse como madre soltera, con lo que los niños tienen sus apellidos, lo que hace que Criseida no pueda ser reconocida como madre de los niños, lo que es sin duda una situación de desamparo legal. De ganar la lucha jurídica, sería un hito que se reconociera la maternidad de la madre gestante y la no gestante.
En días pasados, dos mujeres manifestaron su indignación por la negativa de la Secretaría de Relaciones Exteriores de expedir un pasaporte para su hijo, que está registrado como hijo de dos madres que se han casado en el Distrito Federal. El argumento de la SRE es que carecen de los formularios adecuados para el caso, lo que prometía ser una espera de cinco días, de acuerdo con los funcionarios que las atendieron, se extendió un mes más sin tener claro cuándo y cómo podría ser resuelto.
Otro caso en Monterrey, en el que Myriam y María de los Ángeles dan cuenta de las diversas formas de discriminación que enfrentan las mujeres que deciden vivir su maternidad en congruencia con su orientación sexual. Myriam se separó de su esposo hace cinco años, la violencia doméstica formó parte de las razones para abandonar la relación, también fue la razón por la que no tramitó un divorcio, quería evitar más violencia. Myriam conoció a María de los Ángeles, decidieron iniciar vida en pareja en compañía con los dos hijos de Myriam, producto de su relación anterior y optaron por la reproducción asistida para tener un hijo de ambas. Debido a que el Código Civil de Nuevo León sólo registra como padre al esposo de la madre, el hijo de Myriam y María de los Ángeles quedaría registrado como hijo del agresor de Myriam. Al saber que su ex-pareja tenía una relación con una mujer, él decidió quitarle la custodia de Sandra y Ricardo, los hijos de ambos. Myriam no ha vuelto a ver a sus hijos y cuando nació Ángel Mario en 2008, no lo registró por temor a perderlo también.
Los hijos e hijas de las mujeres que optan por reproducción asistida y que hacen vida en pareja con otra mujer tienen derecho a una identidad y a una nacionalidad, de acuerdo con la Convención de los Derechos del Niño. Más aún, con la reforma de derechos humanos, todas las autoridades en el ámbito de sus funciones deben de actuar con respeto a estos principios, lo que incluye la no discriminación. El Estado, con sus pretextos burocráticos y su visión heterosexista, castiga de facto la decisión de estas mujeres a través de negar derechos a sus hijos e hijas. Urge una ley que regule la reproducción asistida garantizando sin discriminación alguna los derechos de las personas y sus hijos, además de las respectivas reformas a los códigos civiles. Quienes recurren a los avances científicos para su reproducción no pueden quedarse a expensas de criterios subjetivos basados en ideas religiosas, deben poder hacer exigibles sus derechos humanos resguardados en la Constitución.
En Casa Macha esperamos la visita de Artemio Miguel, el hijo de Riberqueen y Old Ma Femme; es el primer bebé en nuestra familia por opción extendida y será recibido con gran alegría. Claro que primero corresponde el trámite en el consulado, lo que vemos con nerviosismo, pues con los antecedentes ya expuestos es de esperar retrasos, negación y discriminación oculta de papeleo.
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