A pesar de sus antecedentes fatales en cuestión de accidentes, la avenida Chapultepec sigue siendo una vía poco respetada por automovilistas que la recorren a velocidades muy superiores a los 50 kilómetros, límite que marcan las señales oficiales del lugar.
Desde el cruce con el Anillo Periférico Sur hasta la avenida Salvador Nava Martínez, las y los conductores que viajan de sur a norte aprovechan la pendiente descendente de Chapultepec para alcanzar velocidades hasta de 100 kilómetros por hora, sin importar que se trata de una ruta urbana con viviendas, comercios, peatones, ciclistas y motociclistas a lo largo de todo el trayecto.
En dicha dirección, las obras de remodelación de la entrada poniente al parque Tangamanga obligaron a la reducción de carriles, aspecto que algunos viajeros no prevén y los obliga a frenar de improviso para evitar colisiones en el cuello de botella formado por una hilera de “trafitambos” anaranjados.
De norte a sur, a pesar de que la pendiente es en ascenso, los vehículos automotores alcanzan de todos modos velocidades “de miedo” que incrementan las posibilidades de un accidente.
Los cambios intempestivos de carril, sin precaución, están a la orden del día y muchos choferes ansiosos usan hasta el camellón central como carril alterno, para dejar atrás a otros conductores que creen que compiten como si de una pista de carreras se tratara.
A pesar de que sí hay presencia de patrullas de diferentes corporaciones a lo largo y ancho de Chapultepec, los automovilistas vuelven a pisar el acelerador apenas escapan de la visión de los oficiales.
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