El Tribunal Supremo de Brasil ha dado un paso trascendental al despenalizar el consumo de marihuana, convirtiendo al país en el más poblado en adoptar esta medida. Tras nueve años de deliberaciones, los magistrados fijaron en 40 gramos el límite para distinguir entre consumo personal y tráfico, marcando así un hito en la política antidrogas del país. Esta decisión podría llevar a la revisión de miles de condenas y tiene el potencial de liberar a decenas de miles de personas encarceladas por posesión de pequeñas cantidades de cannabis.
La nueva normativa implica que las personas detenidas con menos de 40 gramos de marihuana no serán penalizadas con antecedentes criminales, a menos que se encuentren indicios de distribución. El castigo ahora se limita a sanciones administrativas o medidas judiciales menores, aunque la sustancia confiscada seguirá siendo decomisada.
La medida busca abordar el problema del hiperencarcelamiento, especialmente de jóvenes de bajos recursos y minorías étnicas, que han sido desproporcionadamente afectados por las leyes antidrogas previas. Brasil se une así a otros países que han adoptado políticas más flexibles hacia el consumo de cannabis, destacando la necesidad de reformas más equitativas y menos discriminatorias en el sistema judicial.
La reacción a esta decisión ha sido mixta en Brasil, reflejando las divisiones dentro de la sociedad sobre el tema de la legalización de las drogas. Mientras algunos sectores expresan preocupaciones sobre las consecuencias sociales y de salud pública, otros ven esta medida como un paso hacia una política más justa y racional en materia de drogas.