Durante el siglo XX aparecieron múltiples corrientes artísticas.Surrealismo, Cubismo, Expresionismo, Impresionismo, Ultraísmo y Estridentismo son algunos ejemplos. A pesar de profesar distintas creencias, cánones y manifiestos, existe un elemento teórico común a todas las vanguardias, y por el que –de hecho– éstas pueden ser identificadas como tales.
Estas corrientes artísticas son un golpe contra la gran teoría que gobernó el arte desde el siglo V antes de Cristo hasta mediados del siglo XIX. Para conocerla, debemos remontarnos a la antigua Grecia: aquellos días en los que el gobierno era ejercido en el ágora, y los filósofos disertaban sobre la estructura última de la realidad.
Para los antiguos griegos, el universo era racional, es decir, estaba ordenado: todo en la naturaleza tenía una finalidad, y no había nada sin razón –Nihil est sine ratione–; cada una de sus partes guardaba una relación armónica entre sí. El hombre no era la excepción, y también poseía una finalidad: llevar una vida racional.
De aquí surgió la necesidad de reproducir el kosmos en su interior –psique– y exterior –polis–. No sorprende que la teoría del alma de Platón y su idea de República fueran paralelas y proporcionales. Por supuesto, el arte estaba implícito en tal demanda.
¿Y qué mejor forma de trasladar la armonía del universo al arte si no a través de la matemática? Tempranamente, comprendieron lo que siglos después Galileo Galilei pronunciaría:
El gran libro de la naturaleza está escrito en símbolos matemáticos”.
Así, algo era bello en la medida en que imitara el mundo. Con otras palabras: sus creencias estéticas descansaban sobre cierta concepción cosmológica.
El Diadúmeno de Policleto, el Partenón o el Hefestión son algunos ejemplos que confirman esta idea; en todos ellos está presente la proporción áurea, la cual fue definida por el viejo Euclides como:
La longitud total es al segmento mayor como el segmento mayor es al segmento menor”.
Con el paso del tiempo, el cristianismo emergería y daría paso a una nueva etapa histórica. Para los antiguos Padres de la Iglesia y los teólogos de la baja Edad Media, la concepción cosmológica griega era correcta, pero sólo hacía falta una cosa: Dios. Cristianizar a Platón y Aristóteles fue una tarea relativamente sencilla frente a un milenio.
Si el Renacimiento fue un movimiento cultural que desempolvó la cultura grecorromana, es consecuente que los ideales estético-matemáticos persistieran. Los más grandes artistas de este periodo fueron sus más devotos seguidores. ¿No es esto El hombre del vitrubio de Leonardo da Vinci?
Cada obra de arte era ahora un universo independiente. Habían despertado las vanguardias.
En buena medida, estos son los cánones que guiaron los siglos posteriores. La academia se erigió sobre ellos, y cualquier artista debía sujetarse al más estricto realismo. Finalmente, y después de un largo camino, el arte se alzó frente a tales grilletes filosóficos y declaró que un cuadro, por ejemplo, no debía imitar el orden del mundo, sino representar uno propio. Cada obra de arte era ahora un universo independiente. Habían despertado las vanguardias.
Fuente: Excelsior